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Dos profesoras y el director del Highlands El Encinar tendrán que declarar por las denuncias de agresión sexual del capellán

La jueza ordena la exploración forense de las niñas y el análisis de varios dispositivos intervenidos al religioso de los Legionarios de Cristo que fue secretario del fundador de la orden y pederasta Marcial Maciel

Colegio Highlands El Encinar.
Patricia Peiró

La titular del juzgado de instrucción número 7 ha citado para declarar a dos profesoras del centro Highlands School El Encinar, en Alcobendas (Madrid), en el que cinco familias han denunciado agresiones sexuales a sus hijas de seis años por parte del capellán del colegio, Marcelino de Andrés. Según el testimonio de una de las víctimas, contó a estas dos docentes lo sucedido con el cura que, según el relato de varias de ellas, las llevaba a lugares secretos del patio y las tocaba. Esto provocó en las pequeñas cambios de humor, pesadillas, dolores de tripa y numerosas visitas a la enfermería. También tendrá que declarar ante la jueza el director del colegio, Jesús María Delgado, que en un comunicado a sus padres asumió la responsabilidad de haber mantenido en su puesto al capellán, a pesar de las quejas que manifestaron varios padres el año pasado al saber que De Andrés había sido una persona muy cercana al fundador de los Legionarios de Cristo y reconocido pederasta, Marcial Maciel.

La investigación comenzó con la denuncia de los padres de una de las menores, que observaron irritabilidad en la pequeña y terrores nocturnos. Esta niña mencionó que el padre Marcelino hacía “cosas malas” por lo que sus progenitores empezaron a interrogarle sobre esto. El resultado fue una grabación de una conversación con la menor de seis años en la que menciona a otras posibles afectadas. Los padres acudieron a la policía y los agentes de la UFAM, la unidad de la policía especializada en estos delitos, se pusieron en contacto con el resto de posibles víctimas para notificarles que existía esta investigación en marcha. Fue así como en apenas 24 horas, otras cuatro familias se sumaron a la denuncia después de haber hablado con sus hijas.

Algunas de las madres y padres ya albergaban algunas sospechas. Una recuerda que su hija le había mencionado que el padre Marcelino les daba caramelos, otra recordó haber visto a una pequeña apartar sus manos de él cuando se las cogió y también refirió que el sacerdote de los Legionarios de Cristo a veces se quedaba solo con las niñas. Las familias sitúan el inicio de los abusos en una fecha cercana a abril de 2024. El sacerdote llegó al centro en septiembre de 2022, para cubrir la vacante de otro religioso y su misión era la guía espiritual de las niñas de primaria y secundaria. Todas las afectadas son niñas de seis años. De Andrés ya trabajó en otro colegio de los Legionarios de Cristo en Boadilla del Monte, del que fue trasladado en 2015 con destino Roma, cuando varios progenitores se quejaron de que el último secretario personal de Marcial Maciel, que fue expulsado de la Iglesia por las decenas de denuncias de agresiones sexuales, trabajara en el centro.

Las pequeñas relatan muchos comportamientos típicos de un caso así: regalos por parte del supuesto agresor, la promesa de mantener un secreto, llevar a las víctimas a un sitio apartado... Según las pequeñas, el capellán las llevaba a un sitio “secreto” del patio, en el que presuntamente se producían las agresiones. Los padres de varias de ellas refirieron que algunas de sus hijas habían sufrido molestias físicas, pero no sabían a qué atribuirlo.

El capellán fue detenido el jueves 6 por la noche porque los agentes consideraban los relatos recabados verosímiles y creían que había indicios de las agresiones. El día 8 pasó a disposición judicial y la jueza decretó su libertad provisional al no apreciar riesgo de fuga ni reincidencia, pues le impuso medidas de alejamiento de cualquier tarea relacionada con menores, así como del colegio y de las denunciantes. Además, tampoco consideró que pudiera eliminar pruebas, pues todos sus dispositivos fueron requisados por la policía cuando registraron su casa.

La policía deberá analizar ahora un ordenador, un teléfono móvil, un disco duro y varios USB que fueron intervenidos en la habitación del cura dentro de una residencia de religiosos en la que vivía. Este análisis podrá llevar varias semanas. El objetivo de la jueza es saber si alguna de las agresiones a las pequeñas ha podido quedar registrada o si el capellán pudiese disponer de otro tipo de contenido de abusos a menores.

Las niñas serán exploradas en un recurso dedicado especialmente a las víctimas más vulnerables: los menores. Se trata de la cámara Gesell, una estancia específica para este cometido en la que toma declaración a menores, donde una psicóloga hablará con ellas con un cuestionario previo diseñado por la jueza, la fiscal y los abogados. Al otro lado del cristal se encuentran todos ellos, siguiendo la exploración. Este es un mecanismo diseñado para obtener el máximo de información fidedigna de las víctimas, sin que se bloqueen y que cumple con todas las garantías procesales.


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Sobre la firma

Patricia Peiró
Redactora de la sección de Madrid, con el foco en los sucesos y los tribunales. Colabora en La Ventana de la Cadena Ser en una sección sobre crónica negra. Realizó el podcast ‘Igor el ruso: la huida de un asesino’ con Podium Podcast.
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