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Una mujer denuncia que el portero de una discoteca le prohibió entrar "por negra"

"Hay muchas cosas que los suramericanos nos callamos, pero que no te dejen entrar en una discoteca no se puede aguantar". Maura Chávez, una hondureña de 38 años nacionalizada española, denunció el sábado por la noche en la comisaría de Centro que el portero de la sala de fiestas Golden (en la Gran Vía) le había vedado la entrada al local por ser "negra". El encargado del local, Francisco Muñoz, niega que se le dijese tal cosa. "El aforo del local estaba completo y, lógicamente, no dejábamos pasar a nadie", aduce.

Maura Chávez, que trabaja en la casa del escritor Antonio Martínez Sarrión, afirma que en los 18 años que lleva viviendo en España jamás le había sucedido nada igual, pero que, desde hace un año, ella y sus dos hijos empezaron a sufrir las dentelladas de la intolerancia.El sábado, según su versión, había quedado con su hijo mayor (de 21 años) y su novia para celebrar el cumpleaños de ésta. La pareja también tiene problemas porque los padres de la chica no quieren que su hija salga "con un gitano", recuerda Maura que le llegó a decir la madre de la joven. Incluso llegaron a denunciar al chico para ver si le expulsaban de España por carecer de permiso de residencia, según explica Maura. Sus hijos no son inmigrantes ilegales: son hijos de una ciudadana española.

"Hacia las diez y media de la noche, cuando iba a pagar la entrada, el portero me dijo que había que tener mesa reservada para poder entrar", explica Chávez. "Le contesté que yo había estado hace un mes con una amiga española en el local sin reservar mesa, y entonces me dijo que sus jefes le prohibían dejar entrar a gente negra , prosigue. "Al avisarle de que le iba a denunciar por racismo me contestó: 'Vete a la comisaría, que está aquí atrás, a ver si te detienen, porque a lo mejor estás indocumentada'. Yo le enseñé mi carné de identidad". Maura explica que le pidió al portero que la dejase mirar en la sala si se encontraba ya su hijo. "Me dijo que abajo no había nadie de mi color", solloza.

Mesas reservadas

El encargado del local niega la versión de Chávez. Ni siquiera reservan mesas, sólo tienen seis o siete para los clientes habituales, que las ocupan a primera hora, según dice. "Simplemente, el aforo [850 personas] estaba completo y no se dejó entrar a ningún cliente". "Aquí vienen muchos suramericanos negros y mulatos y nunca se le ha impedido la entrada a nadie por eso", dice. "Sólo negamos el paso a aquellas personas que vienen mal vestidas o bebidas y sospechamos que pueden causar problemas", añade. ¿Era el caso? "No sé, yo estaba cenando a esa hora, imagino que no", responde.Chávez afirma que otros clientes entraban mientras ella permanecía en la puerta y que algunos incluso la animaron a denunciar la actuación del portero. Ella se dirigió a la comisaría de Centro y presentó la denuncia. "El comisario me dijo: 'Pues yo no veo que tengas ningún color raro", recuerda.

Después volvió a la discoteca y advirtió al portero. "Me contestó que a él no le iba a pasar nada". Maura volvió a casa. Poco después de medianoche llegó su hijo, quien no entró en la discoteca Golden porque consideró que la clientela era bastante mayor.

"Me he pasado la noche llorando, me sentí muy humillada", dice. "Yo soy morena clara. Cuando sufres el racismo sin ser negra piensas: 'Dios mío, lo que tienen que pasar los negros de verdad", exclama. Ella cree que en los últimos tiempos ha aumentado este tipo de comportamiento, tal vez porque la estadística en su casa es escalofriante: sus hijos han pasado en un año por un par de episodios de rechazo e incluso agresión.

Ambos fueron despedidos del bar donde trabajaban porque el mayor se enamoró de la hija del dueño, y el menor, de 19 años, sufrió una agresión, no denunciada, hace un año en la parada del autobús.

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