Jeanne Moreau
La actriz francesa, hada madrina de un cineasta soviético maldito
En la vida real también hay hadas madrinas que con su varita mágica rompen los; más inquebrantables maleficios. Para el cineasta soviético Rustam Jamdamov, la actriz francesa Jeanne Moreau ha sido el personaje de cuento que ha puesto un final feliz a sus 20 años de silencio y marginación. Estos días, Jearine Moreau de 62 años, interpreta en la capital soviética el personaje central de Anna Karamazoff, la película de Jamdamov que promete ser uno de los primeros gran des títulos del cine de la perestroika.La historia de esta película es una nueva parábola sobre el poder de la fe para mover montañas. Empezó hace unos años en Moscú, donde Jeanne Moreau representaba tina pieza de teatro. Un día fue a visitarla a su camerino del teatro un individuo que, en francés, dijo ser un director de cine soviético perseguido por el sistema estalinista. Su primera película había sido quemada por la censura y desde entonces no le habían permitido rodar otra. El director malvivía enviando diseños de moda a un industrial italiano.
Cuando Jeanne Moreau le preguntó su nombre, el misterioso personaje respondió solamente: "Yo soy Robinson Crusoe". Luego añadió que no podía entretenerse, que el KGB vigilaba todos sus pasos. Antes de desaparecer, el desconocido confesó a Jeanne Moreau que la consideraba una actriz de la es tirpe: de mujeres como Bette Davis, Marlene Dietrech y Greta Garbo, "una mujer fuerte, que nunca llora".
Tiempo después, Jeanne Moreau recibió en un teatro de Viena, donde actuaba, un grueso sobre sin sellos ni remite. Era el manuscrito en francés del guión de una película llamada Anna Karamazoff. Contenía numerosos diseños e iba firmado por un tal Rustam Jaindamov. Una nota explicaba que Janidamov era el misterioso hombre que un día apareció en el carnerino moscovita. El perseguido director no pretendía nada de la actriz, tan sólo que guardara el texto y, si tenía tiempo, le echara un vistazo.
Jeanne Moreau lo leyó. Se trataba de la historia de una mujer que, en los años cuarenta, regresa a Rusia tras un largo exilio y sólo encuentra tristeza y desolación. Jeanne Moreau decidió de inmediato que ella conseguiría que algún día esa película fuera rodada. Convenció a su amigo Serge Silberman para que aportara el 25% del presupuesto y toda el material sensible. La propia actriz decidió constituirse en coproductora por el procedimiento de interpretar el primer papel del guión y renunciar a todos sus honorarios.
Sólo faltaba que los dioses, en forma de perestroika, hicieran propicios los esfuerzos del hada madrina. Y así fue. En los destartalados estudios Mosfilin, en la capital soviética, donde se rodaron tantas películas de propaganda comunista, la actriz francesa y el ahora rehabilitado director soviético han vuelto a encontrarse.
Jeanne Moreau ha contado al enviado especial del periódico Le Monde que los zapatos de Anna Karamazoff son los mismos que ella llevaba cuando interpretó la Catherine de Jules et Jim, rodada en 1961 y dirigida por el fallecido FranQois Truffaut. Y le ha dicho: "¿Ve usted como no hay que tirar nada?". Ni siquiera un manuscrito enviado por un extraño admirador soviético.
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