Francia y las trampas de la memoria
Las efemérides nacionales se acumulan en 2018: la Gran Guerra, la V República y el 68
La manera como una nación recuerda su historia —sus grandezas y sus miserias— explica cómo se ve a sí misma, y cómo quiere ser. Francia afronta en 2018 lo que el diario católico La Croix ha llamado “una inflación de conmemoraciones”. En los próximos meses se conmemorará el Mayo del 68, el fin de la Primera Guerra Mundial en 1918 y la fundación en 1958 de la V República.
El aperitivo han sido las disputas sobre dos autores imprescindibles para entender la cultura francesa del siglo XX, ambos furiosamente antisemitas, ambos venerados por la extrema derecha, ambos tremendamente influyentes en sus campos respectivos. El primero es Louis-Ferdinand Céline, autor de la novela Viaje al fin de la noche pero también de varios panfletos antisemitas, entre ellos Bagatelas para una masacre. La editorial Gallimard empezó el año anunciando que dejaba en suspenso el plan para reeditar los panfletos, tras las protestas procedentes de asociaciones contra el antisemitismo, algunos círculos intelectuales e incluso desde el Gobierno. A finales de enero llegó otra rectificación. Esta vez, por la inclusión en el volumen Libro de las conmemoraciones nacionales 2018 de Charles Maurras, figura central en la extrema derecha nacionalista, monárquica y antisemita. La entrada Maurras finalmente se eliminó.
Hay efemérides incómodas y otras que concitan consenso, como la del armisticio de 1918. Es probable que el aniversario de la V República reencienda los debates sobre su reforma. La incógnita es cómo recordará el presidente, Emmanuel Macron, Mayo de 1968. Macron es el primer presidente nacido tras el 68. Para él es historia.
Adentrarse en las cuestiones de memoria e historia siempre es delicado. Al filósofo Paul Ricoeur, maestro de Macron, le preocupaba “el espectáculo inquietante que ofrecen el exceso de memoria aquí, el exceso de olvido allí, por no hablar de la influencia de las conmemoraciones y los abusos de la memoria, y del olvido”. El presidente sabe que, mezcladas con la política coyuntural, la historia y la memoria pueden convertirse en una trampa.
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