Precisiones sobre el tantra
El domingo 18 de marzo apareció en EL PAIS un excelente artículo sobre la situación de la India, titulado India, resistencia al cambio. El reportaje de Ignacio Carrión es, desde luego, interesante y de un alto valor informativo; no obstante, sus menciones sobre el tantra no están a la altura del resto del artículo y destapan la evidente ignorancia del periodista sobre el tema. Cualquier lector de mediana perspicacia habrá deducido, luego de leer el artículo, que el tantrikayogui es un chamán supersticioso de la Edad de Piedra. La referencia que hace al "especialista en la filosofía tántrica" que reparaba las máquinas con un limón embrujado no es significativa en absoluto y puede causar confusión en el lector profano. El señor del limón embrujado no es tantrika-yogui, sino más bien un idiota con turbante.
Ignacio Carrión cae en la ligereza del error y nos habla con cierta rechufla del "santón tantra que fornica con cadáveres" (me gustaría saber a qué escuela tántrica se refiere), confundiendo así el culto de los kapalika y los aghori con la técnica científica de meditación kapalika sadhana. Mezcla la escuela del tantra sexual con la genuina filosofía tantrika de la escuela de mano derecha o de la escuela de enmedio. Y así es como se confunde al escéptico lector occidental. Y, precisamente, Carrión olvidó citar que es, curiosamente, un filósofo tantrika, Prebhat Raijan Sarkar, quien actualmente está presionando en toda la India con su teoría socio-económica Prout, una teoría de reforma revolucionaria y progresista de todas las estructuras políticas de la India.
La modernidad de la filosofía tantrika puede ser fácilmente comprobada a poco que comparemos las recientes teorías de científicos de la talla de K. Jung, sir Arthur Eddington, sir James Jean, Dirac, F. Capra, A. Maslow, Heisengberg, Weiszácker, Holley, etcétera, o las del mismísimo Einstein. Por eso, al ávido turista observador occidental debería recomendársele la lectura de Romain Rolland, Medderd Boss o el agudísimo Aldous Huxley.
En su reportaje, Ignacio Carrión refleja magistral y rigurosamente la cara superficial de la India, pero en su acercamiento a la India esencial su descripción no es sólo desorientadora, sino macarrónica. /
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