Tour de Francia

Alberto Contador no conoce el Tourmalet, y este año deberá empezar a cimentar el asalto a su segundo Tour de Francia en el gigante pirenaico, ni tampoco ha subido nunca en competición las rampas del Alpe d'Huez, y allí, en el col de las 21 curvas numeradas a la inversa, deberá completar su agonía montañera, su defensa del título ganado en 2007.

En la montaña de los símbolos, para cualquier resultado que consiga el campeón de Pinto hallará antecedentes confortables -y preocupantes también-: Ni Federico Bahamontes ni Luis Ocaña lo transitaron en su camino victorioso a París en el 59 y en el 73; Perico Delgado se vistió de amarillo en el 87 en su cima, pero perdió aquel Tour de Francia con Roche en la última contrarreloj; en el 88 volvió a ganarse el amarillo en la montaña alpina, y esta vez lo mantuvo hasta París; Miguel Indurain, el regular, el pentacampeón, ya llegó de amarillo en los años en que su victoria pasó por allí, 91, 92, 94 y 95, y de amarillo terminó los Tours; y Óscar Pereiro, el último, vivió la peripecia más notable: perdió el amarillo en el col de Bourg d'Oisans, lo recuperó al día siguiente con una cabalgada para el recuerdo, lo volvió a perder en la contrarreloj y lo obtuvo definitivamente con la descalificación por dopaje del estadounidense Floyd Landis, positivo por testosterona.

Lo cual no quiere decir que a Alberto Contador le dé igual no salir de líder de la última montaña del Tour 2008.