El presidente bávaro lucha por seguir en el cargo ante el acoso de su partido
El primer ministro de Baviera y presidente de la Unión Socialcristiana (CSU), Edmund Stoiber, de 69 años, lucha como gato panza arriba por su supervivencia política. La pérdida de sensibilidad política de Stoiber para interpretar los signos de los tiempos ha provocado una alarmante caída en las encuestas y los ataques desde su propio partido. Muchos dirigentes de la CSU desean su retirada cuanto antes. Según un sondeo difundido ayer, el 69% de los bávaros se pronuncia a favor de que Stoiber no vuelva a ser candidato de la CSU en las regionales de 2008.
Una insignificante jefa del distrito administrativo de Fürth en Baviera, Gabriele Pauli, de 49 años, ha desencadenado, según todos los indicios, el desmantelamiento del todopoderoso primer ministro Stoiber. Pauli se ha convertido en catalizadora del descontento latente desde hace tiempo y el hastío de la población bávara con Stoiber, que gobierna con mayoría absoluta desde 1993 en Baviera, y salvo un breve periodo, desde el final de la II Guerra Mundial. Las mayorías absolutas se suceden y en las últimas elecciones de 2003 la CSU con Stoiber consiguió un 60,7% y dos tercios de los escaños en el Landtag de Múnich. Con el Gobierno de la CSU, Baviera pasó a ser de un Estado rural y retrasado a uno puntero en Alemania en tecnología, con el menor índice de paro, el endeudamiento más bajo y el mejor nivel educativo. Esto no impide que los bávaros estén hartos de Stoiber, que en dos ocasiones intentó saltar a la política federal y tuvo que regresar a Baviera con el rabo entre las piernas.
Pauli, que ocupa un puesto en la presidencia de la CSU, pidió que Stoiber renunciase a presentarse de nuevo en 2008. Desde la jefatura de Gobierno en Múnich iniciaron una maniobra de espionaje de su vida privada para desprestigiarla. Denunció Pauli este espionaje y uno de los colaboradores de Stoiber tuvo que reconocer su trabajo sucio y dimitió. Stoiber aseguró no tener ni idea del espionaje.
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