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Entrevista con Miguel d'Escoto

Pregunta. ¿Es tan grave la situación actual como para optar por esta forma de lucha?Respuesta. A pesar de todo el esfuerzo que hemos hecho en estos seis años, hay algo que no hemos podido lograr: normalizar nuestra relación con EE UU. El Gobierno norteamericano pretende hacer creer que no es él quien está librando una guerra contra Nicaragua, y nos pide que dialoguemos con la contra, es decir, con sus mercenarios. ¿Y qué nos exigen los mercenarios? Un ultimátum: que establezcamos cómo y cuándo se realizarán elecciones, como si no hubiésemos tenido un proceso electoral de los más puros de América Latina, a pesar de haber sido nuestra primera experiencia real de elecciones libres.

P. Han elaborado, además, propuestas de paz.

R. Hemos hecho propuestas concretas de paz que ni siquiera la Administración Reagan, con la arrogancia que la caracteriza, se ha dignado responder. ( ... ) En realidad, lo que pretende es doblegarnos, que nos sometamos a su voluntad imperial... Y como no lo hacemos, nos amenaza con mayores agresiones de las que ya padecemos. Toda esta actitud me indica que su voluntad es destruirnos y que ya está decidido el invadirnos directamente.

P. ¿Usted cree que la invasión es algo seguro?,.

R. Por supuesto, me gustaría equivocarme, pero esto no es una fantasía inventada por nosotros ni un recurso dramático para llamar la atención. Esta decisión ya está tomada, aunque muchos países europeos y latinoamericanos no lo crean así. El presidente Reagan ha empleado todas las tácticas que tenía a su alcance: la propaganda, incontables presiones políticas y la propia acción militar. Sólo necesita dar dos pasos más antes de la invasión directa: reforzar las condiciones internas de su país y fabricar una excusa que la justifique. ( ... ) A pesar de que ha logrado convencer al Congreso, Reagan todavía no ha doblegado a la opinión pública norteamericana. Cuanto más habla, menos convence a sus compatriotas. Pienso que uno de sus errores es pretender que Estados Unidos juegue a la vez tres papeles: el de acusador, el de juez y el de verdugo. El caso es que el pueblo norteamericano se resiste a sus pretensiones.

P. ¿Quiere decir que la opinión pública de Estados Unidos actúa como un freno de su presidente?

R. Estoy seguro de que de ella depende, en gran medida, que se gane la paz. Tal vez no se sepa demasiado, pero aquí, en Managua, hay muchos norteamericanos residentes que todos los jueves se manifiestan frente a la Embajada de Estados Unidos. ( ... )

El bloqueo informativo es también muy poderoso y... ¿cómo salvarlo? Hay que inventar nuevos métodos para hacer conocer la verdad. Algunos de estos jóvenes regresarán a sus ciudades para explicar qué está sucediendo aquí. Lo que nuestro pueblo necesita urgentemente es que se genere en el exterior una campaña internacional que detenga los propósitos de la invasión directa. Aun cuando parezca que están agotadas todas las vías, es necesario ser más creativos y audaces. Por esto pensé ocupar esta nueva trinchera de acción.

P. ¿Piensa que se puede combatir con métodos no violentos?

R. No. Hasta ahora hemos luchado con éxito desde cuatro trincheras: la militar, la económica, la jurídica y la diplomática. En la militar, resistimos y vamos ganando. (...)

Con el bloqueo económico han querido aislamos, pero no han podido: contrariamente a lo que se esperaba, hemos logrado mayor solidaridad desde Europa. En la trinchera jurídica estoy seguro de que ganaremos el fallo de la Corte de La Haya. Este caso quedará registrado como el más importante de los procesados por el Tribunal; marcará la ilegalidad de la política de Reagan y un nuevo triunfo de la revolución. También en el plano diplomático Reagan está siendo derrotado. ( ... ) Sé que ninguno de estos frentes de lucha deben ser abandonados; en todo caso, hay que ocuparnos de una quinta trinchera: la teológica.

P. ¿Por qué?

R. La razón es muy simple. Desde hace tiempo Reagan está empleando argumentos religiosos, razones teológicas para agredirnos. Una de sus últimas excusas es sostener que quiere defender a los cristianos, que están siendo perseguidos en Nicaragua.

5 de agosto

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