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Los peces del Guadalquivir están contaminados por metales pesados cerca de un vertido minero de aguas, según un estudio

Los científicos exigen a la Junta andaluza que lance una alerta alimentaria para impedir el consumo de albures con altos niveles de plomo, cromo y arsénico

Peces Guadalquivir contaminados por metales pesados
Javier Martín-Arroyo

Los albures que habitan el Guadalquivir en la zona cercana al vertido de aguas de la minera Cobre Las Cruces, a escasos tres kilómetros de Sevilla aguas arriba, están contaminados con plomo, selenio, zinc, cromo y manganeso, según un reciente estudio científico. El 31% de estos peces tienen niveles de plomo superiores a lo permitido por la normativa europea para la ingesta de carne de pescado desde 2019. Por ello, tres catedráticos de la Universidad de Sevilla y un exdirector del Plan de Salud autonómico han reclamado a la Junta de Andalucía (PP) que lance una alerta alimentaria para frenar en seco su consumo. “Es una temeridad. La Junta no puede mirar para otro lado mientras la gente come albures con niveles de plomo superiores a lo autorizado”, critica el catedrático de Ecología Jesús Castillo, científico principal de la investigación.

“Las concentraciones de cromo y arsénico superaron los niveles máximos recomendados para la ingesta según organismos internacionales. Es por ello que el consumo habitual de albures en la zona podría provocar toxicidad al ser humano, aunque al no ser consumido tan frecuentemente, el riesgo real es muy bajo”, refleja el estudio, al que ha accedido este diario. Es decir, si hay personas que consumen de manera habitual este pescado en localidades como Coria del Río (31.000 habitantes) o La Algaba (17.000 habitantes), colindante al vertido, podrían ser contaminados por la ingesta.

La mina Cobre las Cruces ha vertido al estuario del Guadalquivir entre 2009 y 2023 un máximo anual de 0,9 hectómetros cúbicos de agua. Investigaciones anteriores han demostrado la contaminación en los sedimentos del río, pero esta es la primera vez que hay pruebas de que la toxicidad de los residuos resultantes de la extracción de cobre ha pasado desde el agua a la fauna. De momento, la Junta rechaza declarar la alerta alimentaria porque considera que los niveles de metales son compatibles con la salud pública.

Andrés Rabadán, director del Plan Andaluz de Salud de la Junta en 2021 (PP) y coautor del estudio, resalta cómo a pesar de que los resultados son alarmantes, los porcentajes reales de metales pesados en los peces son incluso superiores a los obtenidos: “Los propios análisis admiten que las muestras son peces juveniles, que no tienen tiempo de acumular los metales, como sí ocurren en los ejemplares maduros. Además, analizan los músculos, pero los metales se acumulan sobre todo en los hígados”. En localidades ribereñas como Coria del Río el hígado del albur es considerado un manjar y su consumo es habitual.

Rabadán, médico epidemiólogo y ex jefe de servicio de la Junta, subraya que le preocupa “sobre todo el plomo que las personas acumulan en el cuerpo”. “Si un 20% de los peces superan los niveles de contaminación permitidos, lo preceptivo es que por prudencia la Junta haga nuevos muestreos para saber si la media de esos valores se confirma. A la Junta le corresponde velar por la salud de los andaluces y garantizar que los pescados que se venden son saludables y no están contaminados. Son medidas preventivas necesarias”, zanja.

El caudal de aguas con metales pesados que ha tenido el río Guadalquivir junto a la capital andaluza se verá multiplicado por 10 en los próximos años, ya que tanto Cobre Las Cruces como Aznalcóllar reabrirán sus explotaciones con nuevos permisos de la Junta: a los 12.150 millones de litros vertidos por Cobre Las Cruces durante 15 años se le sumarán otro vertido de la misma minera, que prevé arrojar 39.780 millones de litros en su nueva explotación; y la mina de Aznalcóllar, que mediante una tubería de 30 kilómetros que muere a la altura de Sevilla verterá 85.520 millones de litros a partir de 2028 y durante 17 años. En total, 125.300 millones de litros durante las próximas dos décadas.

Tramo del Guadalquivir donde se vierten las aguas de la mina junto a Sevilla mediante una tubería subterránea de 12 kilómetros.

