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El Gobierno rumano moviliza al Ejército con "municiones de guerra" contra los mineros

El Gobierno de Rumania anunció anoche el despliegue del Ejército en la capital y su dotación de "municiones de guerra" para hacer frente a la revuelta minera. La dimisión del primer ministro, Petre Roman, v de su Gabinete, aceptada horas antes por el presidente Ion lliescu, no logró aplacar a los miles de mineros llegados a Bucarest el miércoles. También ayer se produjeron numerosos enfrentamientos entre la policía y cientos de mineros del valle de Jiu, quienes irrumpieron en el Parlamento y demolieron sus instalaciones interiores.

El comunicado del Ministerio de Defensa rumano, hecho público a través de la televisión estatal, cuya sede se encontraba rodeada por manifestantes que le lanzaban bombas de mano desde el inicio la tarde, indicaba que las tropas, dotadas de "munición de guerra", se desplegarían en Bucarest para proteger los edificios públicos. Los mineros asaltaron el miércoles la. sede del Gobierno y provocaron incidentes que causaron al menos cuatro muertos y más de doscientos heridos."Aseguramos a la población que el ejército cumplirá su misión con determinación hasta el restablecimiento del orden para continuar con el proceso de democratización y reformas del país", señalaba el comunicado. "Para conseguir estos objetivos", añadía, "os decimos que existe una cooperación perfecta entre el Ministerio de Defensa y los de Interior, Transportes, y Asuntos Exteriores".

El ejército rumano ya había deplegado durante la mañana de ayer carros blindados y ametralladoras pesadas en torno a la sede gubernamental, que se encuentra en la céntrica plaza de la Victoria, y que sufrió diversos daños durante el asalto de los mineros, que fueron apoyados por grupos de ciudadanos que se habían adherido a las manifestaciones antigubernamentales de la víspera.

Unidades antiterroristas y paracaidistas de élite ocuparon el edificio mientras un oficial advirtía por los megáfonos que "esto es un objetivo militar protegido por el ejército y tropas del ministerio del Interior".

El presidente Ion Illescu hizo un nuevo "llamamiento a la calma y la razón" tras anunciar la renuncia del Gobierno de Petre Roman y el comienzo de conversaciones entre todas las fuerzas políticas para que se constituya un "Gobierno de apertura general".

Illescu manifestó que había aceptado la dimisión de Roman -quien en declaraciones a la televisión francesa indicó que Rumanía sufría un golpe de estado comunista- "no por la presión de la calle" sino por 1a incapacidad de este Gobierno para impedir la escalada de los incidentes, evitar la violencia y la destrucción, y garantizar la seguridad de los ciudadanos". El Gobierno dimisionario seguirá en funciones hasta que haya sido constituido el que le reemplazará.

El presidente intentó rebajar la tensión existente en las calles culpando de la violencia del miércoles a "individuos y grupos aislados", y aseguró que representantes de los mineros le habían expresado su pesar por los excesos del día anterior. Los mineros negaron haber comenzado la batalla campal que se extendió por toda la ciudad.

Sin embargo, Petre Roman dijo que los acontecimientos muestran que "el peligro viene del interior" y aseguró que la población rumana "aunque un poco apática no apoya a estos mineros que quieren obtener la disolución de las instituciones democráticas".

"Habitual decisión"

En un comunicado a la agencia oficial Rompres los mineros señalaron que Ias fuerzas del orden malinterpretaron la acción de los mineros y estos, que nunca temieron al terror de Nicolae Ceausescu, respondieron con su habitual decisión y con los medios a su alcance". Los líderes de la protesta señalan que fueron a Bucarest para exigir la congelación de los precios y la subida de los salarios.

Ayer se conocieron más detalles sobre los actos de vandalismo que cometieron a lo largo de todo el trayecto desde el occidental valle de Jiu hasta Bucarest. Secuestraron varios trenes amenazando de muerte a sus tripulaciones, en Cralova demolieron la estación y advirtieron a la policía que de no dejarles el paso libre estaban dispuestos a volar la refinería. También secuestraron numerosos automóviles particulares y en ocasiones maltrataron a sus propietarios. El centro de Bucarest ofrece una imagen desoladora por la destrucción causada. Anoche, los mineros seguían concentrados en el centro de la ciudad y exigían la caída del propio Iliescu pese a los llamamientos de su líder sindical, Miron Cosma, a abandonar pacíficamente la capital. Cosma advirtió ante una gran concentración de mineros que todos habían de regresar a casa "ya que han sido resueltos los problemas" por los que habían acudido a la capital rumana.

"En caso contrario va a haber mucha sangre", dijo Cosma. Sin embargo, muy pocos de los cerca de 10.000 mineros habían emprendido regreso a Jiu.

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