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Las fuerzas de la ONU dejan Haití en la misma desolación que cuando llegaron

Cuando 20.000 soldados estadounidenses aterrizaron en Haití en septiembre de 1994 para restaurar en el poder al presidente electo, Jean-Bertrand Aristide, después de tres años de dictadura militar, fueron recibidos con entusiasmo. Para el haitiano medio, la llegada de los soldados y de un ejército de donantes parecía señalar el alba de una nueva era de estabilidad y crecimiento económico. Pero el mandato de la ONU que hizo posible esa intervención ha vencido, víctima de la exasperación internacional ante la falta de progreso enHaití.

Cuando ayer comenzó la retirada de los 1.400 soldados canadienses y paquistaníes del cuerpo de paz, último reducto de aquella fuerza militar, dejaron atrás un país casi igual de pobre, desesperado y paralizado que cuando llegaron.Durante los últimos seis meses, desde que dimitió el primer ministro, Rosny Smarth, mientras declaraba amargamente que en su país "el poder es una enfermedad", Haití ha estado sin gobierno. Un primer intento de nombrar un sucesor fue frustrado por la disputa entre facciones de la coalición Lavalas. El segundo intento está ahora parado en el Parlamento sin ni siquiera una fecha para su discusión.

Por culpa de ese atolladero político, no se puede aprobar ningún presupuesto, se acelera la descomposición de carreteras y líneas de telefóno, y el abastecimiento de electricidad y agua. Además, todavía quedan más de mil millones de dólares (cerca de 150.000 millones de pesetas) en ayuda extranjera sin gastar.

Como resultado, se calcula que más de la mitad de la población activa está sin trabajo, el coste de la vida aumenta de forma. precipitada y crece la frustración con el presidente René Préval y su gabinete provisional entre la población y los donantes de ayuda internacional.

"No hay un Estado en funcionamiento, y el país no puede esperar a que aparezca uno o a que sea construido", dice Enrique Horst, el director saliente de la misión de la ONU. Haití también corre el riesgo, añadió, de que la comunidad internacional "pierda la esperanza con el paciente antes de que éste abandone los cuidados intensivos".

Muchos haitianos creen que, sin una presencia militar y diplomática extranjera para mediar en disputas internas, la situación sólo puede empeorar. Una manifestación de la crisis particularmente alarmante para EE UU fue la intercepción el pasado 20 de noviembre de un viejo barco de pesca en las costas de Miami con 417 haitianos a bordo. Era el grupo más grande desde hace dos años. Miles de balseros huyeron al Estado norteamericano de Florida entre 1993 y 1994, en plena represión militar.

Elegido por una mayoría abrumadora en diciembre de 1990, Aristide, ex cura populista y orador arrebatador, asumió el poder en febrero de 1991, pero fue derrocado por un golpe siete meses más tarde. Después de tres años en el exilio, EE UU eligió utilizar la fuerza para restaurarle en el poder, en 1994. En 1995 no pudo presentarse a las elecciones -la Constitución no permite la reelección inmediata- y el vencedor fue René Préval.

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