Moscú toma medidas drásticas para evitar el desabastecimiento
La gente hizo ayer las acostumbradas colas en las tiendas de Moscú pasaporte en mano, pues de ahora en adelante se debe exhibir el permiso de residencia en la capital para tener derecho a comprar. La restricción no sólo atañe a los alimentos, sino a todas las mercancías. El Ayuntamiento de Moscú tomó esta decisión el fin de semana para tratar de contener la fiebre de acaparamiento causada por el anuncio del Gobierno de subir drásticamente los precios.
Según estimaciones de las autoridades urbanas, alrededor del 40% de los productos de la capital son comprados por habitantes de otras ciudades, que viajan a Moscú especialmente para abastecerse.Actualmente se estudian tres posibilidades para estabilizar la situación comercial en la capital. Una incluye cartillas de racionamiento para todos los productos, otra para algunos y la tercera trata de encontrar soluciones al margen de las cartillas y de las medidas administrativas. El alcalde, Gavriil Popov, dijo que no quería dar detalles sobre esta última variante para impedir que sea aprovechada por la mafia de la economía sumergida. Las distintas posibilidades serán sometidas a la opinión de los moscovitas mediante un referéndum.
El presidente soviético, Mijaíl Gorbachov, que el domingo por la noche, antes de partir hacia Canadá y Estados Unidos, se dirigió por televisión a la población, indirectamente justificó las medidas tomadas por ciudades como Moscú. El principal objetivo de la alocución de Gorbachov fue calmar a la población y tratar de convencerla de que el paso a la economía de mercado permitirá mejorar el nivel de vida.
El programa económico del Gobierno, que ayer siguió díscutiéndose en el Parlamento, ha provocado duras críticas por parte de políticos y economistas. Yuri Chernichenko acusó a los dirigentes comunistas de querer mantener el control sobre sectores clave de la economía. Para Chernichenko, no puede existir "un mercado regulado".
El discurso de Gorbachov
Mientras, en los pasillos se discutía el discurso de Gorbachov. Todos estaban de acuerdo en que el presidente debía hablar para calmar a la población, pero la mayoría se mostraba escéptica con respecto al resultado obtenido. Otros, como el diputado Mijaíl Bocharov, decían que había sido un error que se sometiera el programa al Parlamento. "El Gobierno tenía las facultades necesarias para aplicarlo sin debatir el programa en el Soviet Supremo. Si en el Consejo Presidencial había acuerdo, ¿para qué crear tensiones innecesarias?", opinó."El Gobierno no quiere ser el único responsable de la subida. Sin embargo, en todo país normal se toman decisiones análogas y la población se despierta una mañana con las alzas ya en vigor. Ningún pueblo permanece impasible si sabe que mañana subirán bruscamente los precios. El Gobierno quiere hacer corresponsable al Parlamento", señaló el historiador Roy Medvédev.
Muchos parlamentarios comparten la opinión del diputado leningradense Anatoli Denísov, quien en su discurso en el Soviet Supremo calificó la reforma presentada como "una banal subida de precios" que no acerca a una economía de mercado.
En sus esfuerzos por equilibrar la situación comercial, el Gobierno, según Denísov, ha elegido la vía de limitar la demanda sin ampliar la producción. "Si el Gobierno avanza hacia el mercado, lo hace de espaldas", concluyó.
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