Las raíces españolas de Orson WeIles
Una investigación descubre un "fascinante y terrorífico" cineasta
Las filmotecas de Madrid y Valencia aunaron hace unos años su esfuerzo para llevar a cabo un minucioso seguimiento de las huellas artísticas y personales de Orson Welles en España, que él consideraba su otra patria y en la que pidió, antes de morir en 1985, que descansaran sus cenizas. Un analista e investigador cinematográfico catalán, Esteve Riambau; y un crítico y profesional de nuestro cine, Juan Cobos, testigo directo de muchos trabajos españoles del cineasta, elaboraron conjuntamente el proyecto y se repartieron el vasto trabajo. El resultado es un libro, Orson Welles, primorosamente editado en dos volúmenes, cuyo contenido cubre una enorme laguna hasta ahora inexplorada de la obra y la vida de Welles, uno de los grandes artistas del siglo."El objetivo del libro", dice Esteve Riambau, "es desvelar todo lo que aportó España al cine de Welles. Esta aportación es muy grande y hasta ahora era conocida aquí sólo fragmentariamente, mientras estaba prácticamente inédita en la abundantísima bibliografía anglosajona sobre el cineasta". "No se trata de investigar sólo las películas que rodó en España, sino ir más allá y descubrir sus vínculos personales con un país que descubrió en 1933, cuando era casi un adolescente, y con el que, a partir de entonces, mantuvo a lo largo de toda su vida una relación profunda, apasionada y mucho más que ocasional. España es en Welles una constante, una cuestión de fondo y permanente". Una España inmortal es el título del volumen escrito por Riambau.
Más allá todavía: "Se trata de descubrir que esta presencia española en su obra no sólo está en sus trabajos aquí, sino que se incorporó a su óptica, a su equipaje mental. Por ejemplo, aunque Welles no viajó aquí durante la guerra civil, la vivió intensamente, y prueba de ello es que representó la tragedia en sus célebres programas radiofónicos. No creo casual que las dos mujeres decisivas de su vida entonces fueran una española de origen, Rita Hayworth, y una mexicana: Dolores del Río".
"Tras su retorno definitivo en l953", añade Riambau, "ya puede comenzarse a hablar de la obra española de Welles " España late, en efecto, en las imágenes y los entresijos de Mister Arkadin, Don Quijote, Campanadas a medianoche, Una historia inmortal, Fakes. "Por otro lado", concluye el crítico catalán, "su estilo cinematográfico estaba tan adelantado a su tiempo, que los españoles que trabajaron con él en los años cincuenta y sesenta no sólo guardan un recuerdo imborrable de esta experiencia, sino que fueron educados en su forma de hacer y concebir el cine. Dejó, por tanto, huellas vivas". En este punto, Juan Cobos, colaborador y amigo personal del cineasta, precisa más: "Era al mismo tiempo fascinante y terrorífico trabajar con Welles. Cuando estaba volcado, al trabajo, estaba tenso y era inagotable. Era un hombre nervioso y su maquinaria mental funcionaba a unas velocidades que quienes le rodeábamos no podíamos seguir. Ése era su lado difícil: creaba en nosotros una gran tensión la necesidad de seguir a su torrente de creatividad. Pero, añade Cobos, "no era, tal como se ha dicho, un cineasta arbitrario en los rodajes, ni caro y dilapidador. Por ejemplo: Campanadas a medianoche, que tiene un reparto muy numeroso, costó medio millón de dólares menos que Paseo por el amor y la muerte, donde John Huston se limita a hacer casi un dúo".
"Trajo a España de Hollywood costumbres de rodaje casi opulentas, pero aquí tuvo que bajar el listón". "Su paso por España modificó a Welles. Para él, España comenzó siendo una idea, la imagen de una manera de vivir, que aprendió siendo muy joven, durante su estancia en Sevilla, o más exactamente en Triana. Y esta idea acabó seduciéndole, enamorándole. Es de ahí, de esa pulsión romántica, de donde nace su obsesión por lo español". España como obsesión se titula su volumen dentro de esta obra. Y añade Cobos: "Y esa obsesión por España está en su cine, lo alimenta e incluso lo da forma".
Babelia
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