24 horas en Cuéllar, la villa de Segovia para darse un atracón de lechazo y mudéjar
El románico de ladrillo tiene su capital en esta localidad al noroeste de la provincia. Antes de visitar su castillo, muralla e iglesias lo mejor es empezar con un paseo por las selváticas riberas del río Cega. Y, para reponer furezas, nada como los asados en horno de leña
“Una isla mudéjar en un mar de pinares”, reza el eslogan turístico de Cuéllar. Y es verdad. Estamos en la comarca de Tierra de Pinares, una de las mayores extensiones de pino resinero de Europa. Y estamos en Cuéllar, donde hay tantos monumentos de ese estilo que no se pueden visitar todos en un solo día: sería una pesadez y no haríamos otra cosa, casi ni comer. En esta ruta por la villa segoviana proponemos ver seis o siete, que ya está bien. Y aún habrá tiempo de visitar otras cosas y de comer un lechazo asado y unas pastas de piñones, por mencionar dos productos típicos del mar… Del mar de pinares, claro.
9.00 Caminata por la senda de los Pescadores
Poco antes de llegar a Cuéllar, en la salida 57 de la autovía de Pinares (A-601), se encuentra el puente Segoviano, donde arranca la senda de los Pescadores (1), un caminito increíble que avanza junto al río Cega, aguas arriba, como por un túnel abierto a machete en la selva ribereña de chopos, alisos, abedules, fresnos, sauces, avellanos, endrinos, majuelos, madreselvas, hiedras y helechos de más de dos metros de altura. Hay que frotarse los ojos: es un cauce que surca la (en teoría) reseca Meseta castellana, de un verdor tal, incluso en verano, que parece trucado con Photoshop. Se trata de una ruta circular, bien marcada, de un par de horas.
11.00 Por el castillo y las murallas
A las once de la mañana comienzan las visitas guiadas al castillo de los Duques de Alburquerque (es recomendable llamar para informarse de las horas de visita y reservar; 921 14 22 03) (2). Es el edificio más alto, vistoso y emblemático de Cuéllar, fue residencia de reyes (Pedro I, María de Molina, Enrique IV, Juan II…) y propiedad de señores tan poderosos como Álvaro de Luna y Beltrán de la Cueva y, después de muchas vicisitudes, ha acabado siendo instituto de enseñanza Secundaria y oficina de turismo. Hay que prestar especial atención a la puerta sudeste, mudéjar, del siglo XII; y también al magnífico Patio de Armas, a sus columnas colosales y a su doble galería con arcos rebajados del siglo XVI. Los sábados y domingos, a las 11.00 y a las 17.00, hay visitas teatralizadas al castillo.
Dos kilómetros de murallas tuvo Cuéllar, una pequeña parte de las cuales, la más próxima a la fortaleza (3), ha sido restaurada y puede recorrerse por el adarve. Paseando por su tramo sur, de casi 400 metros de longitud, se disfruta de la mejor vista del castillo, con el torreón de la Memoria en primerísimo plano. Más adelante, gozaremos de los verdores del parque de la Huerta del Duque (4) y de los pinares que rodean como un mar esta isla mudéjar. Y, al final, observaremos la villa a vista de golondrina, con sus tejas colocadas bocarriba (como es usual en Segovia), sus fachadas esgrafiadas y sus muchas iglesias, incluida la de Santiago, que está justo a nuestros pies y de la que solo sobrevive el ábside. Un ábside mudéjar, para no variar.
13.00 ¡Más mudéjar!
El paseo continuará bajando de la muralla y acercándonos a las iglesias de San Martín (5) y de San Esteban (6). La de San Martín alberga el Centro de Interpretación del Arte Mudéjar y la de San Esteban, cuatro fabulosos sepulcros mudéjares del siglo XVI con yeserías policromadas y sarcófagos de alabastro. Su ábside, considerado la cumbre del mudéjar castellano, se asoma como una proa de ladrillo a la antigua judería. En el revuelto mar de la España medieval, Cuéllar fue una isla de convivencia, donde judíos, moros y cristianos quizá no se amaban, pero se toleraban.
Poco más abajo, en el número 9 de la calle del Colegio, admiraremos el palacio de Pedro I (7), de los mejores ejemplos del románico civil que se conservan en España. Por ella llegaremos a la plaza Mayor (8), donde hay una excelente muestra de arquitectura popular: varias viviendas de piedra y adobe con entramado de madera en el segundo y tercer piso, y con aleros salientes de influencia musulmana. Aquí también se encuentra la Cárcel Vieja, un edificio del siglo XVI que hoy aloja el Ayuntamiento, con un precioso patio gótico-renacentista.
14.30 El templo del asado
De la plaza Mayor saldremos por la calle de San Pedro, parando en ella para comprar pastas de piñones en la Bollería Helio (9), donde las hacen desde 1949; y para comer, que ya es hora, en San Pedro Refectorio (10), en la antigua iglesia gótica del mismo nombre. Los asados en horno de leña son su fuerte, como el de la mayoría de los restaurantes de Cuéllar. Lechazo y también cochinillo.
17.30 Delicias de postre
A 100 metros de San Pedro Refectorio, en la calle de la Concepción, se hallan las tenerías del siglo XVIII (11), hoy un centro de interpretación donde se explica el proceso de transformación de las pieles en cuero. Las tenerías estaban aquí, extramuros, porque su olor no se podía aguantar. Hoy en esta calle huele divinamente, sobre todo en el número 42, donde está la pastelería Delicias (12), establecimiento en el que elaboran el dulce más típico y renombrado de la villa: las delicias de Cuéllar, unas pastas de té rellenas de crema de achicoria y piñones, con forma de ladrillos mudéjares.
19.00 Compras de calidad
Nueve de cada diez productos que vende la tienda Saborea en Cuéllar (13) están amparados por la marca de calidad Alimentos de Segovia: embutidos, quesos, legumbres, vinos, cervezas, incluso salsa de chiles cultivados en la provincia. Otro comercio apetecible de productos gourmet es El Estudio (14), pero hay que tener en cuenta que este establecimiento solo abre por la mañana. Otra parada es la tienda-taller de la ceramista Lola Velasco (15), en el número 3 de la calle de San Julián. La también ceramista Alfonsa Laguna (16) tornea sus piezas en el patio de su casa, en la calle del Carmen, junto al ábside de la iglesia de Santiago. Para verla, hay que llamar al 646 21 46 27.
21.00 Buey y lechazo a la brasa
Todo el mundo habla bien (por algo será) del restaurante La Traviata (921 14 04 71) (17) y de su cocina elaborada con técnicas modernas. En La Brasería (18) se cena óptima carne a la brasa, sobre todo de buey, pero también pinchos de lechazo. Si no le importa coger el coche, porque están un poco retirados, puede ir a El Henar (921 14 17 22) (19) o al Florida (20). Este último es también un buen hotel. Tampoco es mala opción para alojarse La Aurora del Henar (21), una casa rural situada junto al santuario de Nuestra Señora del Henar, otro paraje de la reseca Meseta que descoloca por su verdor.
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