"En Madrid hay que caminar, a partir de ahí viene la poesía"
Madrid le pareció un espacio sideral cuando, de niña, lo visitó desde las escaleras mecánicas de unos grandes almacenes. Vivía entonces donde nació, en Elda, Alicante, en 1957, y su viaje a la capital fue un regalo de su padre por sus buenas notas en el colegio. Después se dedicó a los estudios de Filosofía y Letras y, ya filósofa, se instaló en Madrid en el año 1979, donde daría rienda suelta al diseño. "Una carrera de humanidades es siempre necesaria para trabajar en cualquier cosa", comenta. La verdad es que de la universalidad del pensamiento planeó directamente hacia la concreción práctica de los zapatos. Su nombre este año está de celebración. Veinte años en el oficio, un total de cuarenta colecciones, dos por año, y ventas en 38 países del mundo. Toda esta historia está directamente relacionada con Madrid, una ciudad que pasea de arriba abajo con un zapato cómodo y sin mirar al suelo, ni siquiera por deformación profesional. No le gusta mirar los pies. "Mejor hacia arriba, te sube la moral".Pregunta. ¿Es que nos calzamos tan mal?
Respuesta. No, pero prefiero mirar las cúpulas de los edificios, aprovecharme de esa visión que no tenemos desde el coche. Esta ciudad está llena de estímulos y hecha para caminar sobre ella. ¡Y hago recorridos que podrían asustar!
P. ¿Cree que la gente camina mucho?
R. No, pero aún Madrid es una de las ciudades que más lo permite...
P. ¿La filosofía le ha ayudado a entender mejor el suelo, lo terreno...?
R. La verdadera inteligencia reside en unir la parte más teórica y la más práctica. De la cabeza a los pies.
P. ¿Une el calzado las dos cosas?
R. Sí. Y sirve para caminar.
P. Un estudio asegura que el hombre español es el que tiene los pies más anchos de la Unión Europea.
R. Pero creo que esto se da más en el hombre rural, por el uso de zapatos excesivamente blandos como los deportivos o las zapatillas de esparto.
P. A las mujeres, las páginas de moda nos muestran un otoño-invierno con auténticos taconazos... Pero esto no encaja con las prisas de la ciudad.
R. El tacón queda relegado a ocasiones especiales, o subiendo directamente a un taxi... Además, atención, que más de cinco centímetros ya hace que nuestra espalda se resienta.
P. En Madrid, ¿cuáles son los mayores enemigos para los zapatos?
R. Buf... los respiraderos del metro, las baldosas que se han roto, cualesquiera de esas trampillas que proliferan por doquier, lo mismo que los miles de agujeros, las rejillas...
P. Luego Madrid parece que está llena de estímulos para la cabeza y trampillas para el calzado.
P. Sí, pero hay que caminar. A partir de ahí ya viene la poesía.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.