El Pozo del Tío Raimundo dice adiós a las chabolas
El Pozo del Tío Raimundo, popular barrio situado en un margen de la avenida de Entrevías que llegó a ser una de las mayores bolsas de chabolismo de Europa, celebra su 36º cumpleaños con el adiós a las chabolas. El 15 de junio se entregarán las últimas viviendas de promoción pública a las 150 familias que todavía viven en casas construidas con sus propias manos. Y, para festejar la despedida, cuatro días imparables, con actuaciones de Paco de Lucía, la Orquesta Mondragón y Carlos Cano.
"Érase una vez un pozo...", que diría la historia. Y alrededor del pozo fue surgiendo poco a poco todo un enjambre de chabolas que pidió prestado su nombre. Difícilmente podía intuir el viejo tío Raimundo que su pozo, en un descampado junto a la senda de los Tomateros, llegaría a figurar en medio de una bandera morada a modo de pendón pirata. Con bandera, himno y pasodoble propios, los habitantes del Pozo del Tío Raimundo desprenden un inusual chovinismo con sabor a campechano.El primero en llegar es un asturiano, José Cortina, en 1925. Los cuatro palos de su casa fueron algo así como la primera piedra de los edificios públicos. Poco a poco, llegan campesinos andaluces, extremeños y manchegos, atraídos por, la gran ciudad.
En los años cincuenta comienzan los problemas. A las trabas impuestas por los propietarios de los terrenos se unen las de los guardias civiles, que intentaban en vario detener la construcción de chabolas. La oscuridad se convierte así en el mejor aliado de los moradores del Pozo del Tío Raimundo. De la noche al día surgen cerca de 2.000 chabolas.
La llegada del padre José María de Llanos, en 1955, es todo un revulsivo. El cura rojo tan pronto aparece en el barrio con un puñado de universitarios para poner ladrillos como se mete debajo de una chabola para impedir su derribo.
El año 1956 se estrena con un alcalde democrático, Horacio González, ex condenado a muerte, que logra triunfar en los comicios locales en plena dictadura. Ocho años después 90 familias gitanas se instalan en el vecino poblado de la Alegría. Por aquel entonces, se tenía al Pozo del. Tío Raimundo como una especie de ciudad sin ley. Los grises no entran en el barrio hasta 1969. Para los habitantes del Pozo, la Policía Nacional viene a ser como el Ejército francés en la guerra de la Independencia. Así lo demuestran las palabras de Enriqueta López a la Brigada Político Social: "Si usted es comisario de Vallecas, yo soy comisaria del Pozo".
Ese mismo año se crea la Asociación de Vecinos del Pozo del Tío Raimundo. Ocho años después una circular del Gobierno Civil advierte que o se cambia de nombre "con la adopción de un patronímico propio" o se suspenden sus actividades. "En un acto de chulería", según su presidente, Miguel Ángel Pascual, "decidirnos rebautizamos con el pomposo nombre de Asociación de Vecinos del Pozo del Tío Raimundo del Pozo del Tío Raimundo".
En 1979 comienzan a construirse las primeras viviendas de promoción pública. La tercera y última fase culminará a mediados de junio, cuando las últimas 150 viviendas sean ocupadas por las familias que aún viven en chabolas.
Los habitantes del Pozo, sin embargo, no piensan renunciar a sus señas de identidad. Y en momentos en los que el espíritu nacionalista decaiga nunca faltarán acciones como la de aquel memorable 25 de abril de 1983.
Unos días antes, un inspector de policía llegó a decir en televisión: "De cada diez personas del Pozo del Tío Raimundo, cinco son delincuentes". La comisaría de Entrevías no daba abasto aquel día: cerca de 1.000 vecinos se amontonaron a sus puertas pidiendo a la policía que detuviera al 50%. de ellos.
Programa de fiestas
Para conmemorar el último adiós a las chabolas, la asociación de vecinos ha publicado un libro y ha organizado un amplio programa de festejos. Los pregoneros serán Ana Belén y Víctor Manuel, el 31 de mayo por la tarde. Las fiestas, sin embargo, empiezan hoy con inauguraciones, verbena y la actuación de Paco de Lucía. La Orquesta Mondragón, Labordeta y Carlos Cano actuarán en sucesivas noches. No faltará tampoco la romería popular y una multitudinaria asamblea de vecinos.
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