“Siguiendo el principio de precaución, debería establecerse una moratoria a nuevos vertidos mineros en el estuario del Guadalquivir y establecer un comité de expertos independientes que analice en profundidad los posibles impactos socio-ambientales de estos vertidos”, reclama el análisis, que pide asimismo que los muestreos para vigilar la concentración de metales en peces sean gestionados directamente por el Gobierno andaluz. La creación de este comité de expertos corresponde a la Junta, que rechaza aclarar si prevé designarla.

Los albures se desintoxican de estos metales pesados -salvo el mercurio- a los 30 días, por eso los científicos deducen que los metales que acumulan proceden del vertido de mina Cobre las Cruces. El estudio lo firman Castillo y Rabadán, el también catedrático de ecología Carlos Granado, el catedrático de Zoología José Manuel Guerra y el investigador postdoctoral Juan Miguel Miró.

La Consejería andaluza de Agricultura, Pesca, Agua y Desarrollo Rural echa balones fuera y alega que los análisis del estuario del Guadalquivir “cumplen con la norma europea que obliga a analizar el mercurio en peces”. “La normativa no habla ni de plomo ni de cromo ni de arsénico, la Junta cumple con la normativa europea y la propia Universidad reconoce que el estudio no es concluyente”, arguye una portavoz, que elude esclarecer si realizará nuevos análisis para ratificar los niveles hallados hasta ahora.

En paralelo, Cobre Las Cruces asegura que sus aguas son depuradas conforme a la ley y que su plan de vigilancia ambiental es “riguroso y transparente, con mediciones periódicas realizadas por entidades independientes y supervisadas por la Administración (…) la descarga de agua es segura ambientalmente”. La empresa minera resalta que en los últimos 15 años ha realizado 3.000 muestras con 13.000 analíticas de calidad del agua, 3.500 de sedimentos y 900 de biota, flora y fauna. La compañía carga contra los científicos: “Las acusaciones lanzadas contra Cobre Las Cruces son falsas, infundadas, alarmistas y carecen de rigor técnico y científico”, lanza una portavoz.

Caseta de control del vertido de Cobre Las Cruces junto al río Guadalquivir a la altura de La Algaba (Sevilla).

El albur es un pescado de río parecido a la trucha, de unos 30 centímetros, que se consume de forma habitual en municipios como Coria del Río, 20 kilómetros río abajo desde el punto de vertido de la mina, junto a La Algaba. La asociación de pescadores Riacheros de Coria encargó análisis de los albures en 2023 y 2024, y las muestras resultaron aptas para el consumo alimentario, según su presidenta, Inés Romero.

El hígado de este pescado ―cuyos niveles no han sido analizados y con la mayor concentración de metales― se considera un manjar en esta localidad, donde se llaman torteros. “Cuando hay torteros, es la primera tapa que se vende, es muy popular en Coria”, aclara Javier Benítez, del restaurante Los Patitos, con vistas al río. Este municipio celebra incluso la Fiesta del Albur cada 12 de mayo, en la que se sirven un millar de kilos de albures fritos.

En su análisis, los científicos de la Universidad de Sevilla advierten de que son necesarios más estudios para confirmar que la acumulación de metales está directamente relacionada con el vertido de Cobre Las Cruces. Por último, los expertos alertan de que el Plan Hidrológico del Guadalquivir, que prevé la mejora de calidad ambiental de las aguas del río en 2027, puede estar incumpliéndose dados los resultados y la expansión de los metales en los sedimentos y la fauna. El estuario del río, que llega hasta Sevilla, tiene influencia mareal.

Cobre Las Cruces, que produjo cobre hasta hace dos años, tiene previsto reabrir su yacimiento en los próximos años, esta vez de forma subterránea y no a cielo abierto para extraer cobre, pero también plata, plomo y zinc. Sin embargo, Ecologistas en Acción recurrió la reapertura concedida por la Junta en 2020 ante el Tribunal Superior de Justicia andaluz (TSJA) para lograr anularla. En este pleito y tras el informe científico, la organización ecologista ha pedido esta semana al alto tribunal andaluz la declaración de Castillo como perito para exponer sus conclusiones sobre cómo afectará el nuevo vertido al equilibrio ecológico del río.

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Sobre la firma

Javier Martín-Arroyo
Es redactor especializado en temas sociales (medio ambiente, educación y sanidad). Comenzó en EL PAÍS en 2006 como corresponsal en Marbella y Granada, y más tarde en Sevilla cubrió información de tribunales. Antes trabajó en Cadena Ser y en la promoción cinematográfica. Es licenciado en Periodismo por la Universidad de Sevilla y máster de EL PAÍS.
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