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La huelga de hambre del activista del IRA Bobby Sands adquiere dimensiones internacionales

Andrés Ortega

Bobby Sands, el diputado del Parlamento británico miembro del Ejército Republicano Irlandés (IRA Provisional) pidió ayer, en su 55 días en huelga de hambre por lograr un estatuto especial para los presos republicanos en Irlanda del Norte, ver al nuncio papal en Irlanda, Gaetano Allibrandi.

Boby Sands aceptó ayer recibir a un representante de la Comisión Europea de Derechos Humanos bajo algunas condiciones, y reiteró su determinación de continuar el combate hasta la muerte si el Gobierno británico no cedía a su reivindicación de obtener el estatuto de preso político.La cuestión está tomando, pues, dimensiones internacionales, con la intervención del primer ministro irlandés, Charles Haughey, y la llegada a Belfast del ex ministro de Justicia estadounidense, Ranisey Clark.

En el Vaticano, sin embargo, un portavoz del papa Juan Pablo II señaló que éste no tenía por ahora la intención de intervenir en la cuestión. Por otra parte, el miércoles por la noche Haughey mantuvo una conversación de media hora con el embajador británico en Dublín, Leonard Figg; no hubo ningún comunicado, pero se espera que Haughey intervenga directamente ante las autoridades británicas.

El ex ministro de Justicia estadounidense, Ramsey Clark, llegó ayer a Belfast acompañado por el sacerdote católico Daniel Berrigan, pero el gobernador de la cárcel de Maze les negó una autorización para visitar a Sands, sin especificar ninguna razón. Clark declaró posteriormente que el estatuto político para los presos por delitos terroristas era «una cuestión de derechos humanos» y habló de Sands como de «un valiente del IRA».

Un portavoz del comité contra los bloques H declaró en Belfast que Sands estaba muy débil, pudiendo sólo hablar unos segundos seguidos.Sin embargo, parece que se encuentra lúcido y se entera de lo que pasa a su alrededor.

Ayer volvieron a comenzar los disturbios en la zona católica de Falls Road, en Belfast. La policía del Ulster señaló que éstos eran los mayores disturbios a los que había tenido que hacer frente desde que otro huelguista de hambre del IRA, Frank Stagg, muriera en una cárcel británica, en 1978, pero algunos observadores dicen que no han visto algo similar en años.

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