Los déficit exterior y publico, inferiores a lo que esperaba el Gobierno, mejoran el balance de 1987

La noticia de que la inflación cerró el año pasado cuatro décimas por debajo del 5% de objetivo gubernamental será complementada hoy por el ministro de Economía y Hacienda, Carlos Solchaga, con el anuncio de que también se ha corregido más de lo previsto el desequilibrio del sector público, inferior en algo más de un punto al de 1986, cuando la meta era recortarlo medio punto. En el déficit exterior ha ocurrido lo contrario. Pero los datos de diciembre muestran que el deterioro ha resultado inferior a lo que se temía. Esto permitirá avanzar luna tasa de crecimiento económico entre el 4,5% y el 5%, además de no modificar apenas el cuadro macroeconómico de 1988.

La preocupación observada en Economía hace varias semanas, cuando se temía que las cifras de la balanza de pagos de diciembre obligaran a recortar el excelente balance de 1987 en materia de actividad económica, ha desaparecido en los últimas días, al preparar el avance del año que presentará Carlos Solchaga esta mañana a los medios informativos.Las estimaciones disponibles de la balanza de pagos, todavía muy provisionales, muestran que la firmeza de las exportaciones de mercancías en diciembre ha estado acompañada por un signo similar en las de bienes y servicios, así como por la recuperación de las entradas netas de capitales.

Como las importaciones han moderado de forma paralela sus altas tasas de crecimiento, el balance neto del sector exterior quedará lejos de restar casi tres puntos al crecimiento del producto interior bruto (PIB), como se temía hace varias semanas. En 1986 detrajo 2,7 puntos y los objetivos para 1987 confiaban al aumento de las exportaciones que este efecto contractivo se redujera a 1,7 puntos. Al final quedará en poco más de dos puntos. Pero la demanda interna de consumo e inversión ha rondado el 7% de aumento real, porcentaje duplicado en el caso de la formación bruta de capital.

La mejora derivada de estos datos ha sido reafirmada por un crecimiento de los precios inferior al esperado: 4,6% de subida a final de año para los consumidos y 5,3% de media anual, aunque la mayor moderación de los precios del comercio exterior y de la inversión ha dejado la tasa media de inflación global por debajo del 5%.

Mayor crecimiento

Así las cosas, los datos de la Administración, aun cuando pretenden ser conservadores, reafirman la idea de que la economía española ha crecido entre el 4,5% (la cifra avanzada hace una semana por el Banco de España) y el 5% (la tasa apuntada por el PSOE).

El mayor aumento del producto nacional y de la renta, con tasas nominales próximas al 10%, ha contribuido a mejorar la recaudación fiscal y, como efecto adicional, a reducir el déficit público como porcentaje de dicho PIB. Frente a un crecimiento próximo al 25% en los ingresos, el avance de los gastos ha quedado en torno al 15%. Tanto en términos de caja (ingresos y pagos) como de contabilidad nacional (derechos reconocidos y obligaciones contraídas) el desequilibrio se ha reducido algo más de un punto, frente al objetivo gubernamental de bajarlo medio punto. Los datos que presentará hoy Solchaga en términos de contabilidad nacional incluyen al Estado, sus organismos autónomos y la Seguridad Social, no a las corporaciones locales y a las comunidades autónomas, y señalan que el déficit ha bajado desde el 5,1% de 1986 hasta casi el 4%. La caja del Estado parece haber tenido un desequilibrio muy cercano al previsto para 1988 (el 3,5%).

Con todo, las estimaciones mejor recibidas por los responsables económicos se centran en que, además de haber reducido en un 80% el diferencial de inflación con la Comunidad Europea (CE), la ocupación ha crecido cerca del 3% y la inversión algo más del 15%. Este fuerte dinamismo inversor contrarresta la inquietud despertada por el nuevo tirón del déficit comercial, explicado por el auge de la demanda interna y por la entrada en la CE, pero que está alterando la estructura de la balanza española.

Así, además de haberse concentrado en la CE el 60% del comercio, la renovación a la que asiste el aparato productivo español ha convertido a las importaciones de maquinaria en el principal renglón importador (22% del total de las compras). La tradicional dependencia energética, que todavía en 1983 absorbía el 40% de las compras españolas, ha quedado relegada en porcentaje sobre el total de las importaciones a un 16,3% en 1987, gracias a la moderación de precios del crudo y a la caída del dólar, así como al aumento del conjunto de las compras (23,3%). El menor peso relativo de la factura energética ha sido compensado también por el avance de las importaciones de material de transporte, químicas y textiles. La estructura de las exportaciones ha variado menos; aparte de que las pérdidas relativas de la metalurgia y la energía han sido compensadas por el aumento de las ventas agrícolas, químicas, textiles y de maquinaria, la principal novedad reside en los automóviles: aunque se mantienen como el principal renglón exportador (16,11% del total), el fuerte impacto del consumo privado en las importaciones de piezas y coches no fabricados en España -un 74,8% de aumento en pesetas- casi ha anulado el respiro que esta partida proporcionaba a la balanza comercial.