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Los aranceles de Trump enfrentan de nuevo a la almendra de Alicante con los turrones de Jijona

El sindicato agrario Asaja pide por escrito al Consejo Regulador del célebre dulce navideño que use producto local si sube el precio del californiano, hasta ahora mayoritario

Almendros en Alicante
Rafa Burgos

La relación entre los agricultores almendreros de la provincia de Alicante y los turroneros de Jijona no tiene nada de dulce. La fricción entre el sindicato agrario Asaja y el organismo que rige la Indicación Geográfica Protegida (IGP) Jijona y Turrón Alicante es como la de una cena navideña con los cuñados. El motivo radica en que los fabricantes no recurren a la variedad autóctona de la almendra, la marcona. Y, según Asaja, usan la californiana, de menor calidad pero más barata, a su juicio. El sindicato quiere aprovechar ahora la guerra arancelaria desatada por Donald Trump para “acercar posturas” mediante una petición por escrito al presidente del Consejo Regulador del turrón, César Soler, a quien solicitan que “oriente su industria hacia la almendra nacional”, como apoyo y ante el previsible encarecimiento del producto estadounidense. La entidad jijonenca replica que ya usan mayoritariamente frutos secos españoles y que las tarifas de Trump les preocupan “cada vez menos”.

Asaja trata de “estrechar las relaciones comerciales” con los fabricantes de turrón. “En un momento crítico como el actual”, indican, “las empresas [turroneras] que forman parte de la figura de calidad” deben apostar “por la almendra que se produce en Alicante y la Comunidad Valenciana”. Proponen “empezar por incluirla, por ejemplo, en las gamas premium de los turrones, para que el consumidor pueda asociar” la marcona “como símbolo de calidad y respeto hacia la agricultura local”. Pero el comunicado en que lo anunció no allana el camino del entendimiento, sino que lo llena de piedrecitas. “Es el momento de dar un paso al frente y demostrar un apoyo contundente a un cultivo que necesita un fuerte respaldo”, remarcan, “resulta inaceptable que no se prioricen nuestras materias primas en una coyuntura tan controvertida”. El tono acaba por endurecerse como una tableta de turrón del duro. “Con el turrón de Jijona y Alicante siempre ha existido cierta ambigüedad, pues se pasea el nombre de Alicante y, sin embargo, no se utilizan sus producciones”.

También carga el sindicato contra Bruselas. Califican de “error” que “el plan de la Comisión Europea haya dejado a las almendras estadounidenses en la última de las tres fases de los productos a los que aplicar aranceles recíprocos, lo que conlleva que se activará el recargo desde el 1 de diciembre y no antes”. “No tiene sentido” añaden, “es injusto que en plena campaña del turrón”, que arranca antes del verano, “entren masivamente almendras californianas”. “La UE debe reconsiderar esta decisión y adelantar los gravámenes” como mucho, “a partir del 16 de mayo”, sentencian.

No ayuda a entibiar la frialdad entre agricultores y turroneros que el pliego original de la IGP del tradicional dulce, establecido mediante una orden de 22 de marzo de 1996, se modificara en 2023. Según aparece en el BOE del 23 de abril de 1996, los ingredientes de turrón son “almendras, miel pura de abeja, clara de huevo, azúcares y oblea”. Y los dos primeros deben “proceder” de “sus zonas de producción y elaboración ubicadas en las distintas comarcas de Alicante, Castellón y Valencia”. Casi tres décadas después, una modificación solicitada por la UE solo para el turrón de Alicante y publicada en su Diario Oficial elimina cualquier rastro del origen de las mismas “materias primas fundamentales”. Solo se les exige que las variedades estén catalogadas comercialmente por los sectores de la almendra y de la miel.

El cambio del pliego responde a “una contradicción” que se produjo “por error de la consejería de Agricultura”, explica Federico Moncunill, secretario general del Consejo Regulador del turrón. “No somos una denominación de origen protegida, sino una IGP, en la que la materia prima no tiene que provenir necesariamente del entorno, sino lo que prima es la reputación y la maestría en la elaboración”. En cuanto a la propuesta de Asaja, que no prevé que vayan a contestar, afirma que llega tarde. “En noviembre firmamos un convenio con la Asociación Española de Productores de Almendra Ecológica”, con sede en Cuenca, “porque queremos comprar almendra española”. Los turroneros consumen 5 millones de kilos de almendra anuales y “la mayoría”, sin cifras concretas, “en los últimos años, ya son españolas”. “La tendencia”, continúa Moncunill, “es ir aumentando el uso de un producto que ofrece nuevas plantaciones, mayor trazabilidad y mayor seguridad alimentaria”. De esta forma, irán “reduciendo de manera gradual la importación de almendra californiana, por lo que los aranceles nos preocupan cada vez menos”. Dada la volubilidad de los anuncios de Trump, “no tenemos una foto fija de la situación, no sabemos lo que va a pasar de aquí al 1 de diciembre”, si finalmente Europa debe contrarrestar las tarifas a la importación de Estados Unidos.

Mientras tanto, los bancales donde crece el almendro alicantino vuelven a tener pulso tras una temporada, la de 2024, nefasta. “Llevamos una racha en la que apenas sobrevivimos en Alicante”, lamenta Alfredo Sogorb, presidente de la Cooperativa Frutos Secos del Mañán. Una plaga de xylella fastidiosa, una bacteria que tapona los conductos de savia del árbol, obliga a arrancar de cuajo los ejemplares infectados. Y la sequía dejó en cero la cosecha del secano alicantino la temporada pasada. “Afortunadamente, la cooperativa, en la que no entra almendra californiana, está formada por productores de 22 provincias diferentes, por lo que si llega una helada o una sequía, al abarcar tanto territorio la tienes garantizada”, prosigue Sogorb.

“Las lluvias del primer trimestre de este año han venido muy bien, nos recuperaremos”, confía. Y el ataque de la administración Trump a los mercados también da aliento, en su opinión, al almendro alicantino. “De media, producimos entre 33 y 35 millones de kilos anuales” y “tenemos toda la producción vendida, este año”. “El consumidor europeo”, receptor del 80% de sus exportaciones, “cada vez mira más el kilómetro cero, le gusta que la almendra no cruce el océano en barco, con la consiguiente emisión de carbono”. Sogorb enumera marcas turroneras, como “1880, La Fama o Picó”, que consumen la marcona. Y, “finalmente”, gracias al presidente estadounidense, “ha crecido muchísimo el mercado canadiense”, que ha abandonado a sus proveedores de California.

El arrebato trumpista ha mermado uno de los puntos fuertes de EE UU, su “impresionante estrategia comercial”. La producción de californiana multiplica por diez la española, dice, “lo que garantiza que en cualquier momento puedes comprarla y recibirla en un par de meses”. “Las grandes superficies” con marcas blancas de turrón, “ya están preparando la campaña de Navidad, que empieza en noviembre, por lo que es difícil dar un precio. Ellos sí te lo fijan”. Y “pese a que no son de la misma calidad, las almendras americanas solían estar en torno a un euro por kilo por debajo de las españolas”, declara. “Sin embargo, ahora es al revés: el kilo de californiana está a 6,70 euros y el de española, a 6,40″, afirma.

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Sobre la firma

Rafa Burgos
Corresponsal de EL PAÍS en Alicante desde 2018. Desde 1997 ha trabajado como crítico de cine y redactor en diferentes medios, como El Mundo o la Agencia EFE. Ha impartido charlas y cursos en la Universidad de Alicante y en la Miguel Hernández de Elche. Coautor del libro 'La feria abandonada', del dibujante Pablo Auladell.
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