Por qué llevar al perro cada día a una guardería canina (con amigos y hasta orla) puede ser lo mejor para mascotas y dueños
Propietarios de estos animales y educadores caninos aseguran que esta opción de cuidados, que puede alcanzar los 350 euros al mes, favorece la socialización y facilita el tratamiento de la ansiedad por separación
Zeus, Sinjin, Paris y Mika van de un lado a otro del recinto sin descanso. Suben las escaleras, se acomodan en las camas, juegan a perseguirse. Son “los chicos de los miércoles”, como les llama su cuidadora, Lis Luna Victoria, de 38 años, y dueña de DogHouser, una guardería canina urbana que abrió hace apenas cuatro meses. El espacio, ubicado en un local comercial del barrio de El Salvador, en Madrid, consta de unos 75 metros cuadrados divididos en tres plantas, por las que los cuatro perros se mueven con total libertad agitados por la presencia de personas ajenas al centro. Aquí acuden un día por semana para socializar y estar acompañados durante las horas en que sus dueños trabajan fuera de casa. Una solución a la soledad que sirve en muchos casos como apoyo para resolver algunos problemas de comportamiento y cuya demanda no ha hecho más que aumentar en los últimos años.
“¿Me pasas los pescaditos de Sinjin?”, pide Luna Victoria. “Aquí siempre usamos snacks naturales y siempre con el propósito de educar”, aclara la emprendedora, que lleva el negocio junto a su hermana Leny, de 36 años, y Yunny Peláez, de 19 años y ayudante esporádica. Mestizo de pastor catalán con raza de nieve, Sinjin ha sido uno de los últimos perros en llegar y en apenas tres semanas tanto ellas como su adoptante y dueño, Cathal Daynes, ya han apreciado mejoría en su comportamiento. “Cuando lo recoges está muy tranquilo y tiene un mejor amigo cachorro con el que es muy cuidadoso. Además, vemos que es muy importante que vaya a la guardería para entrenarlo para que se quede solo en casa. Es una forma de que tenga una experiencia sin nuestra presencia”, cuenta Daynes, de 45 años, que adoptó a Sinjin recientemente y al que define como un perro “con dificultades, pero con mucho potencial”.
Las puertas de DogHouser se abren a las ocho y la mañana transcurre entre juegos y descanso en el recinto —dividido en tres zonas, para poder separar a los perros por tamaño y carácter— y el paseo al aire libre en algún parque o descampado cercano. A la hora de comer, llegan a recoger a sus perros los “papás” —así se refiere a ellos Lis Luna Victoria— que han escogido como régimen la media jornada, con un coste de 220 euros por 20 días. Alrededor de las ocho de la tarde lo harán quienes hayan optado por la jornada completa —350 euros por 20 días—. Muchos negocios, como este, ofrecen la posibilidad también de paseos esporádicos, alojamiento durante el fin de semana y cuidado nocturno, este “siempre limitado a uno o dos perros”. A ello se suman servicios complementarios como la venta de productos de alimentación y cuidado y servicios de adiestramiento individualizado.
Dueños de perros, propietarios de guarderías y educadores caninos tienen claro qué es lo que ha cambiado en los últimos años para que este sea un servicio con demanda. En España cada vez hay más perros —9,3 millones en 2021, un 38% más en los últimos tres años, según la Asociación Nacional de Fabricantes de Alimentos para Animales de Compañía— y existe una “sensibilidad mayor” hacia sus necesidades. Así lo cree, por ejemplo, Lucía Aragunde, propietaria de Txakur Etxea, guardería canina urbana en Bilbao. “La gente que tiene perros se centra mucho en darles todo lo que necesitan”, sostiene, antes de enumerar las principales razones por las que, de acuerdo con su experiencia, se demandan estos servicios: “Para que no esté solo y se aburra; por problemas de socialización y por ansiedad por separación”.
Este último trastorno del comportamiento se ha disparado tras la pandemia y empuja a muchos propietarios como Laura Raijenstein, de 42 años, a buscar soluciones ante la imposibilidad de que el animal se quede solo en casa. Ella trabaja en su domicilio, pero dejar solo a Rai aunque sea un momento “es una locura”, admite, y por eso acudió a DogHouser y su equipo. “Estamos muy contentos porque le está ayudando mucho”, añade, al tiempo que puntualiza que este mestizo de podenco y teckel de apenas dos años acude al centro uno o dos días a la semana “en función de las necesidades” y también en ocasiones esporádicas por compromisos sociales. La satisfacción de Raijenstein es tal que ya ha buscado guardería en la zona de Puerta de Toledo, en Madrid, donde reside su hermano, para cuando el animal tenga que quedarse con él.
