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Reportaje:

Los motores ocultos de la globalización

Un foro internacional busca respuestas ante el desconcierto planteado por el nuevo orden mundial

Guillermo Altares

Miles de jóvenes de todo el mundo reunidos bajo las mismas pancartas en Gotemburgo o grandes redes de comunicación que pueden llegar a acumular todo el conocimiento del planeta, transferencias financieras incontrolables o una justicia global que empieza a funcionar. Todos estos hechos, tan diversos, tan importantes, forman parte de un mismo concepto: la globalización, un fenómeno crucial para comprender el siglo XXI, sobre el que se han escrito miles de páginas, pero muchas de cuyas ramificaciones siguen inexploradas.

El objetivo del seminario Globalofobia y globalofilia. Pros y contras de la globalización, que comenzó ayer en El Escorial dentro los Curso de Verano de la Complutense, es precisamente trazar un estado de la cuestión en esta materia. 'Una pregunta clave es saber si en la antiglobalización está la respuesta crítica a la globalización', señaló Andrés Ortega, editorialista de EL PAÍS, en la presentación del curso que dirige junto al politólogo Fernando Vallespín.

Nadie mejor que la catedrática de Sociología de la Universidad de Chicago Saskia Sassen, autora de trabajos fundamentales como La globalización y sus ambivalencias, para aclarar muchas zonas de sombra. 'La globalización tiene una organización especial en los mercados de consumo, donde las empresas tienen interés en captar el imaginario público, pero no ocurre lo mismo en el mundo financiero. En 1993, China adoptó pautas internacionales para la contabilidad de sus empresas que operan en el extranjero, mucho antes que EE UU o Japón', señaló Sassen. 'A la arquitectura del sistema global económico no le importa nada que no se pueda insertar en los circuitos internacionales', agregó.

Saskia Sassen también analizó uno de los principales mitos de la globalización: la presunta desaparición del Estado frente a estructuras mayores. 'La relación entre este fenómeno y el Estado tiene muchas más ambigüedades que las que se ven a primera vista. Algunas partes de los Estados nacionales ganan en poder, como los ministerios de finanzas, mientras que otras pierden', manifestó la catedrática, quien puso como ejemplo que muchos problemas entre empresas internacionales ya no se resuelven en los tribunales, sino a través de contratos privados. Pero, en el sentido contrario, también destacó los avances en la justicia internacional que se han producido en los últimos años en el campo de los derechos humanos.

Manifestaciones

Y, naturalmente, durante el debate surgió el tema de las manifestaciones antiglobalización. 'Es un activismo que se manifiesta localmente, pero con extensión global. Son ciudadanos que sienten que pueden reclamar sus derechos en Estados que no son los suyos', dijo Sassen. El asunto de las manifestaciones que acompañan, cada vez con mayor intensidad, a los grandes foros internacionales surgirá muchas veces durante este seminario, en el que está prevista la participación de John Gray, de la London School of Economics; del sociólogo francés Alain Touraine; de Susan George, presidenta del Observatorio sobre Globalización de París; de Juan Luis Cebrián, consejero-delegado de PRISA, o de Miquel Nadal, secretario de Estado de Asuntos Exteriores.

'La violencia que surge en las manifestaciones antiglobalización es algo anecdótico, que hay que evitar porque no forma parte de estos movimientos', señaló por su parte Narcis Serra, ex vicepresidente del Gobierno socialista en su intervención Globalización y terceras vías. 'Los movimientos sociales son un motor fundamental, y en este caso necesitan más tiempo para estructurarse', agregó.

El poder de la UE

La globalización es tal vez un fenómeno inexorable, pero no incontrolable. Tanto Saskia Sassen como Narcís Serra manifestaron que es algo que se está formando y que puede ser aprovechado políticamente. En este sentido, Narcís Serra destacó el papel que la Unión Europea, gobernada en su mayoría por Ejecutivos socialistas, puede llegar a tener en el mundo 'en la defensa de los derechos humanos'. 'Uno de los problemas de las terceras vías es que, hasta ahora, no han trabado una política conjunta en respuesta a la globalización; ni siquiera hay consenso. Por ejemplo, es evidente que la UE no se puede defender a sí misma de una agresión exterior; necesitaría a Estados Unidos. Pero puede tener una capacidad propia para hacer misiones de paz en coordinación con la ONU', señaló Serra, quien insistió en la necesidad de que Europa marque cada vez más sus propios objetivos en política internacional. Esta política debería reforzar el papel de los organismos internacionales, de los mecanismos de control de los capitales. 'Europa se tiene que convertir en un motor mundial para regular la globalización', señaló el ex vicepresidente español, quien aseguró que el primer ministro francés, Lionel Jospin, había lanzado ideas similares en un reciente discurso en Río de Janeiro. 'La globalización es algo que hay que aprender a construir y gobernar', agregó. Saskia Sassen dijo en el mismo sentido que hay numerosos grupos de derechos humanos o de feminismo que 'ya están inmersos en un proyecto ideológico global'.

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Sobre la firma

Guillermo Altares
Es redactor jefe de Cultura en EL PAÍS. Ha pasado por las secciones de Internacional, Reportajes e Ideas, viajado como enviado especial a numerosos países –entre ellos Afganistán, Irak y Líbano– y formado parte del equipo de editorialistas. Es autor de ‘Una lección olvidada’, que recibió el premio al mejor ensayo de las librerías de Madrid.

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