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Misiles de base móvil y superbombarderos en el arsenal nuclear de EE UU para los 80

Dentro de unos días, el presidente de Estados Unidos, Ronald Reagan, deberá decidir el nuevo programa de defensa nuclear norteamericana para la década de los ochenta, basado en la instalación de doscientos nuevos misiles intercontinentales del tipo MX y la fabricación de cien superbombarderos B-1.

El nuevo arsenal deberá sustituir a los mil misiles del modelo Minuteman instalados en bases fijas y a los 316 bombarderos B-52 considerados como caducos por el Pentágono ante la modernización del potencial soviético en armas estratégicas. Sólo los 656 misiles instalados en submarinos continúan considerándose aptos para la defensa norteamericana.Discutido por su impresionante coste financiero (unos 40.000 millones de dólares; cerca de cuatro billones de pesetas) y por sus implicaciones ecológicas y humanas, el proyecto MX abrirá una fuerte polémica el próximo otoño en el Congreso estadounidense.

Inicialmente, el programa MX consiste en la fabricación de doscientos misiles intercontinentales, de casi noventa toneladas de peso, cuya particularidad estratégica se basa en su movilidad permanente entre 4.600 silos ubicados en un radio de más de 15.000 kilómetros, en las zonas desérticas de los Estados de Utah y Nevada, en el oeste americano.

Montados sobre plataformas móviles impulsadas por potentes camiones, los MX viajarían constantemente entre distintos silos secretos (veintitrés para cada MX), a fin de evitar su localización exacta en caso de ataque soviético.

Considerado como utópico por sus detractores, él programa MX choca con una gran oposición popular en los Estados afectados, incluida la influyente Iglesia mormona, con base en Lake City (Utah), y el senador republicano por el Estado de Nevada, Paul Laxalt, amigo íntimo del presidente Reagan.

Como opciones a los silos secretos se barajan varias hipótesis en Washington. Van desde la instalación de los MX, o parte de ellos, en barcos y submarinos de la Armada, hasta el último rumor, que habla de la fabricación de cien grandes aviones, denominados superpájaros, que transportarían otros tantos misiles MX. Así se dificultaría su destrucción en caso de holocausto nuclear.

"Todo esto son rumores y especulaciones. No hay nada decidido", zanja Caspar Weinberger, secretario de Defensa y hombre que deberá presentar al presidente Ronald Reagan las propuestas que el Pentágono considere óptimas para el ambicioso programa nuclear estadounidense.

En su política de reequilibrio del potencial atómico norteamericano para hacer frente a la progresión de los soviéticos, Washington no oculta su inquietud por la parsimonia con que los países europeos de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) deciden la instalación de misiles de alcance medio, de los tipos Cruise y Pershing 2. Este tema será objeto de presiones por parte del presidente Reagan a sus homólogos europeos durante las cenas informales que acompañaran a la cumbre económica de Ottawa, los próximos días 20 y 21 de este mes.

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