Las Brigadas Rojas mataron a Aldo Moro para impedir el 'compromiso histórico'
¿Por qué Moro? Fue ésta la primera pregunta que Italia y la opinión internacional se hicieron aquella mañana del 16 de marzo de 1978, cuando se supo que el presidente de la Democracia Cristiana, Aldo Moro, había sido secuestrado por las Brigadas Rojas y asesinados los cuatro agentes de su escolta. A esta pregunta ha tratado de responder, en un volumen de 1.400 páginas, el tribunal de Roma que juzgó y condenó a los responsables del secuestro y asesinato de Moro.El volumen recoge las actas de la sentencia contra los 63 procesados por el secuestro y asesinato de Moro, la mitad de los cuales fue condenada el pasado mes de enero a cadena perpetua, el resto a penas menores.
El proceso duró nueve meses y se celebró en un gimnasio, blindado como un bunker, del Foro Itálico de Roma. El tribunal permaneció encerrado 160 horas para decidir la histórica sentencia que fue leída en 10 minutos, y cuyas motivaciones han sido hechas públicas ahora.
Según el tribunal que juzgó a la columna romana de las Brigadas Rojas, responsable del delito, el estadista democristiano fue asesinado porque las Brigadas Rojas consideraban que la Democracia Cristiana era un "régimen que oprime al pueblo" y que Moro estaba decidido a hacer un Gobierno con el apoyo de los comunistas, lo que, a su juicio, era "un intento de construir el consenso proletario a favor de las decisiones del capital".
Moro fue sacrificado, pues, porque se temía que estaba trabajando a favor del compromiso histórico, mientras las Brigadas Rojas intentaban "cambiar la dirección política del país e introducir un régimen de poder rejo". Se afirma también que la eliminación de Moro era un golpe contra los seguidores de Enrico Berlinguer, el secretario y líder del Partido Comunista Italiano (PCI), ideólogo del acuerdo entre católicos y comunistas.
Por otra parte, Moro era para las Brigadas Rojas "el hombre que trataba de seguir manteniendo en el poder a la Democracia Cristiana a través de las diversas formas de gobierno que iba inventando cada vez su aguda fantasía política". La corte afirma que la mayor parte de las informaciones provienen de los arrepentidos, sobre todo Patrizio Pecci y Antonio Savasta.
Misterios que permanecen
El tribunal emite en su sentencia un juicio severo, hacia la "incapacidad" de las instituciones del Estado en aquel momento para enfrentarse a las Brigadas Rojas y para salvar a Moro y hacia la "ineficiencia" de los servicios secretos.Quizá por esos fallos permanecen aún en la sombra muchos de los interrogantes planteados por el delito Moro. Sigue sin saberse, por ejemplo, el lugar donde Moro estuvo prisionero durante 55 días, quién le interrogó en la cárcel del pueblo, si escribió íntegramente sus cartas o si le fueron suministrados alucinógenos.
No se sabe tampoco dónde fue a parar la cartera con documentos que Moro llevaba cuando fue secuestrado y que no abandonaba nunca. Se desconoce quién decidió su muerte.
Sigue sin desvelarse si era verdad que Moro había pedido un coche blindado y no se lo habían dado. Si es verdad que Kissinger lo chantajeó durante un viaje a Estados Unidos diciéndole que era mejor que se alejara de la política si deseaba seguir por "aquel camino".
Lo que sí se ha sabido es que los brigadistas rojos no consiguieron arrancarle a Moro un solo secreto de Estado. Para el tribunal, las Brigadas Rojas fueron en sus comienzos un fenómeno puramente italiano y sólo en una segunda fase tuvieron contactos con el terrorismo internacional. Pero queda excluida la tesis de un "compló internacional" contra Moro.
Los propios terroristas condenados, o bien no sabían toda la verdad, o no la han querido contar. Lo que sí es cierto es que incurrieron en contradicciones muchas veces. Existen, por ejemplo, dos versiones sobre el lugar donde Moro estuvo prisionero.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.