Los comunistas, a punto de 'reconquistar' el poder en Bielorrusia tras la destitución del presidente
Los comunistas parecían ayer estar a punto de completar la reconquista de la república de Bielorrusia, tras el defenestramiento, el día anterior, del presidente del Parlamento (que también ejerce las funciones de jefe del Estado), Stanislav Shushkévich, un moderado reformista que, tras ser acusado de corrupción, fue destituido en votación secreta por 209 votos contra 36. El fortalecimiento de la posición de las antiguas oligarquías comunistas coincide con el cambio de tendencia que afecta a las élites políticas en Rusia y que supone una orientación más conservadora en economía y un proceso de reintegración del antiguo espacio soviético en lo económico, en lo político y en lo militar.
Junto con el líder ruso, Borís Yeltsin, y el presidente de Ucrania, Leonid , Kravchuk, Shushkévich, un físico nuclear y ex rector de la Universidad de Minsk, fue uno de los tres coprotagonistas de la cumbre eslava que, el 8 de diciembre de 199 1, selló la desaparición de la Unión Soviética.El historiador Zianón Pazniak, líder de la oposición democrática de Bielorrusia, valoró el cese de Shuslikévich como un "paulatino golpe de Estado comunista", cuyo fin, según dijo, es la liquidación del Estado bielorruso y la implantación de la dictadura de [el jefe del Gobierno] Viacheslav Kébich".
La destitución de Shushkévich ha sido la culminación de las tensiones existentes entre la antigua oligarquía comunista, mayoritaria en el Parlamento, la oposición minoritaria, representada por los centristas y el Frente Popular de Bielorrusia. Kébich, por su parte, consiguió superar un voto de censura en el Parlamento, ya que 101 diputados votaron a su favor y 175 en contra de su defenestración. La moción de confianza contra Shuslikévich y Kébich se basa ba formalmente, en ambos casos, en la falta de medidas contra la corrupción y la falta del control sobre las fuerzas del orden público.
Las tensiones, que se habían mantenido latentes durante casi dos años en Bielorrusia, estallaron a principios de enero. El motivo fue la extradición de los ex dirigentes comunistas fituanos, Mykolas Burokevicius y Juozas Jermalavicius, acusados en su país de provocar los sucesos que costaron la vida a una veintena de personas el 13 de enero de 1991 en la torre de la televisión de Vilna.
El desarrollo de los acontecimientos en Bielorrusia es uno de los elementos de un cuadro más global. La caída de Shushkévich, cuyos esfuerzos por realizar una reforma económica habían recibido recientemente en Minsk el espaldarazo del presidente norteamericano, Bill Clinton, coincide con el relevo del equipo reformista en Rusia por otro más conservador.
En Moscú, el politólogo Emil Pain, miembro del Consejo Presidencial, manifestó que era posible que los "camaradas" bielorrusos no se hubieran atrevido a echar a Shuskévich, "si no hubieran sentido el fortalecimiento de posiciones de sus correligionarios no sólo en el Parlamento ruso, sino también e el Gobierno de la Federación Rusa". Según Pain, los acontecimientos de Mirisk pueden ser calificados de un "Primero de Mayo bielorruso", es decir, "una fiesta de solidaridad de todos los comunistas de la ex URSS", que están realizando una "contrarrevolución sigilosa".
Bielorrusia se ha incorporado al tratado de seguridad colectiva vertebrado en torno a Rusia y se dispone a unificar su moneda, llamada popularmente el "conejito", con el rublo. Los analistas pronostican que Kébich, antiguo miembro de la dirección comunista, tiene grandes posibilidades de éxito si se llegan a celebrar elecciones presidenciales.
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