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Tribuna:DIARIO DE UN SNOB
Tribuna
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El alcalde y la sirena

Al mismo tiempo que la clase política hacía unos juegos florales en el Congreso, dedicados a las municipales y la elección de alcaldes (prevaleció la sensatez de Carrillo en esto último), el nuevo alcalde de Madrid, a quien hay que dedicar glosas de precalentamiento todos los días, dialogaba con La sirena varada de Chillida, que si la pone que si no la pone.-Depende de lo que pese -ha dicho elseñor alcalde.

Después de mis grandiosos éxitos teatrales, estoy pensando en escribir un sainete de vanguardia que se llame así, La sirena y el alcalde, y donde José Luis Alvarez dialogará con la esbelta mole de Chillida, que tiene más de lírico piano de hormigón que de sirena.

En esto que salta don Federico Carlos Sainz de Robles, cronista oficial de la Villa:

-Es una mole de un simbolismo esotérico.

O sea que no quiere ponerla. He estado mirando a ver la escultura y, no tiene ningún simbolismo, salvo el que yo voy a ponerle: todos los alcaldes de España, y no sólo el de Madrid, dialogan hoy con la sirena de la libertad, de la democracia, de la vida, que se les ha plantado en mitad del despacho consistorial, y todos la ven desnuda, obscena y con espada, como Susana Estrada, porque son alcaldes franquistas o retropornofranquistas y el libre albedrío les parece lujuria.

-Nada, que yo no cuelgo eso en mi despacho. Tendría que quitar la foto dedicada de Franco.

-Pero si sólo es hormigón y libertad, señor alcalde.

Susana me manda una postal desnuda y lírica que le ha hecho Gigi Corbetta. A ver si el nuevo alcalde madrileño, que se define como fanático del arte, es también fanático de Susana Estrada y cuelga La sirena varada en la Nastellana. Susana, tú también eres una sirena, pero no precisamente varada, que es que no paras quieta.

Trescientas y pico cabinas de teléfono destroza todos los días el personal, en Madrid. Trescientos y pico marginados, punk, lumpem, piernas, trescientos y pico parados, trescientos y pico gorriones malditos posados en el hilo telefónico. La sirena varada de Chillida pudiera ser la madre natural de todos ellos. Me llama el representante de Guillermina Motta para que le escriba unas canciones a la novia. Voy a poner en provenzal de Tarradellas la balada madrileña del alcalde y la sirena. Me llaman unas uruguayas, de parte de Meliano Peraile, para que firme por los presos políticos de su país. Aquí hemos mejorado algo en lo de los presos políticos, pero tenemos prisionera una sirena.

-Depende de lo que pese insiste el alcalde.

Para mí, ya digo, el simbolismo esotérico que le atribuye don Federico Carlos a la escultura de Chillida, va siendo un simbolismo político. Antes se representaba a la República como una matrona con colorín, Vicent representa a la madre autonómica como la Bella Otero. La libertad, la democracia y lo que venga son hoy un símbolo de hormigón, cemento y esbeltez. El alcalde de Madrid dialoga con la sirena de Chillida y los alcaldes de toda España dialogan con la sirena de la voluntad popular, que se les ha metido en el despacho como la visita que no llamó al timbre.

-¿Qué hace usted aquí, señorita?

-He venido a quedarme.

-No será usted Susana Estrada, con ese descaro.

-Soy la Constitución.

La mole de Chillida puede ser el monumento a la futura Constitución, que los alcaldes franquistas ven como una intrusa y que ningún regidor de Madrid se atrevió a colgar en mitad de la calle, porque una Constitución les parecía pornográfica, así a la vista de todo el mundo, donde hasta los niños pueden remirarla. No creo que la Constitución les salga tan esbelta como La sirena. Aunque de hormigón sí que va a salirles.

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