Rosi Braidotti: “Necesitamos diversidad de categorías, miles de sexos y géneros”
Filósofa pionera en los estudios sobre la mujer en Europa, la italoaustraliana analiza los límites de lo que entendemos por humano en un momento marcado por la revolución científica
Conversadora apasionada que se impone a sí misma las pausas porque, según admite entre risas, habla sin parar, la filósofa italoaustraliana Rosi Braidotti (Latisana, Italia, 66 años) se hace en voz alta preguntas trascendentes para las que propone, de inmediato, un esfuerzo colectivo para dar con la respuesta y posible solución. Pionera en los estudios sobre la mujer en Europa, admite que el futuro de las Humanidades, la disciplina plural que se interroga sobre nosotros mismos, está en cuestión. En su nuevo libro, El conocimiento posthumano (Editorial Gedisa), analiza los límites de lo que entendemos por humano en un momento marcado por la revolución científica y su principal derivada, el desarrollo tecnológico, junto con el cambio climático y el capitalismo, este último como un sistema donde nada es estable. Abraza el sentido de comunidad para paliar en lo posible los efectos de la pandemia, los afectos y la solidaridad. Propugna el abandono de la visión colonial y el masculino plural de la historia de la Humanidad, y anima a poner fin a la pugna desatada entre las feministas radicales y el movimiento trans, un enfrentamiento absurdo, en su opinión. Si bien la cita es por videoconferencia, su cercanía resulta natural.
PREGUNTA. ¿Qué cuenta hoy como humano?
RESPUESTA. Es la pregunta del momento. Recuerdo haberme interrogado en la escuela sobre qué era ser mujer, o ciudadano, pero no acerca de lo que es o cuenta como humano. Estamos en medio de una pandemia y es normal temer por el futuro de la Humanidad. Y los que nos hemos dedicado a pensar qué significa nuestra identidad sabemos que ser humano no ha sido nunca una categoría neutral. Ha estado siempre vinculado al poder. Si se pregunta qué son los derechos humanos, hay un consenso indiscutible, y acudimos a su declaración universal, o a la filósofa Hannah Arendt y el derecho a tener derechos. Pero lo de ser humano rompe ahora esa barrera porque tenemos una ansiedad derivada del cambio climático, o de la covid-19, y hemos hecho avances científicos asombrosos que influyen en la vida misma. Por eso utilizo la expresión ‘condición posthumana’ como una herramienta para entender las situaciones en las que podemos preguntarnos qué cuenta hoy como humano. Ante el declive del antropocentrismo no tenemos lenguaje, porque no estamos entrenados para hablar de nosotros como animales. Eso es para biólogos o antropólogos. Las Humanidades tienen una idea anticuada, o discriminatoria de lo que es ser humano.
P. ¿A qué se refiere cuando habla de convergencia posthumana?
R. La pandemia es el ejemplo. Hemos provocado un desastre cuyos orígenes radican en la interferencia con el entorno y las condiciones del mundo animal. Tenemos pues el aspecto no humano de lo que se ha convertido en un problema humano que no podemos vencer. Si ampliamos el foco, vemos que la respuesta a un desastre que es cultural, y no natural, es el uso masivo de tecnología para seguir con nuestras vidas sin hundir la economía. De modo que la tragedia humana, sanitaria y medioambiental, recibe una solución tecnológica por parte de la cultura y grado de capitalismo que la creó. Y esa es la convergencia entre la Sexta Extinción, o crisis del entorno, y la Cuarta Revolución Industrial, o capitalismo avanzado. Hemos convertido la covid-19 en un asunto antropocéntrico cuando no lo es en su génesis; se deriva de la interacción entre el hombre y los animales, pero no se habla ni de naturaleza ni de animales. Se humaniza el problema y se presenta luego como una emergencia política con manipulaciones. Cuando la verdad es que el planeta sufre y lo útil sería reconvertir la tecnología en una herramienta común de conocimiento. En una forma democrática de uso digital, y no en el monopolio de empresas que fabrican productos que no se pueden reparar.
P. ¿Están las Humanidades en peligro en la enseñanza?
R. Son atacadas desde hace tiempo, pero eso no es un problema. Somos los que hacemos las preguntas críticas y difíciles, piense en Erasmo de Róterdam o Cervantes. El problema es el ataque político, bien porque se dice que son inútiles intelectualmente o porque se han pervertido en lo ideológico. Te ríes hasta que ves cómo se reducen los alumnos de Filosofía, Historia, Antropología… Claro que se puede hacer algo. Hay nuevas Humanidades relativas al clima, la era digital, la medicina, la música. Este trabajo lo hacemos también con instituciones artísticas en lugar de depositar el saber en las universidades que solo defienden su saber. Muchos colegas no lo creen, pero abordan las Humanidades desde un punto de vista masculino, eurocéntrico, colonial, de privilegios y antropocéntrico. En la era de la Inteligencia Artificial, la tecnología también puede pensar.
P. ¿Se nota el impulso feminista en la Humanidades en este momento?
R. Los nuevos movimientos, el Me Too o el Black Lives Matter, demuestran que es un momento de grandes movilizaciones y las Humanidades suelen tener muchas alumnas y profesoras. Ahí empezaron los estudios de género y somos las grandes mensajeras, aunque hay también vulnerabilidad institucional. Tampoco se pueden olvidar las tensiones entre el movimiento feminista y el trans, que son innecesarias. Algunas personas se sienten amenazadas cuando se habla de escoger el género o nombrarte a ti misma. Y cuando se aborda la reproducción. Creo que se puede llamar mujer a la persona que tenga una vagina, se precisan espacios seguros para las mujeres y los trans, y necesitamos diversidad de categorías: miles de sexos y géneros. Rechazo la polarización, pero esta diversidad de género es también una cuestión intergeneracional. Las feministas más veteranas y poderosas rechazan lo trans y en cierto modo apelan a una naturaleza auténtica de la mujer que ya no encaja cuando la medicina y la ciencia replican ya la vida. De modo que tanto feministas como trans deberían diseñar juntas una nueva agenda para el tercer milenio.
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