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Coyuntura económica
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Los aranceles, punta visible de la escalada proteccionista

La pérdida de vigor del mercado único europeo exacerba la vulnerabilidad ante el vaivén de restricciones comerciales

El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, sostiene una orden ejecutiva para el aumento de aranceles, flanqueado por el secretario de Comercio de Estados Unidos, Howard Lutnick, en la Oficina Oval de la Casa Blanca en Washington, el 13 de febrero de 2025.
El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, sostiene una orden ejecutiva para el aumento de aranceles, flanqueado por el secretario de Comercio de Estados Unidos, Howard Lutnick, en la Oficina Oval de la Casa Blanca en Washington, el 13 de febrero de 2025.Kevin Lamarque (REUTERS)
Raymond Torres

La guerra comercial es ya una realidad inquietante, y no un hipotético instrumento de negociación. La economía española afronta este nuevo reto en una posición favorable, como lo avala la revisión al alza de la previsión de crecimiento del Banco de España. El pronóstico se sustenta en los buenos resultados cosechados en los últimos años, pero como reconoce el propio banco central, su cumplimiento depende de la evolución de un contexto internacional cada vez más hostil.

Lo que preocupa no es tanto el impacto directo de los anuncios arancelarios de la Administración Trump como el efecto dominó en todo el comercio internacional, unido al clima de incertidumbre que se cierne sobre la economía europea.

Como es bien conocido, nuestro sector exportador depende poco del mercado norteamericano. Los envíos de bienes hacia EE UU rondan el 6,7 del total de exportaciones, y las restricciones se aplican a un porcentaje mucho menor, de modo que el impacto directo sobre el PIB será limitado. Además, los principales sectores han diversificado sus fuentes de ingresos. Los más expuestos a la elevación de los aranceles, como el acero, el aluminio o la industria agroalimentaria tendrán que soportar un importante desplome de sus ventas en el corto plazo. Con el tiempo y medidas de acompañamiento, estos sectores intentarán capear los obstáculos con una mayor presencia en otros destinos.

Asimismo, las medidas de retorsión arancelaria anunciadas por la Comisión Europea se trasladarán a los precios finales, pero no se vislumbra una espiral inflacionaria. El valor de las importaciones de bienes de consumo sometidos a dichas medidas no alcanza el 3,5% del consumo privado de España, de modo que un incremento del 25% de las tarifas aduaneras elevaría el IPC total en torno a una décima porcentual.

Ahora bien, el impacto de la incipiente guerra comercial supera el ámbito del comercio bilateral. La Unión Europea depende sobremanera de los mercados globales. Casi la mitad de los intercambios se realizan fuera del bloque comunitario, y el resto en el seno del mercado único, siendo esta una situación anómala: en EE UU, una economía que cuenta con una población equivalente pero que goza de una mayor integración económica en el plano interno, los intercambios internacionales rondan el 20% de PIB, frente al 43% de la Unión Europea (sumando los flujos de exportación e importación con los países no comunitarios). En su informe, Mario Draghi apuntaba a las barreras comerciales dentro de Europa como un freno al crecimiento. La fragmentación también nos expone a las consecuencias de la escalada proteccionista, cada país intentando colocar en otros mercados los productos que no podrá vender en EE UU.

También se empaña el horizonte de la inversión. Los indicadores evidencian un deterioro del sentimiento empresarial, algo lógico en un contexto de cuestionamiento de las reglas multilaterales y de volatilidad de las monedas. El remanente de fondos europeos —cerca del 40% del total disponible— es un referente, pero la parálisis presupuestaria dificulta los ajustes que serían necesarios para elevar el multiplicador del plan en el conjunto de la economía. El banco central minimiza el riesgo, anticipando incluso una aceleración de la inversión, en parte por el descenso de los tipos de interés. Hará falta un revulsivo más potente.

Este podría nacer de las promesas de gasto en defensa que se multiplican a través del continente. Y Alemania se dispone a crear un fondo para inversiones en infraestructuras y descarbonización. El cambio de tornas es colosal, pero su concreción en forma de estímulos está pendiente de negociaciones de una gran complejidad que llevarán todavía un cierto tiempo. Entre tanto, esperemos que la dinamización del mercado único, piedra angular de una salida sostenible de la actual crisis geopolítica, no sea relegada en el orden de prioridades. Y que la pérdida de confianza no se adentre en la economía.

Comercio

La dependencia de los mercados globales se ha intensificado en el último lustro. Los intercambios de España con los países no comunitarios, o suma del total de exportaciones e importaciones que se realizan fuera de la Unión Europea, han pasado del 30% del PIB en 2019 al 31% en 2024. La tendencia a estrechar los lazos comerciales fuera de Europa es compartida por la mayoría de socios comunitarios. A la inversa, EE UU así como otros bloques comerciales tienen a una menor apertura a los mercados globales, a partir de niveles ya relativamente reducidos.  


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