Violencia

Soy una enfermera del hospital Gregorio Marañón de Madrid. En la unidad en la que trabajo, una gran mayoría de los pacientes que ingresan sufren, además de una terrible enfermedad, un desarraigo social importante, debido a un bajo nivel educacional y a una precaria situación económica. A todo ello cabe añadir el que muchos de ellos son o han sido adictos a drogas y están acostumbrados a utilizar la violencia en su medio habitual para conseguir sus fines. Ante la escalada de violencia que venía produciéndose en los últimos meses en dicha unidad, los trabajadores de la misma y de unidades adyacentes solicitamos a la gerencia del hospital la presencia de personal de seguridad permanente como medida disuasoria y de control. No obtuvimos ninguna respuesta.El sábado 19 de abril sufrí unas agresiones verbales y físicas por parte de los familiares de un paciente, como resultado de las cuales tuve que ser atendida en las urgencias de dicho hospital. La causa de dicha agresión fue el ruego para que se cumpliera una normativa del propio hospital sobre acompañantes de enfermos. Frente a esta respuesta violenta, la institución se inhibió y ni reconvino a los agresores ni les prohibió la entrada en el centro hospitalario, con lo que ello puede suponer de refuerzo de dicha conducta ante el resto de los usuarios. Mientras tanto, el personal que trabaja en dicha unidad nos sentimos abrumados ante la paradoja que supone cumplir con nuestras funciones -enmarcadas dentro de la normativa del hospital y de las decisiones médicas sobre el tratamiento de estos pacientes- en un medio tan amenazante, sin que la institución pueda garantizar nuestra integridad física.-