Técnica y cerebro
Hace mucho tiempo que tengo la sospecha de que la técnica progresa a más velocidad que la inteligencia humana. El cerebro es asombrosamente incapaz de mejorar ante situaciones que no le sean facilitadas por la técnica, y diríamos que hasta requeridas por ella. He nacido al mismo tiempo que la radio, que hoy emite desde Saturno si quiere; al mismo tiempo que la aviación; pero nosotros seguimos pensando con la misma escasez de adaptación y de comprensión. Alguna vez he creído, y aún creo, que idiota es cualquier individuo que esté en una situación idiota, en la que ha entrado sin desearlo, llevado por la corriente de la sociedad. También he creído que hay una cierta imbecilidad propagada por quienes tienen poder sobre quienes no lo tienen, para que no aspiren a él y para que se vuelvan creyentes. Son teorías antiguas y siempre valiosas. La enseñanza contribuye a ese déficit, y cuando se oyen y leen discusiones sobre ciertas clases obligatorias se ve que el progreso es nulo o incluso va en sentido contrario.
Muchos de los temas de nuestra sociedad, que son temas políticos porque la política abarca todo -es totalitaria-, son difíciles de tratar, porque se extiende sobre ellos un tabú. Las nuevas conquistas sociales con un sentido de libertad y facilidad en la vida se discuten con argumentos que proceden de lo más arcano del cerebro junguiano, si es que el cerebro tiene algo que ver con eso. Hay biólogos que dicen que no, que los verdaderos habitantes del planeta Tierra, sus dominadores, son los genes: nosotros no seríamos nada más que sus transportadores y los selectores para su mezcla y continuación: cualquiera sabe hasta dónde.
Escribo en San Valentín: en un tiempo antiguo, un observador encontró que los pájaros hacían sus nidos para depositar los huevos de la pareja hacia el 14 de febrero. Y alguien buscó esa fecha en el santoral y encontró que era el día de San Valentín. Qué casualidad, venía a coincidir con la Lupercalia romana: el día en que la loba amamantó a Rómulo y Remo. Un arranque de las fiestas de primavera en estos días en los países del sur. La apreciación de estas creencias sumamente disparatadas para hacer regalos podría ser una revelación de que el amor siempre es caro, hasta cuando no resulta. Más barato, probablemente, cuando no resulta. Aunque, en general, bastante más triste, y muy capaz de crispar a los genes.
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