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Los Tompkins: de fabricar ropa deportiva a preservar la Patagonia chilena

El fundador de The North Face y la consejera delegada de Patagonia compraron más terreno que nadie para donarlo a parques naturales. Diez años después de la muerte de él, visitamos el paraíso que crearon

La ex consejera delegada de Patagonia Kristine Tompkins.
Use Lahoz

Los cinco grandes de la Patagonia chilena son el guanaco, el puma, el huemul (considerado el ciervo de los Andes), el cóndor y el ñandú. Y el lugar ideal para convivir con ellos en su ambiente es el parque nacional Patagonia, que además es el que mejor define la filosofía de sus fundadores, la pareja de conservacionistas estadounidenses Kristine y Douglas Tompkins. Ellos apostaron por el rewilding (asalvajar de nuevo la naturaleza) y por devolver a la tierra su rostro original. Así este es, hoy por hoy, uno de los mayores ejemplos de conservación de territorio del mundo.

Desde que los Tompkins pusieron un pie en la Patagonia chilena hace más de 30 años no volvió a ser la misma. Estamos en un entorno portador de identidad paisajística y cultural y un indicador de calidad ambiental. Esto era un antiguo rancho ganadero con miles de ovejas y vacas transformado en una gran área de estepa pura y genuinamente patagónica que nos habla del interés primigenio de los Tompkins por eliminar especies invasoras de plantas (como los cardos) y retirar los cercos para que volvieran las especies animales autóctonas en lugar de un ganado dañino con el suelo. El paisaje está definido por la presencia de la planta nativa llamada coirón, que da una personalidad particular a la textura y la pigmentación de la montaña, y por la de los guanacos y sus patas de trote suave, que no dañan el terreno. La intención de la pareja era conservacionista y turística porque dieron valor a territorios que merecen ser visitados con respeto y reverencia. Barack Obama, en el documental Nuestros grandiosos parques nacionales, con esta escenografía de fondo, dice: “Visité la Patagonia chilena con Michelle y mis hijas. En las montañas nevadas y en los lagos cristalinos nos maravilló una naturaleza virgen. Aquí se están repoblando enormes zonas para recuperar el equilibrio natural que había antes de nosotros”.

Douglas y Kristine Tompkins, en diciembre de 2015, retratados en Riñihue, al sur de Chile.

El parque nacional Patagonia está formado por el valle Chacabuco y las antiguas reservas nacionales de Tamango y Jeinimeni, y se sitúa entre las comunas de Chile Chico y Cochrane, en la región de Aysén. La consecución del proyecto estuvo marcada por la donación de más de 80.000 hectáreas del valle Chacabuco al Estado de Chile realizada en 2018 por parte de la Fundación Rewilding Chile —antes conocida como Tompkins Conservation Chile—, entidad fundada por Douglas y Kristine. Cuando se le pregunta a Kristine, presidenta de la fundación, por el origen de esa actitud, responde: “Nos influyó el filósofo noruego Arne Naess, amigo durante muchos años”. Naess preconizaba la ecología profunda y defendía la necesidad de redescubrir la naturaleza humana considerando que el estilo de vida occidental y las convenciones sociales limitan la evolución del individuo y su potencial inherente. Por eso, añade Kristine, “en el corazón de cada uno de nuestros parques radica la creencia de que toda vida tiene un valor intrínseco”.

A propósito de la vida de Douglas Tompkins se han escrito libros como Una idea salvaje, del periodista británico Jonathan Franklin, y se han rodado documentales que explican su modo de vida sin fisuras como el conmovedor Wild Life (Disney+). Dick Dorworth, mítico esquiador de los setenta, decía que Tompkins era el tipo de persona al que se podía arrojar desnudo en el desierto con una rama y en un par de semanas tendría un imperio. A juzgar por la cantidad de hectáreas que acumuló Tompkins gracias a su astucia no iba mal encaminado, aunque a Dorworth se le olvidó añadir que en manos de Douglas la palabra “imperio” es un término relativo, pues es quien más tierras ha donado para la conservación en la historia.

