Los refugiados bosnios votaron con 'apartheid'
Con el escrutinio en marcha y los primeros resultados esperados hoy, comienza a perfilarse la ambivalente imagen de las elecciones generales de Bosnia-Herzegovina. Los comicios se han caracterizado por una participación claramente menor de la esperada, que no llega al 70% según la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa , y una abierta inhibición por parte los refugiados bosnios musulmanes para cruzar las líneas de separación y que votaron condiciones de apartheid en sus antiguos lugares de residencia.
Desde el sábado por la noche, las organizaciones internacionales envueltas en el desarrollo de los comicios, no dejan de echarse flores por el trabajo realizado y la ausencia de incidentes relevantes. El jefe de las fuerzas terrestres de la OTAN en Bosnia, general Michael Walker, lo resumió jubiloso: "Hemos abierto las puertas de la democracia".Todo sugiere que la petición del partido gobernante bosniomusulmán (SDA) el mismo sábado para que se anulen los comicios por las irregularidades que, según asegura, se produjeron en el territorio serbobosnio, irá al mismo cesto que la demanda serbia de paralizar el proceso. Las autoridades electorales de Pale solicitaron ayer detener el escrutinio en la Republika Srpska alegando anomalías en el voto de los serbios registrados en el extranjero. El recuento fue interrumpido brevemente y continuó después de que tres representantes de la comisión electoral prometieran una investigación de las quejas. La OSCE difundió un comunicado en el que se otorga tres días de plazo para decidir sobre la petición de nulidad del partido de Izetbegovic.
A la espera del dictamen técnico de los observadores intemacionales, las fuerzas motrices del proceso político bosnio han dejado meridianamente claro que las elecciones, pese a sus "irregularidades técnicas", han reunido los requisitos necesarios para su legitimación. Así lo cree también Javier Rupérez, presidente de la asamblea parlamentaria de la OSCE, que ha seguido en Sarajevo el proceso electoral.
El representante personal de Clinton, Richard Holbrooke; el jefe supremo de la OTAN en Bosnia, el almirante norteamericano Joseph López; la oficina del plenipotenciario civil, Carl Bildt, la OSCE, todos se han felicitado por su desarrollo y han coincidido en considerar como menores los incidentes registrados. Holbrooke, que ayer se entrevistó en Belgrado con el presidente Slobodan Milosevic, bendijo los comicios el mismo sábado por la noche y desechó como típicamente propagandística la petición de nulidad del partido gobernante en la Federación. El diplomático estadounidense, de vuelta a Sarajevo, ha anunciado un encuentro en los próximos días en París entre Milosevic y el actual presidente bosnio, Alia Izetbegovic.
Aparte las de numerosos votantes, las únicas voces discordantes sobre el desarrollo de los comicios -los primeros tras casi cuatro años de guerra en Bosnia y el fermento teórico de un nuevo Estado unificado de musulmanes, serbios y croatas- son las de grupos independientes internacionales que han seguido el proceso. Sus críticas frontales se centran en la intimidación y la total falta de libertad de información durante la campaña electoral, así como en el imposible retorno de los refugiados y la ficción de la libertad de movimiento en el país balcánico. El Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR), por boca de su portavoz Chris Janowski, ha puesto también serios reparos a la forma en que se condujo la votación del sábado.
La guinda anecdótica, para organizaciones como el Grupo Intemacional de Crisis, el Comité Helsinki o el Instituto para la Guerra y la Paz, es que Radovan Karadzic, el líder serbobosnio buscado como genocida por el Tribunal de La Haya, votase en el colegio número 6 de la Republika Srpska, cerca de Pale.
Junto con la modesta participación ciudadana en unas elecciones supuestamente históricas, el aspecto más destacado de los comicios presidenciales y generales bosnios es el escaso número de refugiados musulmanes que se decidieron a cruzar las líneas de separación -la mitad de la cifra más pesimista entre las avanzadas- y las condiciones en que desarrolló su votación en las localidades donde residieron y de las que fueron expulsados por los serbios.
La logística prevista por la OTAN en su escenario de pesadilla contaba con hasta 150.000 desplazados entrando a territorio serbio y bloqueando en sus autocares las 19 rutas designadas. En su lugar, la ONU y la OSCE calcularon ayer que pasaron la raya unas 20.000 personas. La estimación era juzgada optimista por los observadores de ACNUR, que vieron numerosos autobuses semivacíos. En opinión de ACNUR, el miedo ha sido el factor determinante en esta abstención musulmana. Por parte serbia, unas 4.000 personas pasaron a territorio de la Federación.
La ONU, la OSCE y la OTAN echan balones fuera y se consideran ajenos a las condiciones de segregación étnica en que se desarrolló el voto de los musulmanes. Vigilados estrechamente por la policía serbia y las fuerzas de la Alianza, acudieron a colegios especiales en la periferia de las localidades, a veces en tiendas de campaña, donde estaban inscritos. En ningún momento se les permitió entrar a los pueblos o ciudades purificadas donde vivían.
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