Cassandra Wilson, la diva que canta a cámara lenta
Le dicen sirimiri por no decir calabobos. En mi pueblo, esto es lo más parecido a un diluvio universal, solo que en cómodos plazos. San Sebastián es una de las ciudades más hermosas que existen, pero cuando llueve, llueve. Y llovió. El personal, con un ojo en el escenario y el otro en las alturas. Menos mal que la organización había dispuesto lo necesario. Con la entrada, un chubasquero. Eso sí: ya puede caer lo que sea que no se mueve nadie. Han venido a escuchar jazz, y es sagrado.
De primeras, el contrabajista israelí Avishai Cohen, que sustituyó a Lee Konitz, que tenía que sustituir a Charlie Haden, después de que los dos últimos cancelaran sus actuaciones por motivos de salud. Cohen nunca defrauda, tampoco sorprende. Las mismas canciones inspiradas en el folclore sefardita, los mismos solos. Hasta su nuevo trío suena a lo mismo. Pero Nitay Hershkovits (piano) y Amir Bresler (batería) están ahí solo para contribuir al lucimiento del artista. Cohen saca pecho a cada intervención solista y termina cantando Alfonsina y el mar en un español razonable.
Avishai Cohen ofreció una versión razonable de 'Alfonsina y el mar'
Algunos aprovecharon los minutos de descanso para acudir al bar más cercano. La estrella de la jornada, Cassandra Wilson, estaba haciendo lo propio con sus músicos, sabidas son las propiedades del ron para templar las cuerdas vocales. Un vasito, otro y a escena. A la cantante de voz evanescente la adornan los atributos de una diva del siglo XXI. Es caprichosa, imprevisible y, por momentos, inaguantable. Durante un día, en su gira española, anduvo desaparecida hasta que el organizador la localizó en un hotel de la Costa Brava al que había acudido por su cuenta. A San Sebastián se trajo una banda de postín, con el estupendo Marvin Sewell a la guitarra. Lo mejor de lo mejor. Hace tiempo que la cantante cambió Nueva York por la calma del profundo sur de Estados Unidos. Un cambio que afectó a su música. Del jazz + hip hop de M-Base a la melancolía del bayou. Cassandra ya no tiene prisa. Sus interpretaciones duran lo que duran, que suele ser mucho. Si canta The man I love, la distancia entre "the man" y "I love" puede ser de varios minutos. Wilson lo cantó todo: a los Beatles -Black Bird-, a Neil Young -Harvest moon- y a Louis Armstrong -St. James Infirmary-. También sus propias creaciones. Todas sonaron, más o menos, lo mismo, o eso me pareció. Lo que tiene escuchar jazz mientras cae la de Dios. Y ya que estamos: el mejor concierto del día no fue uno de estos, sino el de Agustí Fernández, Baldo Martínez y Ramón López -TriEZ- en los bajos del Victoria Eugenia. Pero esta es otra historia.
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