Cómo evitar que los niños olviden en verano lo aprendido durante el curso
La familia debe ser siempre la mejor aliada de la escuela, incluso en vacaciones. Cinco consejos para que recuerden lo estudiado y se diviertan
Durante el verano, mi amiga nunca podía bajar a la hora en la que el resto de nosotros quedábamos para jugar porque era el momento en el que debía cumplimentar dos o tres hojas de un cuadernillo de Lengua y otras tantas del de Matemáticas. Su madre afirmaba que era la única manera de que mantuviera fresca en su memoria los conceptos que había aprendido a lo largo del curso. Yo, la verdad, envidiaba hacer uso de esos cuadernillos con los que, al parecer, ella mantenía vivo lo aprendido durante el periodo vacacional y no “olvidaba”. Pero cada vez que sacaba el tema en casa, la contestación era la misma, lee, cualquier cosa que te resulte interesante, que te emocione, sé curiosa.
Pedro Molino, tutor y gestor de contenidos de la Universidad de Padres, afirma que la principal razón para olvidar lo que se aprende en la escuela está en la creencia errónea de los escolares de que lo que “se enseña” no tiene nada que ver con la vida exterior. Una creencia arraigada por una mala práctica. Porque la escuela tiene que abrirse a la vida y la vida a la escuela. Por ello, Molino apunta que “si cada acto de aprender adquiere el valor de una experiencia importante y llena de significados, tanto cognitivos como emocionales, se recordará mejor. Si, además, adquiere un sentido útil, como una herramienta para el futuro, se volverá a usar. Montar en bicicleta no es fácil para un niño y no se olvida nunca, experiencia aprovechable incluso para estudiar la física de fuerzas, equilibrio, rozamiento o la mecánica. La tabla de multiplicar puede ser odiosa o divertida, depende si los niños la han aprendido con juegos manipulativos y, luego, la han repetido con música, incluso al ritmo de rap”. La clave está, en opinión de Pedro Molino, “en comprender y memorizar para volver a usar en situaciones significativas. Porque todos construimos sencillos o complejos “mapas mentales” donde colocar las cosas que aprendemos para encontrarlas de nuevo cuando nos hacen falta. Si nos faltan esos esquemas se olvidarán más las nuevas nociones”.
David Bueno, del departamento de Genética de la Universidad de Barcelona, incide en que la motivación es un factor esencial para que los niños retengan en el periodo estival lo aprendido durante el curso. En su opinión, “sin motivación no hay aprendizaje. Es necesario mantener lo aprendido durante el curso con actividades diferentes a las realizadas durante el año. Si queremos trabajar las sumas, a veces, no es necesario poner más sumas, sino hacer, por ejemplo, ejercicios que trabajen la parte lógica y matemática utilizando el juego. La motivación es clave para el aprendizaje al igual que para cualquier otra actividad”. E insiste, “el cerebro no hace nada porque sí, solo hace cosas que considera útiles. Aprendes aquello que te interesa, que le encuentras una aplicación real, práctica”.
Para Lucía Zumárraga Astorqui, presidenta de la Asociación Madrileña de Neuropsicología, Neuropsicóloga infantil y Directora de NeuroPed, más que hablar de “olvidar”, lo que sucede es que existe un “adormecimiento”. “La neurociencia nos dice que con el tiempo y la reutilización del conocimiento, lo aprendido se va localizando y afianzando en áreas del cerebro que se mantienen a largo plazo. También demuestra que la exposición sucesiva afianza la memorización y por lo tanto la recuperación”, agrega.
Además, Zumárraga Astorqui apunta que para que los aprendizajes se aferren, “deben ser significativos, útiles, libres de error y, en la medida de los posible, cargados de emoción positiva”. Por eso más que hablar de “olvido” hay que hablar de aquellos factores que favorezcan que el aprendizaje se fije. En este punto, la presidenta de la Asociación Madrileña de Neuropsicología considera que “el día a día del niño se basa en el conocimiento del mundo, por tanto, son auténticos exploradores, investigadores, detectives... Invitemos al niño a descubrir durante el verano lo aprendido durante el año. Reforcemos con reconocimiento lo aprendido, valorando positivamente su esfuerzo cuando demuestran que lo aprendido tiene una utilidad en su día a día”.
Pedro Molino incide en el papel que tiene la familia para crear entornos de aprendizaje continuo a través de las vivencias que ofrece el propio verano. Porque, según apunta, “la familia debe ser siempre la mejor aliada de la escuela, incluso en verano” y ofrece algunos consejos a través de los cuales se conseguirá ese ansiado refuerzo.
- Si vamos a viajar a otro país, intentaremos que nuestros hijos “investiguen” guías de viaje, busquen en Internet, lean libros o folletos sobre lo más relevante de ese lugar. Cuando visitemos monumentos, pueden ser ellos los que nos indiquen los nombres o los datos más relevantes de cada uno de ellos. Esto, claro, está, según el nivel de edad y conocimiento de cada niño o niña.
- Leer por placer, a determinas horas de la jornada de descanso veraniega, debe ser una gran opción y una saludable rutina. Ir a bibliotecas públicas, seleccionar un libro y –muy importante— establecer un acuerdo formal, según el cual, se comprometen a un tiempo de lectura equivalente al tiempo de uso de otros dispositivos tecnológicos.
- Los cuadernos de refuerzo en verano suelen ser una opción atractiva cuando se diseñan como juegos, tipo cómic o aventuras por descubrir. Pero no deben ser la única ni la más relevante de nuestras opciones de padres educadores.
- Ver una buena película para todos los públicos en familia también es una opción de aprendizaje. La clave está en no dejar pasar un buen “video fórum familiar”. Hacerles preguntas relevantes, favorecer el análisis de los personajes, sus valores, sus decisiones, o las nuevas palabras aprendidas, la inserción en su posible tiempo histórico, etc.
- Aprender disfrutando en familia es la clave y motivar para que descubran por ellos mismos el placer de saber cosas nuevas que, —¡oh casualidad!—, pueden estar muy relacionadas con aquellas lecciones escolares que parecían ajenas a la vida.
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