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El manantial Ibercorp-Banesto

Las secciones de economía de los periódicos se han transformado estos días en páginas de sucesos. Sus protagonistas son jueces, más o menos diligentes, policías e investigadores privados, estafadores presuntos, y abogados. Aún cuando ciertos pioneros de los "dossiers" a los que ahora se llama con el nombre más inofensivo de "informes comerciales"- han pasado a la cárcel, como ocurre con Javier de la Rosa, los métodos que éste practicó siguen en pie. Días pasados, por ejemplo, la disputa que, tiene lugar entre diferentes facciones de la empresa Puleva, llevó a uno de los bandos, encabezado por Rafael Pérez Pire, a encargar y distribuir uno de esos informes para destruir a su rival en la compañía, el financiero Manuel Rein.El verdadero gran "dossier" en este país, hoy día, está abierto al gran público: se llama Registro Mercantil. Las sociedades y compañías están obligadas por ley a entregar puntualmente al Registro sus memorias, estatutos y cuentas. Y en éste se ha podido hallar un nuevo dato para reconstruir la historia del caso Ibercorp, que ha sido el escenario donde se ha ensayado con más éxito y mayor profesionalismo la batalla entre bandas rivales, con información muchas veces veraz, para conseguir el objetivo de desestabilizar. Ese dato se refiere a una sociedad de Arturo Romaní, ex vicepresidente de Banesto y ex consejero delegado de la Corporación Industrial. Se trata de Proyectos Manantial.

Según se ha comentado (ver EL PAÍS, domingo 30- de noviembre), Mario Conde, en nombre de Banesto, y Jaime Soto, del Grupo Financiero Ibercorp, llegaron a un acuerdo a mediados de diciembre de 1991 por el cual el citado banco se haría cargo de tres sociedades en la que se concentraba la autocartera de la empresa Sistemas Financieros (SF). Esas tres instrumentales (Beut, Supraholding y Triholding) poseía el 14,33% de SF, y no como se dijo en su día un 5%. De una autocartera del orden del 25%, Conde aceptaba aparcar por un año casi el 15%.

La sociedad Corpoban, propiedad de la Corporación Industrial Banesto, por tanto, adquirió dos de las tres compañías: Beut (4,75% de SF), y Supraholding (4,60% de SF). ¿Y la tercera, es decir, Triholding, que poseía otro 4,98%? No apareció nunca en la Corporación Industrial. Pero efectivamente también se aparcó. La sociedad Proyectos Manantial SA, más tarde transformada en sociedad limitada, adquirió Triholding también el 19 de diciembre de 1991 con compromiso de recompra a un año por valor de 15.245.497 pesetas. Dicha sociedad pertenece a Romani y, como administradora única, figura, al igual que en otras empresas vinculadas al ex vicepresidente, Elena Garcia Baquedano, española, casada, administrativa, de 35 años, con domicilio profesional en Madrid, calle Conde de Aranda número 14. Es donde funciona el despacho de Romaní. Es curioso: en su memoria de 1992, la citada compañía dice que "Proyectos Manantial es una sociedad limitada que, desde su constitución, no ha tenido actividad alguna hasta el ejercicio l992".

Conde no informó sobre estas operaciones de aparcamiento, pese a que Corpoban había adquirido dos sociedades (Beut y Supraholding) que poseían el 9,73% de SF, es decir, superaba el techo del 5%. La Comisión del Mercado de Valores (CNMV) descubrió el citado aparcamiento cuando desembarcó en Ibercorp. Nunca supo nada de Triholding. Ya al concretarse, en diciembre de 1991, se hizo cargo de su instrumentalización el secretario del consejo de la Corporación, César Albiñana, quien garantizó a los representantes de Ibercorp que los contratos serían guardados con especial, celo para que nadie pudiera enterarse.

Mucho antes de meterse en este baile, Conde ya había reunido diversas informaciones sobre las dificultades de Ibercorp. El abogado Matías Cortés había trabajado para Manuel de la Concha y Jaime Soto en dos asuntos (contencioso con el empresario José Luis Carrillo y negociación para la entrada de Javier de la Rosa). Cortés, según recuerdan sus clientes, les dijo que la apertura de una negociación con De la Rosa era un hecho que no podía ocultar a Conde, de quien era asesor. Al margen de este hecho, Cortés no transmitió información sobre los problemas de Ibercorp a Mario Conde.

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