Mirador del parque nacional Queulat.
Atardecer en el parque nacional Patagonia, en Chile.

Nació en 1943 en Ohio, hijo de anticuario y decoradora, abandonó los estudios en 1962 para dedicarse al esquí de fondo y la escalada. Sus ganas de conocer el mundo fueron más poderosas que el interés de sus padres por que fuera a la universidad. Pasó tres veranos cortando árboles gigantes. La tala garantizaba una vista aérea de los bosques y un fajo de billetes. En 1964, junto a su primera esposa, Susie Buell, fundó en San Francisco la marca de ropa basada en actividades de montaña The North Face a partir de una idea sencilla: “Si quieres entender al emprendedor, estudia al delincuente adolescente. Ese bandido que mediante sus acciones dice: ‘¡Voy a hacer las cosas a mi manera”. Cuando le preguntaban por el origen del nombre, respondía con una declaración de principios a la que siempre se mantuvo fiel: “La ladera sur es la que se escala más a menudo, la nieve es más blanda y la luz del sol la hace más cálida. Yo prefiero el lado difícil. La cuesta es más dura y helada. La ladera norte (the north face) es un desafío mayor y es la ruta que yo tomo en la vida”.

Cuatro años más tarde repitieron con la marca Esprit, que proporcionaría unos beneficios, a ojos de ­Douglas, excesivos. Mientras tanto, su amigo del alma, Yvon Chouinard, fundaba la marca Patagonia, cuyo logotipo refleja el monte Fitz Roy, el cual escalaron juntos en este rincón del mundo del que quedaron prendados. Cuando años después regresaron, Douglas se enamoró de Kristine McDivitt, que era consejera delegada y accionista en Patagonia. Tras casarse en 1993, vendieron sus acciones para comprar las primeras 30.000 hectáreas en la Patagonia con el objetivo de protegerlas de la minería y la tala.

El interior de la casa Butler, que fue vivienda de los Tompkins y se conserva tal cual.
Detalles del interior de la casa Butler.

El parque natural Patagonia resulta fundacional en esta historia porque fue aquí donde, tras dormir juntos por primera vez en una tienda de campaña una noche de 1995, Douglas y Kristine decidieron invertir de manera continuada en su legado. Ese lugar es hoy un área de pícnic llamada Águila y Picaflor, como se llamaban entre ellos. Habitaron la Butler House, convertida en base del hotel Explora, que tiene la concesión para gestionar el alojamiento en el parque. La explanada que precede al hotel sirvió como pista de aterrizaje y despegue a la mítica avioneta con la que Douglas se desplazaba.

Para conocer la intervención empresarial y ecologista de Douglas y Kristine nos aventuramos a experimentar de primera mano sus logros en dos parques icónicos como son el parque natural Pumalín o el parque nacional Patagonia, pasando por el paisaje insólito del parque nacional Queulat y atentos a la abundancia de tradiciones, folclore y naturaleza. Hemos llegado al sur del sur después de un vuelo de dos horas de Santiago de Chile a Balmaceda y casi siete horas de coche por la carretera austral para llegar a este lugar vacío de gente y lleno de historia, restauración ecológica e importante biodiversidad que mantiene una comprometida visión de la naturaleza. Aquí no existe el concepto masificación. Tanto para el que camina como para el que no, cada vez que uno se baja del coche dialoga con una belleza escénica impresionante: ya sea desde el mirador Douglas Tompkins o desde el de la Confluencia, paseando por senderos y bosques, observando desde el kayak las aguas claras del río Chacabuco o las turquesas del Baker, atravesando el famoso puente colgante o prestando atención a las huellas de guanacos, pumas, huemules, chingues, ñandús o armadillos. Ningún detalle es pequeño. Cada vez que preguntamos a los guías del hotel por qué prefieren trabajar aquí responden lo mismo: “En ningún otro tienes la sensación de estar alejado del mundo como en este”.

