Suazo Córdova busca en Washington apoyo para superar la crisis política hondureña
El presidente de Honduras Roberto Suazo Córdova, viajó el pasado domingo a Washington en busca de garantías militares y económicas que le permitan terminar en enero del próximo año, un mandato que hace meses entró en agonía. Este político, que se autocalifica de "paladín de la democracia" afronta un conflicto sin precedentes con el Congreso de su país y una amenaza de huelga general como medida de presión para que los partidos puedan elegir a sus candidatos presidenciales en elecciones primarias financiadas con cargo al presupuesto.Defensor acérrimo de Ronald Reagan, con quien se entrevistará hoy en la Casa Blanca, Roberto Suazo confía en salvar sus dificultades internas con un crédito de 75 millones de dólares (unos 13.000 millones de pesetas) y la promesa de que Estados Unidos defenderá con las armas a Honduras en caso de una guerra con Nicaragua. Es su última carta para demostrar que valió la pena la apuesta que hizo su Gobierno por la política de Washington.
Suazo llegó al poder en enero de 1981, después de ganar la mayoría absoluta en las elecciones. Terminaba así un interregno militar de 11 años. En su discurso de investidura, Suazo prometió la primacía del poder civil sobre el militar, neutralidad frente a Nicaragua, saneamiento de la economía y firmeza contra la corrupción.
Ninguna de sus promesas ha sido cumplida. El que fuera comandante en jefe de las fuerzas armadas, general Gustavo Álvarez, se convirtió en el hombre fuerte del régimen hasta que sus compañeros de armas decidieron echarlo en un golpe de cuartel, invocando precisamente la corrupción deI alto mando. En menos de tres años, los contra nicaragüenses se adueñaron de la frontera sur, donde opera como un ejército paralelo. La economía está en bancarrota.
En poco más de tres años, Roberto Suazo ha dilapidado la renta electoral, ha fragmentado a su partido y, en su afán de controlar el mecanismo sucesorio, se ha enfrentado al Congreso (Parlamento), a los sindicatos y a los militares mismos. Su único sostén es Washington, que no quiere bajo ningún precio un fracaso estrepitoso del modelo hondureño, al que tres años atrás presentaba como un ejemplo a seguir en la región.
Los sindicatos -sin duda la mayor fuerza del país, con más de medio millón de afiliados- han terciado en la polémica, primero para buscar una fórmula de compromiso y luego, convencidos de que Suazo no tiene voluntad de negociar, para convocar una huelga general, que quizá se desate esta misma semana. Los hondureños han sido los primeros en darse cuenta de que su democracia no puede servir de modelo para nadie.
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