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Euforia en la noche barcelonesa tras la reapertura de las discotecas

El ocio nocturno en Cataluña reabre después de 20 meses cerrado con largas colas y mucho público

Un grupo de personas esperan a entrar a una discoteca, en el primer día de reapertura del ocio nocturno.
Un grupo de personas esperan a entrar a una discoteca, en el primer día de reapertura del ocio nocturno.Pau Venteo (Europa Press)

Las calles de Barcelona se han vuelto a llenar este jueves por la noche en motivo de la reapertura de los locales y discotecas de ocio nocturno. Las salas esperan lograr el lleno total en este primer fin de semana, según las previsiones que barajan los promotores. Gran expectación y muchas ganas de volver a las pistas a bailar. Sentimientos compartidos por todos los jóvenes que ayer salieron a devolver al mundo de la noche la normalidad prepandémica. Una normalidad que se va haciendo patente dado la eliminación de las restricciones de aforo y horario y de la obligatoriedad del certificado Covid.

La zona alrededor de la calle Marina, uno de los lugares nocturnos favoritos de los estudiantes, ha vuelto a ser ocupada por jóvenes que sostienen bolsas de plástico donde llevan todo lo necesario. Antes de entrar en las propias discotecas, la gente se amontona en el bar L’Ovella Negra. Aunque es una noche fría, se han vestido con sus mejores galas y el ambiente que se respira es de un entusiasmo exacerbado. Fuera, se oyen gritos de emoción y el olor a humo cubre toda la entrada. Tras dos años de restricciones los grupos de amigos ríen y beben planeando la noche que les espera. Algunos irán a la Sala Wolf, otros a la Sala Razzmatazz y otros han empezado la fiesta demasiado pronto, como la chica que está tumbada en la puerta del local cuidada por su amiga, que habla con un trabajador de seguridad.

“Tienen 20 años, y más bebidos... se descontrolan”, dice Bryan, que también forma parte del personal de seguridad del bar. El trabajador apunta que esta noche han visto “menos volumen de gente porque el público se ha repartido por la apertura de las discotecas”. Pero asegura que entre hoy y mañana “se va a liar”. Los estudiantes, que ya toman el camino hacia las salas, comparten esta idea. Mateo, de 22 años, confirma que “el sábado volveremos a salir”. Porque ahora que el ocio nocturno ha vuelto, todas las personas que forman parte de él, esperan que sea para quedarse. “Si podemos, saldremos todos los fines de semana”, confiesa Ivette, que se encuentra en un grupo de entre 19 y 22 años muchos de los cuales no han podido disfrutar de la noche “legalmente”.

En Wolf, el personal de seguridad se saluda con abrazos tras muchos días sin trabajar. El foco que proyecta la imagen del lobo – típica de la sala – busca el lugar donde instalarse sobre la pared blanca. Una vez se coloca, la discoteca está a punto para recibir el amplio público que le espera.

Lo mismo sucede en Razzmatazz. El equipo va entrando entre apretones de manos y, minutos antes de abrir, los trabajadores de control de acceso se fuman los últimos cigarrillos antes de empezar. Los jóvenes esperan ansiosos la apertura de puertas tomando también las últimas copas de su botellón. Muchos cantan, saltan y corren sin esconder la exaltación que les invade. Una chica lleva las gafas de sol de moda con el lema “Kiss me” grabado. Está preparada. Como todos aquellos que se dirigen a la cola, la cual se ha extendido a lo largo de la media noche. Una vez terminada, la discoteca se ha llenado volviendo, así, a los índices prepandémicos. Una tendencia que seguirá a lo largo de estos días.

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