Oír las declaraciones
del subsecretario de Educación, tras las últimas conversaciones mantenidas con los sindicatos, da la oportunidad de comprender empíricamente algunas tesis filosóficas y, a la vez, orientar la labor docente, en el sentido de materializar proyectos bosquejados en la historia del pensamiento.Afirmar que el fracaso de las conversaciones se debe a la intransigencia de algunos sindicatos y acusar a éstos de falta de conciencia ante las consecuencias del conflicto no es sino colocarse en la órbita de aquellos moralistas políticos de los que ya nos habló Kant: tienen la técnica de los negocios, disponen del poder que por ahora domina, no teniendo la misión de reflexionar, sino la de cumplir lo mandado; refrendan así el estatuto actual como el mejor y ponen en práctica las máximas de fac et excusa, si fecisti, nega y divide et impera.
Si, además, él considera que tales sindicatos muestran una intransigencia producto de la falta de distinción (lo posible y lo que no lo es), entonces podremos ejemplificar cómo los reformadores socialdemócratas, anclados en el programa del Estado social, "han perdido la capacidad de formular las posibilidades futuras de alcanzar una vida colectiva mejor y más segura".
Con esta ejemplificación, nuestros alumnos podrán captar de manera más diáfana el mensaje de Habermas, y nosotros, los docentes, gracias a las declaraciones de nuestros administradores, tenemos asegurada la formación permanente. Oír análisis ministeriales como los del domingo pasado provoca el recuerdo de las palabras de Nietzsche: "Hemos perfeccionado la imagen del devenir, pero no la hemos dejado atrás, adelantándonos a ver lo que hay tras ella". ¿Comprende la Administración? A buen entendedor, tres referencias bastan.-
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