"Los objetos tienen más de una vida"
La artista navarra Marijose Recalde (Pamplona, 1964) siempre ha almacenado objetos y materiales aparentemente inservibles, convencida de que "tienen más de una vida". Una idea que lleva a la práctica con su trabajo: esculturas elaboradas con huesos de animales, cáscaras de huevo o clavos de antiguas puertas y pinturas sobre collages, que se exponen ahora en la galería Arteko de San Sebastián (Secundino Esnaola, 3).
Los materiales y objetos que Recalde va recabando son la base de partida de sus esculturas, piezas a las que da forma con materiales reciclados, recuperados del entorno en el que vive, en Dicastillo, cerca de Estella. "Trato de dar valor a esos materiales y objetos, rentabilizarlos, reutilizarlos en algo que en principio no es su función normal", explica la autora, quien añade que es como "una especie de homenaje a los objetos frente a la sociedad de consumo en la que vivimos", pues "éstos se pueden usar muchas veces hasta agotarse".
A Recalde, además, le gusta que la gente que se acerca a sus esculturas reconozca los materiales y objetos con los que las realiza, pues para ella es una manera de que dichos elementos "vuelvan a tener vida".
La figura humana y los animales son una constante en la obra de Recalde, como queda patente en las ocho esculturas, la veintena de cuadros y los tres libros de artista que exhibe en Arteko, donde permanecerán hasta el próximo 15 de marzo. "Represento personas y animales porque me comunico con ellos, tienen vida y expresión; no es lo mismo que representar un paisaje o una naturaleza muerta", apunta.
El público se encuentra así en Arteko con torsos en los que los desechos de piña o las conchas son como pieles que cubren el soporte de la obra. O se enfrenta a un enorme hombre de huesos de animales que sirvieron de alimento a los buitres. Pero Recalde últimamente tiende a "complicar" sus obras, como la pieza Leñador, expuesta también en la galería donostiarra y trabajada "como si fuera un mecano". Realizada con cartón ondulado, la autora le fue incrustando diferentes elementos: un cepo como boca o un sillón de bicicleta como sexo, "hasta que la pieza funcionó".
Recalde combina la escultura con la pintura. "Alterno las dos disciplinas para relajarme, para descansar de una o de otra", confiesa. La artista navarra empezó en la pintura haciendo retratos, pero ahora traslada sus pequeños dibujos al formato cuadro, unos cuadros en los que se establece una especie de "diálogo" entre el fondo y la pintura, explica. Y es que, en una especie de trabajo escultórico, prepara el soporte con materiales diversos: diapositivas, telas, calendarios..., y luego dibuja sobre él.
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