La nueva afición por la música
El aprendizaje de un instrumento se consolida como actividad para las tardes de jóvenes y mayores
A sus cinco años, Belén vivió el viernes la primera clase de música de su vida. Su hermana María, de ocho, pasó por lo mismo pocos días antes. A partir de ahora, las dos tienen una ocupación nueva: sus clases vespertinas de música. Y como ellas, miles de niños andaluces que a una edad cada vez más temprana deciden, o les deciden, a aprender música.
En la familia de Belén y María no hay tradición musical. Ellas son las primeras que andan este camino. Hace años, en una familia así, ni Belén ni María hubieran aprendido música. Ahora, a poco que se descuiden los padres, tendrán que comprar un piano. Otra cosa es el tiempo que esté en uso.
Aprender música está de moda y, al igual que hace años la demanda de clases de inglés o informática posibilitó la apertura de infinidad de academias, la música se suma a las opciones para ocupar la tarde de los jóvenes y para crear empresas en forma de academias.
En el caso de Pepe y Alejandro Ibáñez, la razón es diferente: llevan años dando clases de música. Pepe, de nueve años, está encantado porque acaba de aprender a tocar al piano Para Elisa. Su hermano Alejandro, de siete, se ha decidido por el violín. Los dos tienen antecedentes musicales en la familia. Aprender música es algo casi natural.
Hace unos años, la música era algo que, prácticamente, se transmitía de generación en generación: si la familia no contaba con un padre, abuela o tía melómana, había pocas posibilidades de crear de la nada la rama musical de la familia. Hoy, conservatorios y escuelas privadas de música están abarrotados de niños, y no tan niños, deseosos de aprender a tocar un instrumento reglamentariamente o de ser capaces de desentrañar esos signos secretos que planean sobre el pentagrama.
Granada es un buen ejemplo de afición musical. Cuenta con conservatorio superior y de grado medio, además de varias escuelas y academias privadas. Miguel Quirós, director del Conservatorio Superior, está de acuerdo en que hay 'una inquietud general y una mayor demanda de la música, tras un vacío de muchos años. Ahora, los padres quieren enriquecer los conocimientos de sus hijos'. Quirós cree que ahora, además, hay puestos de trabajo para músicos. Los músicos pueden vivir de lo que su profesión, que ya es un avance. En Andalucía, 25.000 estudiantes asisten a 71 conservatorios; a ello hay que sumar miles de alumnos que acuden a las academias privadas.
José Pablo González es el director de Iniciativas Musicales, la última escuela de música abierta en Granada. Según González, que reconoce que, efectivamente, la demanda de enseñanza de música abre nuevas posibilidades empresariales, 'las ganas de aprender música van a más; lo que, por otra parte, es perfecto ya que un país con una buena educación musical es un país mejor'.
En cuanto a los métodos educativos, la enseñanza de la música ofrece un panorama similar al de la enseñanza del inglés: las academias venden enseñanza lúdica frente a la supuesta rigidez de los conservatorios. Así las cosas, en Granada se puede aprender música con el método Willems, el método del Conservatorio Tchaikovsky de Moscú o el método habitual del Conservatorio. La moda trae la diversidad y la competencia.
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