Un grupo de jinetes subidos a lomos de los baguales, a punto de entrar en el hipódromo y llevar a cabo un rodeo chileno.

Carolina Morgado, directora ejecutiva de la Fundación Rewilding, que ha trabajado 30 años con los Tompkins, destaca la importancia de la infraestructura de acceso público: “Apostamos por la permanencia en el territorio y por vincular las comunidades a los parques. Doug anticipó la crisis actual a escala planetaria y entendió la necesidad de conservar y crear un cambio cultural. Incidió en la manera en que los chilenos miraban a su territorio, quería crear parques naturales, invertir y transformarlos en motores económicos. Pumalín y Patagonia son los modelos porque generan vínculo emocional. Impulsamos programas de vida silvestre, monitoreo de pumas y huemules, se ha aumentado la hotelería, el alquiler de coches… Se fomenta un turismo de conservación y participación”.

Son las ocho de la tarde y aún entona su viveza la luz del aire. El atardecer se extiende quemando con una pincelada naranja el horizonte y conservando la tibieza del cielo. Es una ofrenda, porque cuando alguien de la alerta en la sala del hotel para que salgamos a ver el paso silencioso del puma, lo celebraremos. Los pumas tienen collares GPS y andan libres. A última hora del día tienen hambre. Un guanaco que otea el paisaje desde la loma da el aviso a la manada a través de un inconfundible relincho que pone alerta a todos. Viven en grupos, con varias hembras en torno a un macho. Los guanacos corren a 60 kilómetros por hora un buen rato mientras que el puma lo hace a mayor velocidad pero por menos tiempo. Por eso avanza silencioso y se posiciona a 20 metros de un guanaco rezagado del grupo. No lo sabe todavía, pero será víctima y objeto de una sangrienta cena que observaremos atónitos junto al resto de los clientes del hotel que, perplejos, tratan de afinar con las cámaras antes de volver al interior del salón a terminar el pisco.

La avioneta en la que volaba Douglas Tompkins.

Hubo escollos que resolver al principio. Parte del sector empresarial vio a los Tompkins como una amenaza. Poca gente concebía los ríos como fuente de riqueza natural y se pensaba en esta zona como lugar de extracción o de fuente de energía hidroeléctrica para cubrir la demanda minera y comercial. Se los acusó de ignorar los derechos de los granjeros que cuidaban (pero no poseían) las tierras que ellos compraban. ¿Bastaba el dinero contante y sonante para resolver problemas ambientales? Varios acuerdos firmados con el Gobierno chileno disiparon las sospechas. La entonces presidenta de Chile, Michelle Bachelet, con quien Kristine firmó la donación, dijo: “El petróleo del pasado es el hidrógeno verde del futuro”. El tiempo, digamos, les ha dado la razón.

Una tarde de 2015, Tompkins salió a navegar al lago General Carrera con unos amigos. Durante la travesía las aguas enfurecieron y su kayak volcó. Por más que intentó volver a flote, le fue imposible y, arrastrado durante dos horas por un amigo, llegó a la orilla aquejado de una hipotermia letal. Fue trasladado en helicóptero al hospital de Coyhaique, pero había dejado de respirar. Como en una tragedia griega, la naturaleza que tanto protegió y tanto quiso le abandonó. Tompkins está enterrado en el parque nacional Patagonia, en el cementerio Chacabuco, a la salida del cual un panel anuncia: “No hay sinónimo para Dios más perfecto que la belleza”.

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Sobre la firma

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Es autor de las novelas 'Los Baldrich', 'La estación perdida', 'Los buenos amigos' o 'Jauja' y del libro de viajes 'París'. Su obra narrativa ha obtenido varios premios. Es profesor en la Universidad Sciences Po de París. Como periodista fue Premio Pica d´Estat 2011. Colabora en El Ojo Crítico de RNE y en EL PAÍS. 'Verso suelto' es su última novela
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