"Todo lo que sucede, conviene"

Sostiene que el viaje es terapéutico, "ahorras en Prozac y somníferos", y que a falta de plan o ahorros chupa de canales temáticos sobre países exóticos. El humorista y actor acaba de estrenar la obra teatral Los caballos cojos no trotan. Y no es de risa.

Viaja abierto de orejas y ávido de experiencias, diría.

Exacto. Hace cinco años fui al festival de cine de La Habana con Victoria Abril, que presentaba una película. Se puso a jarrear, porque aquello no es llover, y tomé un taxi pirata de esos de los años cincuenta. De repente se rompe el limpiaparabrisas, y el conductor, con toda la calma, dice: no se preocupe, lo tengo que arreglar. El tipo sale y comienza a empaparse, pero al fin lo arregla y suelta: "Todo lo que sucede conviene". ¡Qué creatividad, qué dialéctica, qué sentido de la esperanza!

¡Qué suerte la suya!,más bien. Creo que en ese viaje encontró la diferencia entre el catalán y el cubano.

Sí, porque viajaba en nuestro grupo un catalán cuya coletilla era "¿tú me entiendes?". Por el contrario, los cubanos están convencidos de que todo el mundo les entiende. Por eso dicen: "Ya tú sabes, compañero".

También se inventan bulos, como alguna prensa del cuore.

Sí. En esos días le hicieron a Victoria Abril un reportaje y alguien debió llamar a España para contar que la actriz española tenía un novio cubano llamado Eloy. ¡Qué bueno!

Cosas de la globalización. ¿Qué otras anécdotas apuntó en su libreta mental?

Siempre se habla de las jineteras, que, por cierto, nos salieron al paso a un periodista gay y a mí con un "¿tú quieres una novia, mi amol?". Maravilloso. Pero también están los jineteros. Esos cubanazos increíbles con gran capacidad de seducción, como comprobé viendo la aproximación de dos de ellos a unas chicas jóvenes en la catedral.