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Reportaje:

La Fundación March hace balance de sus veinticinco años de existencia

Mientras en su galería de exposiciones está colgada la hermosísima antológica de Mattisse, la Fundación Juan March prepara la celebración de los veinticinco años de su nacimiento, que se cumplen el próximo día 4 de noviembre.

Estas bodas de plata de las finanzas con la cultura, que han llevado a la Fundación a ser una de las más poderosas e importantes de Europa, dan como saldo, según sus propios datos, más de 5.000 becas y ayudas en distintos campos científicos y humanísticos; 953 actividades culturales desde 1971 a 1980, contadas entre exposiciones, conferencias, cursos universitarios, conciertos y otras actividades; 339 operaciones de tipo cultural y de diversa índole, y otras 324 en el campo de la asistencia social, 176 publicaciones, aparte de las ediciones sobre sus propias actividades.La Fundación Juan March fue creada el 4 de noviembre de 195 5, por el financiero mallorquín Juan March Ordinas, como una entidad cultural y benéfica de carácter privado. No quiso vincularla -según se expresa en el folleto- a objetivos concretos, y menos a una obra única, ya que señalarle un fin concreto podría volverla susceptible de envejecer cuando este fin perdiera tal vez su razón de ser. Los estatutos son, pues, lo bastante abstractos como para ser interpretados por los gestores -actualmente los herederos del fundador, muerto en 1962- debidamente asesorados, y conforme a las necesidades del momento. En cualquier caso, sí que se recoge la primera idea de que la Fundación March habría de «contribuir al conocimiento y solución de problemas que afectan al futuro de la humanidad. El progreso y difusión del saber, y, dentro de él, el estudio del hombre y de la sociedad, pueden contribuir muy eficazmente al perfeccionamiento humano».

Según su presidente, Juan March Delgado, dice en la presentación del libro, la Fundación «nunca se ha propuesto invadir terrenos propios de la vida política, sino centrar su acción en las áreas culturales, científicas y asistenciales para las que fue creada».

Por el dinamismo voluntariamente querido, fundacional, las intervenciones de la Fundación han ido sufriendo variaciones de intensidad y de línea. En el esbozo de historia con que se abre esta publicación que comentamos se distinguen tres etapas bien diferenciadas. La primera, desde su fundación hasta 1970, está marcada por la promoción y consolidación de sus actividades, basadas sobre todo en una política de becas y ayudas. La segunda etapa, de 1970 a 1975, se caracterizó por una progresiva mayor atención a las necesarias prioridades en los campos científicos y culturales, la iniciación de alguna actividad cultural organizada por la propia Fundación y el comienzo de la labor editorial. Por fin, la tercera etapa, cubierta a partir de 1975, se caracteriza por la puesta en marcha de la sede de la Fundación como centro cultural y científico, la multiplicación de actos de tipo cultural en su sede y la extensión de estas actividades por diversos lugares de la geografía española.

El futuro

Para el futuro, lo que la Fundación March pretende seguir siendo es «un centro estable de difusión cultural, atento a las necesidades cambiantes de la sociedad española», dice su director gerente, José Luis Yuste.De forma concreta, la Fundación va a tratar de potenciar en el futuro inmediato su ayuda a la investigación científica en programas definidos. «Concentraremos nuestra atención en determinadas áreas», dice Yuste. «La selección de las áreas a las que la Fundación dedicará su interés prioritario va a ser realizada en consonancia con el actual interés que poseen para la investigación científica las ciencias experimentales. Por lo demás, vamos a mantener nuestra actividad cultural en toda España. Proseguirá nuestra política de exposiciones itinerantes, ciclos de conciertos, cursos universitarios».

José Luis Yuste no quiere adelantar, de momento, ningún proyecto destacable sobre los otros entre los que ahora estudia la Fundación para su año número veintiséis. Pero no se descarta que entre esas actividades haya sorpresas tan notables como la gran exposición de obras de Picasso, celebrada hace tres años, o la que ahora congrega a grandes cantidades de público ante las puertas de la March: la antológica de Mattisse.

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