El acusado del crimen de Cervera insiste durante el juicio en que es inocente

El ministerio fiscal solicita un total de 33 años de prisión para Serafín Cervilla, el vecino de Cervera (Segarra) acusado de la violación y brutal asesinato de su novia, hechos ocurridos en un descampado de las afueras de esa localidad el 15 de febrero de 1999. En la primera sesión del juicio contra Cervilla, celebrada ayer en la Audiencia de Lleida, el acusado, que salió en libertad bajo fianza tras permanecer siete meses en la cárcel, reiteró su inocencia.

Con la misma frialdad demostrada a lo largo del proceso, Cervilla volvió a reclamar que se encuentre al verdadero asesino de Marina Ruiz, de 23 años, cuyo cadáver fue encontrado desnudo sobre las vías del tren, a unos dos kilómetros de la estación de Cervera, con la cabeza destrozada, un mordisco en el pecho y un desgarro vaginal y anal.

La autopsia reveló que la mujer, con la que el acusado tenía intención de casarse, tuvo una muerte muy cruel. El suceso causó una gran conmoción en Cervera y, antes de ser detenido, Cervilla encabezó manifestaciones vecinales e intervino en programas de radio y televisión para exigir que se hiciera justicia.

Según el relato de la acusación, Cervilla abordó a Marina cerca de la empresa en la que trabajaba, en el polígono industrial de Cervera, y la asesinó con gran brutalidad. Primero le golpeó en la cabeza con una barra de hierro hasta dejarla inconsciente en el suelo y a continuación, con ánimo libidinoso, desnudó a la víctima, le mordió en el pecho izquierdo y le introdujo la barra por la vagina y el ano. Finalmente, la estranguló presionando el cuello con las dos manos contra la vía del tren.

Cervilla ha negado siempre la autoría del crimen y ayer, en la primera sesión del juicio, perfiló una relación de pareja casi idílica con Marina. Sin embargo, la fiscal describió al acusado como una persona muy celosa que no soportaba que su compañera tuviera amistades masculinas. La fiscal señaló que las relaciones de la pareja atravesaban un momento difícil y que en los días anteriores al asesinato Cervilla y su novia discutieron en varias ocasiones.

Prueba incriminatoria

La principal prueba incriminatoria que tiene la acusación pública es un informe que indica que el molde de la dentadura del acusado coincide con la huella del mordisco que tenía la víctima en el pecho. La defensa de Cervilla pide la nulidad de esta prueba por considerar que se realizó sin asistencia letrada, aunque el acusado declaró que se sometió a ella de forma voluntaria 'porque no tenía nada que esconder'. Esta parte aportará otro informe del Instituto Nacional de Toxicología para demostrar que no puede determinarse con exactitud quién fue el autor del mordisco.

La intervención más espeluznante de la prueba testifical correspondió a uno de los agentes de los Mossos d'Esquadra que intervinieron en la investigación. Este testigo describió el escenario del crimen como 'algo dantesco'. Sin embargo, lo que más sorprendió al mosso , según declaró ante el tribunal, fue la frialdad que demostró el acusado en el momento de identificar el cadáver.