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GALICIA

Persiste la incógnita sobre el origen de los bidones de tóxico hallados en Finisterre

Dos semanas después de que una pareja de pesqueros coruñeses recogiese a doce millas del cabo de Finisterre cinco bidones llenos de un producto tóxico, la inexistencia de datos sobre el barco que los transportaba hace imposible calcular el número de envases que pudieran encontrarse a la deriva frente a la costa gallega. El hallazgo posterior de otros dos recipientes tóxicos que, junto a los anteriores, fueron enviados ayer a una factoría de la multinacional Bayer en Tarragona, parece haber influido en la adopción de medidas preventivas por parte de la consejería de Sanidad de la Xunta, que recomienda a los pescadores una interrupción temporal de sus faenas en la zona afectada.

Las autoridades sanitarias autónomas minimizan, sin embargo, la peligrosidad potencial del producto, que un técnico de Bayer -empresa fabricante, según las etiquetas de los bidones- identificó anteayer en un primer análisis como di-isocianato de tolueno. "Se trata", explicó a EL PAIS el director de Salud de la Xunta, Vicente Domínguez, "de un compuesto muy utilizado que se emplea para la fabricación de espuma de poliuretano a escala industrial, y que al contacto con el agua reacciona transformándose en productos insolubles inofensivos para el medio y la salud". El único peligro se derivaría, en este caso, de la manipulación directa del producto o su inhalación, circunstancia que la Consejería de Sanidad pretende evitar con su recomendación preventiva. "Es una precaución elemental para el improbable caso de que un pesquero pudiese izar en su red uno de los bidones y éste se rompiese, contaminando la pesca o salpicando a los pescadores", precisa Domínguez. Conviene aclarar", concluye, "que no se trata de una prohibición de pesca, medida que únicamente podrían adoptar las autoridades de Marina".Los responsables de la Consejería de Sanidad, que el lunes mantuvieron una reunión con autoridades de Marina, representantes del Instituto de Oceanografía y cofradías de pescadores de la zona afectada, esperan obtener información inmediata de la empresa Bayer sobre las características definitivas del producto tóxico y el barco encargado de su transporte, antes de adoptar nuevas medidas.

El accidente -tal y como se considera de modo oficial a la presumible pérdida de los bidones- ha venido a reavivar las protestas de las organizaciones ambientalistas que ponen en cuestión la conveniencia de determinados transportes marítimos potencialmente contaminantes en la proximidad de la costa gallega. En este orden de cosas, se cita el reciente testimonio de Jaime Lustres, un marinero del puerto pontevedrés de Portonovo, que asegura haber presenciado, como tripulante de un barco danés, el vertido de bidones que contenían productos tóxicos en las proximidades del cabo de Finisterre, hace diez años.

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