El Banco de España eleva en tres décimas la previsión de crecimiento para este año, hasta el 3,1%
El organismo alerta de que haría falta un ajuste de cerca de un 0,2% del PIB anual para cumplir de forma estricta con los compromisos fiscales con Bruselas
El Banco de España revisa al alza el crecimiento de la economía española para este año y el que viene. Sube su previsión de 2024 en tres décimas, del 2,8% al 3,1%. Y la de 2025 la eleva en otras tres hasta el 2,5%. La mejora de este año obedece a que el INE ha publicado unas cifras superiores a lo previsto y a que el comportamiento de la segunda mitad del año está siendo en general mejor de lo esperado pese a las inundaciones de la dana en Valencia. Estas pueden haber provocado una pérdida momentánea de entre un 0,1% y un 0,2% del PIB, según comparaciones con otros episodios parecidos, dice el organismo supervisor en sus proyecciones publicadas este martes. Aun así, la actividad se expandirá en el cuarto trimestre a un ritmo muy robusto: entre un 0,6 y un 0,7% trimestral. Y para 2025 pronostica ahora un crecimiento algo mayor de lo que preveía hace tres meses porque la mejora experimentada este año tiene un efecto arrastre en el siguiente ejercicio, por los menores tipos de interés y porque el impacto de la dana se recuperará durante el año que viene conforme se pongan en marcha las ayudas y siempre que se entreguen con rapidez.
La economía avanzará impulsada por el consumo privado, gracias al buen comportamiento del mercado laboral, el aumento de la población inmigrante, las ganancias en renta al haberse moderado la inflación y un ahorro elevado. Del incremento del empleo generado en los tres primeros trimestres del año, el 85% es extranjero o tiene doble nacionalidad, apunta el banco con los datos de la EPA. La otra pata será la inversión, que, tras haberse quedado rezagada en los últimos años, empezaría a tirar por el descenso de los tipos de interés, una aceleración aún modesta de la inversión en vivienda y un mayor despliegue de los fondos europeos. Este año se gastarán de estos recursos comunitarios en torno a un punto del PIB (unos 15.000 millones), tres décimas más que el año anterior. El ejercicio que viene y el siguiente serán los de mayores desembolsos. El sector exterior, que había sido hasta ahora un motor por el turismo y las exportaciones de servicios de empresas, tendrá una aportación escasa. Los motivos son una desaceleración gradual y ya observada del turismo, que incluso así seguirá creciendo a buen ritmo, y el hecho de que se consumirán más importaciones por el tirón de la demanda interna y la necesidad de comprar equipamiento de fuera para invertir. El consumo público, que había supuesto cerca de la mitad del crecimiento desde la pandemia, se frenará algo para cumplir con las exigencias de ajuste de las reglas fiscales.
Aunque este año el déficit público superará el 3% del PIB, el límite a partir del cual Europa impone una mayor disciplina, esta desviación ocurrirá, en su mayor parte, por los gastos para hacer frente a la dana, que ascenderán a un 0,5% del PIB entre 2024 y 2025. Y la Comisión no los tendrá en cuenta. Dicho esto, el Banco de España alerta de que el Gobierno podría incumplir los planes fiscales comprometidos con la UE. Con las nuevas reglas fiscales europeas, los ajustes se miden en función de cuánto crece al año el gasto neto de medidas nuevas de ingresos. Y esta senda del gasto se pacta con Bruselas hasta 2031. El Banco de España coincide con la Autoridad Fiscal en que, en una situación inercial a políticas constantes, el gasto crecerá más de lo que promete el Gobierno. A menos que se tomen medidas. La institución que dirige José Luis Escrivá calcula que habría que ajustar de forma anual entre el 0,3% y el 0,4% del presupuesto, cerca del 0,2% del PIB, menos de 3.000 millones de euros al año. Si bien el Ejecutivo siempre podría adoptar medidas de ingresos equivalentes o agotar la cuenta de desviaciones: la Comisión no obligaría a tomar medidas hasta que no haya una desviación del 0,3% del PIB anual o una acumulada del 0,6% del PIB. Según estos cálculos, en 2027 este margen acumulado ya se habría acabado. “El cumplimiento estricto del plan fiscal supondría un ajuste adicional al incorporado a estas proyecciones que implicaría un riesgo a la baja para la actividad”, indica el supervisor. Y añade que la magnitud del impacto dependerá de su diseño: si el ajuste se centra en la inversión, como ya ocurrió en la pasada crisis financiera, se perderá hasta 0,5 puntos de PIB de crecimiento de la economía hasta 2027, último año de las previsiones del banco. Si en cambio se concentra en el gasto corriente, la pérdida sería de 0,3 puntos. No obstante, como destaca el propio banco, el Gobierno siempre podría optar por agotar la cuenta de desviaciones permitidas por Bruselas y dejar, en el fondo, estos ajustes para la siguiente legislatura.
El principal riesgo que se divisa en el horizonte son las políticas que preconiza la nueva Administración Trump. De aprobarse un aumento de los aranceles, este acabaría teniendo un impacto en la actividad mundial, europea y española, subraya. Máxime si se desatan represalias. Aunque destaca que los mercados ya están descontando la llegada de Trump y sus consecuencias no se están considerando tan drásticas por el momento. En las simulaciones del banco, Estados Unidos sería el que más perdería, sobre todo por una mayor inflación. En cualquier caso, el supervisor español esgrime que el golpe para España sería bastante menor porque su exposición comercial directa a los estadounidenses es inferior que la de otros países europeos.
Pero también empiezan a cobrar peso otros peligros: “Estarían ganando relevancia riesgos asociados con la inestabilidad política y la debilidad económica en algunos países europeos como Francia y Alemania”, señala el informe de previsiones. Respecto a España, además de los riesgos por la política fiscal, el banco central apunta la incertidumbre que todavía existe respecto a la senda de recuperación de la inversión, “fundamental para sustentar el crecimiento y que ha sorprendido persistentemente a la baja”, recuerda.
Por otra parte, la propensión marginal al consumo está reduciéndose: es decir, por cada nuevo euro ganado se compra menos. Y esto ocurre, según las encuestas que maneja el banco, en los hogares con más renta, que están destinando más a la compra de activos reales como una vivienda o un negocio, o por los hogares en alquiler que están ahorrando más para poder comprar una vivienda. Esta tendencia a un mayor ahorro podría atemperar el consumo. Y en parte explica que las compras de los hogares sigan aún retrasadas respecto a la evolución del PIB.
A la luz de los aumentos en los visados de obra, se prevé una cierta mejora de la inversión en vivienda. Pero esta será insuficiente para resolver los problemas de oferta que sufre el mercado inmobiliario, explica el organismo supervisor.
La inflación seguirá moderándose. La previsión es que la media anual del IPC armonizado con Europa se coloque en el 2,9% en 2024, el 2,1% en 2025 y el 1,7% en 2026. Detrás de estas cifras hay una revisión a la baja de los precios de los alimentos y la energía, que se compensa con un repunte de la inflación subyacente, aquella que no incluye los precios más volátiles como la energía y los alimentos, por el mayor dinamismo de la actividad y los precios del turismo y la hostelería, que están resistiendo más gracias al dinamismo de estas ramas. En 2027, la entrada en vigor del nuevo sistema de emisiones que se aplicará a la calefacción y los transportes provocará un incremento de los precios de la energía y, por tanto, de la inflación.
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