En casos como el de Rai, apuntan los expertos, esta fórmula puede ayudar a disminuir el estrés ocasionado por la separación, aunque no elimina por sí sola el problema y requiere del trabajo individualizado con un educador canino. “La guardería es una medida efectiva para que se pueda trabajar la ansiedad, pero no es la solución. Les ayuda en la terapia para superarla porque no están solos en casa, no lo pasan mal, están entretenidos con perros y no están tan pendientes de su tutor, que es a quien tienen apego”, explica Juan Carlos Castilla, director de Noblecan Adiestramiento Canino y con 18 años de experiencia como educador.
Castilla sitúa el comienzo del bum de las guarderías caninas hace aproximadamente tres años, antes de la pandemia, y defiende esta opción como forma para “evitar problemas de comportamiento” derivados de la soledad. Entre las ventajas, enumera la socialización con perros y el consumo correcto de su energía, aunque también nombra algunos inconvenientes a tener en cuenta. “Pueden contagiarse de enfermedades. No es culpa de nadie, pero hay más riesgo. También pueden lesionarse o hacerse alguna herida sin querer”, comenta. El educador también cree que un hándicap es la “posible rotación del personal” del centro.
Obligada adaptación al grupo
Salvando las distancias, y con algunas diferencias entre establecimientos, cuando se pregunta por el funcionamiento es inevitable ver un paralelismo con las escuelas infantiles. Antes de ser aceptados en los centros, por ejemplo, los animales deben someterse a un periodo de adaptación para asegurarse de que se integran a la perfección en el grupo. Estar castrado en el caso de los machos y tener las vacunas al día son también algunos de los requisitos que, según los establecimientos consultados, se establecen para garantizar la seguridad y el bienestar. “En ocasiones rechazamos al perro porque el dueño no está comprometido. Por ejemplo, si tiene ansiedad por separación y no se compromete a hacer terapia completa con un educador”, apunta Lis Luna Victoria.
A lo largo del día, el intercambio de información, fotos y vídeos con los dueños es constante. “Aquí les hacemos una orla de final de curso. Les sacamos fotos de carné e incluso ponemos juntos a los que son más amigos”, detalla Paula López de María, de 39 años. Titulada en veterinaria, López de María importó en 2016 la idea de las guarderías urbanas diurnas después de saber de su existencia en un viaje a Nueva York. “Esto en España no lo había”, sostiene al otro lado del teléfono. En septiembre de aquel año abrió el primer local de WagWag junto al parque de Berlín, en Madrid, y ahora ya cuenta con un segundo espacio en la capital frente al parque del Retiro. En total, tiene como clientes a unos 100 perros y unas tarifas que van desde los 200 euros mensuales por la media jornada hasta los 305 euros el día completo. Como extra se ofrece la posibilidad de un servicio de recogida y entrega en casa.
“Antes muchos perros venían regularmente todos los días de la semana; ahora lo más común es que asistan días sueltos”, apunta, al tiempo que explica el cambio por la irrupción, tras la pandemia, del teletrabajo. No es casual tampoco que todo el personal de WagWag esté compuesto por mujeres —salvo “el chico que realiza los transportes”—. “Está demostrado que los perros se llevan mejor con ellas, sobre todo los que son miedosos”, razona a la vez que advierte que a la hora de elegir guardería es importante informarse sobre la formación y trayectoria de los cuidadores. “Veo mucha gente que no tiene experiencia en el mundo animal e, igual que puedes hacerles mucho bien, también puedes hacerles mal”.
Cómo elegir guardería canina
Las guarderías caninas son una excelente opción para evitar problemas de comportamiento derivados de la soledad o como herramienta de socialización. Así lo asegura Juan Carlos Castilla. El director de Noblecan Adiestramiento Canino señala, además, las siguientes pautas para elegir centro:
- Que esté dirigida y llevada por profesionales cualificados. Deben de tener conocimientos en educación canina, alimentación y cuidados sanitarios.
- Las instalaciones deben de ser higiénicas para evitar enfermedades y parásitos; seguras y contar con una cámara a través de la cual los tutores puedan observar a su perro.
- Asegurarse de que los perros van a tener enriquecimiento ambiental: estimulación con juguetes y que los cuidadores interactúen con ellos.
- Los paseos en el exterior son imprescindibles. Cuantos más, mejor, y adaptados a las circunstancias. Esto hace que liberen endorfinas y estén más relajados.
- Espacio para jugar. Que cuente con una superficie suficiente para las plazas que tenga.
- La guardería debe de estar legalizada y contar con los permisos pertinentes. La Asociación Nacional de Adiestradores Caninos señala que deben disponer de la Licencia Municipal de Actividad que concede el Ayuntamiento; disponer del número de Núcleo Zoológico, que lo concede la Consejería de Agricultura de cada comunidad; estar dado de alta como empresa, centro o autónomo, alta en la Seguridad Social, y disponer de un seguro de responsabilidad civil. Hay que tener en cuenta que cada región suele tener reglamentos diferentes y pueden variar los requisitos.
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