Madrid y el agua
PILAR GARCÍA DOÑOROLa sequía que viene sufriendo Madrid, aliviada ligeramente con las lluvias y los deshielos de los días de la Semana Santa, ha abierto un debate sobre la utilización de los recursos hídricos que atesora la región. La autora de este artículo explica que la demanda de agua en la comunidad autónoma madrileña ha experimentado un fuerte crecimiento (véase gráfico) y propone que se planteen ya medidas al respecto. Entre ellas, aprovechar correctamente los recursos hídricos.
Madrid, capital de España des-de el siglo XVI, cuando contaba con 3.000 habitantes, se abasteció hasta bien entrado el siglo pasado de los viajes (túneles de alcantarillado árabe), construidos para drenar el subsuelo, muchos de ellos en la época musulmana.Al final de la primera mitad del siglo pasado, con una población de 200.000 habitantes, se extraían de los viajes del orden de 6,5 litros de agua por habitante y día (unos 1.300 metros cúbicos por día), lo cual explica la falta de aseo, que llevó a que la fiebre tifoidea fuera endémica en Madrid.
Ya en esa época se conocía la imposibilidad de abastecerse con los recursos obtenidos del drenaje de las arenas del subsuelo y que en esas condiciones la ciudad no era muy recomendable desde el punto de vista sanitario. Circunstancias que llevaron a que los sucesivos gobernantes se preocuparan por dotar a la capital de un abastecimiento que evitase, entre otros males, las epidemias.
En 1848, el entonces ministro de Obras Públicas y presidente del Consejo de Ministros, Juan Bravo Murillo, encargó el estudio y redacción de un proyecto para conducción a Madrid de las aguas del río LozoYa. Las obras fueron acometidas por el Gobierno mediante un real decreto de 18 de junio de 1851.
Creación del Canal
Mediante el citado decreto se crea el Canal de Isabel II como un organismo del Estado y se le encomienda la gestión del abastecimiento. En 1856, las aguas llegan al primer depósito en el Campo de Guardias, para abastecer a una población que ya contaba con unos 250.000 habitantes. En esa época se construye la primera captación de agua superficial y los primeros canales que conducen el agua de la capital.
La consecuencia inmediata de la mejora de la calidad del abastecimiento de agua es el crecimiento extraordinario de la ciudad a partir de la inauguración de la traída de aguas.
Al entrar el presente siglo, sobrepasado el medio millón de habitantes, el consumo de agua alcanza los 25,5 hectómetros cúbicos (millones de metros cúbicos) por año. En 1940, con más de un millón de habitantes, el consumo alcanza la cifra de 101 hectómetros cubicos.
En 1984 se encomienda al Canal de Isabel II, ya integrado en la Comunidad Autónoma de Madrid, la depuración de las aguas residuales.
En la Comunidad de Madrid coexisten varios sistemas de abastecimiento: los municipios que se abastecen a través de la gestión del Canal de Isabel II y que abarcan una población de 4.713.000 habitantes (el 94% de los habitantes de la Comunidad); los que se abastecen de la Mancomunidad de Aguas del Sorbe, que suministra a una población de 161.655 habitantes en el Corredor del Henares; los restantes comprenden una población de 166.129 habitantes, y se abastecen de forma individualizada.
Todos estos habitantes, y los restantes de la Mancomunidad del Sorbe, en Guadalajara, y los que dependen de la cuenca del río Alberche, en Madrid y Toledo, están unidos por la necesidad de compartir los recursos hídricos, y lo estarán aún más en el futuro.
La gestión conjunta de este gran sistema intercomunitarío, que corresponde realizar a la Confederación Hidrográfica del Tajo, integra asimismo los restantes usos del agua, medioambientales, regadíos, hidroeléctricos, etcétera.
El subsistema que incide más directamente en el abastecimiento a Madrid, gestionado por el Canal de Isabel II, está compuesto por 13 grandes embalses, cuatro presas de derivación y 19 grandes conducciones. El mismo presenta ciertas singularidades que hacen que ,merezca una atención especial: es el mayor abastecimiento urbano de España, y necesita recursos de calidad.
Recursos superficiales
Se captan recursos superficiales de los siguientes ríos: Sorbe, Jarama, Lozoya, Guadalix, Manzanares, Guadarrama, Aulencia, Coflo y Alberche; las cuencas vertientes al Sorbe y el Jarama, así como el Cofio y el Alberche, están fuera de la comunidad madrileña; dispone asimismo en exclusiva de la regulación que le proporciona un volumen de embalse útil de 923 hectómetros cúbicos, a los que llega una aportacíón medía anual de 850 hectómetros cúbi-cos en la situación actual, y puede beneficiarse además de los 336 hectómetros cúbicos de volumen útil en los embalses del Alberche y de la derivación existente en el azud del Pozo de los Ramos, en el río Sorbe; a sus redes de abastecimiento puede incorporar unos 70 hectómetros cúbicos al año de aguas subterráneas captables en un conjunto de pozos repartidos por los alrededores de Madrid y que supone cerca del 50% de los recursos subterráneos renovables.
