Armas inteligentes y amenazas a la privacidad
Tarjetas inteligentes, documentos inteligentes...armas inteligentes. La Casa Blanca está interesada en una pistola que sólo puede funcionar en manos de su propietario o de la persona autorizada. Sólo dispara a través de un sistema que identifique, desde la empuñadura, las huellas y los pliegues de la palma de la mano. Las aplicaciones de la biometría son ahora profusamente estudiadas por los expertos en seguridad.
Pero esos mismos expertos son conscientes de que estas novedades no sólo requieren una fuerte inversión sino una preparación especial de quienes han de manipular las nuevas tencnologías. Ha de formarse al personal y, en este sentido, hay mucho por hacer. Todos los aeropuertos dependen para su funcionamiento de servicios externos, cuyo personal está normalmente mal preparado. Y hay casos peores: Argenbright Holdings Ltd., una de las empresas que da mayor servicio a los aeropuertos, entre otros de trabajadores para usar el detector de metales, fue sancionada con una multa el pasado mes de mayo, al probarse que había falsificado certificados de formación de sus empleados.
Derechos civiles
Las nuevas tecnologías llevan tiempo sembrando la alarma entre los colectivos que defienden la privacidad y los derechos civiles, preocupados porque los ciudadanos ya se ven obligados a dar demasiada información para participar en Internet. Aumentar esta información con datos físicos o biológicos de la persona parece una forma de reforzar dicha amenaza. El senador demócrata por Los Ángeles, Kevin Murray, es partidario de proponer una ley que prohiba el comercio de datos biométricos de los ciudadanos sin su consentimiento. Y qué decir de aquellos datos biométricos que puedan ser susceptibles de establecer unas diferencias entre unas etnias y otras. 'El cuerpo, en algún sentido, sería comercializado con un estigma, el signo de la carne', escribía el filósofo holandés Irma van der Ploeg, 'signos, por otra parte, que convertirían el cuerpo de un individuo en un testigo contra sí mismo'.
Por eso, las compañías dedicadas a la biometría tratan de vender que sus inventos son la solución, no el problema aunque la imaginación es libre: ¿qué ocurriría si se generaliza el uso del ADN para labores de identificación?. Un experto, Ed Murrer, de la empresa Veridicom, especulaba sobre una película en la que los ciudadanos eran juzgados más por sus genes que por sus actos. 'Desde luego', decía Murrer, 'No pienso dar una sola gota de sangre para hacer una transferencia'.
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