En síntesis, en la actualidad, el consumo de agua a través del Canal de Isabel II es de 592 hectómetros cúbicos, y la demanda está atendida con los recursos hídricos disponibles.
El crecimiento de esta demanda ha experimentado un ritmo muy acelerader,-unos 156 hectómetros cúbicos en los últimos siete años, aunque en el periodo 1981-1991 el aumento de consumo ha sido de 109 hectómetros cúbicos debido a la fuerte caída de 1984 (véase el gráfico).
Las previsiones de crecimiento de la demanda sitúan el consumo futuro en 656 hectómetros cúbicos en el horizonte de 10 an- os,. y en 715 hectómetros cúbicos en el de 20 años.
Por su importancia, debido a las dificultades de poner a punto infraestructuras de regulación con el mismo ritmo de crecimiento, parece obligado dar un tratamiento especial al abastecimiento de Madrid.
-Dicho tratamiento debe consistir en que el Plan Hidrológico, una vez conocidas las alternativas posibles, programe el orden y el momento de comienzo de dichas actividades y además haga un seguimiento continuo del crecimiento del consumo de agua para analizar las desviaciones y, si procede, proponer las medidas correctoras respecto a los plazos.
Es de resaltar que el crecimiento de la oferta de recursos es dificil de mantener, a base de grandes embalses y trasvases desde otras subcuencas, si las demandas continúan con estos ritmos de crecimiento, son y serán cada vez más costosos económica, ambiental e institucionalmente.
A pesar de que en el horizonte del año 2002 del Plan Hidrológico el balance recursos demandas dé agua, con base en los estudios realizados, resulte equilibrado, no debe olvidarse que el sistema puede ser frágil. Supone una gran responsabilidad el que se pueda coartar el crecimiento de esa gran área por falta de agua, pero también es verdad que, si se optimiza, puede conseguirse un uso más racional, con lo cual habrá más recursos disponibles para otros usuarios.
Las actuaciones necesarias para conseguir el máximo grado de aprovechamiento son las de acabar de regular el Jarama y el Sorbe y aplicar una estrategia de explotación que maximice el aprovechamiento de los recursos hídricos. También hay que optimizar el uso conjunto de las aguas superficiales y subterráneas haciendo que la garantía sea máxima, lo cual obligaría a utilizar necesariamente más los recursos que necesitan ser bombeados, aunque sean más onerosos.
Dada la presión futura que va a existir sobre los recursos hídricos de calidad en la comunidad madrileña, está previsto proponer que se reserven para el uso urbano gran parte de los recursos subterráneos en un área geográfica extensa que deberá definirse en el Plan Hidrológico o mediante estudios posteriores si fuera preciso.
Dicho plan deberá estudiar, fomentar e incentivar medidas para el ahorro de agua que incluirán desde campañas educativas, investigación de la detección de fugas, minimización del consumo y la penalización de consumos inútiles.
Reutilización del agua
Asimismo el Plan Hidrológico debería incluir un estudio de reutilización de aguas depuradas para riego de parques, jardines y otras zonas verdes que puedan admitir la sustitución del agua potable por agua depurada; este objetivo debe ser compatible también con el cumplimiento de los compromisos adquiridos con las zonas regables.
Con estas medidas de actuación se iría consiguiendo un ahorro de agua que permitiera retrasar inversiones más costosas. En la hipótesis de un crecimiento de la demanda superior al previsto, además de las medidas ya expuestas, sería necesario captar recursos adicionales, aún sin regular, construyendo nuevos embalses en la cabecera del río Alberche, para lo cual se debería abordar ya, en cual quier caso, un estudio del mejor aprovechamiento posible.
Algunas soluciones serían regular aguas arriba del embalse del Burguillo y en la cuenca del río Cofio. En estas hipótesis se ha comprobado que podría suministrarse a Madrid otros 100 hectómetros cúbicos procedentes, 40 hectómetros del río Cofio y los restantes de los regulables aguas arriba del Burguillo. Teniendo en cuenta que estas alternativas afectarían a la producción hidroeléctrica, al tiempo que podrían implantarse nuevos aprovechamientos de energía eléctrica, debería abordarse la búsqueda de la mejor solución considerando los derechos e intereses de todas las partes implicadas.
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