¿Vuelve la mili a Alemania? La guerra en Europa espolea el debate sobre la reintroducción del servicio militar obligatorio
El depauperado ejército alemán necesita con urgencia más medios y más soldados, pero los expertos no creen que sea necesario ni positivo obligar a los jóvenes a sumarse a sus filas
Una frase del nuevo ministro de Defensa alemán, Boris Pistorius, ha sido la chispa que ha prendido el último debate sobre la seguridad en Alemania: “Fue un error suspender el servicio militar obligatorio”. En otro momento quizá habría pasado desapercibida. Sin embargo, al cumplirse un año de la invasión rusa de Ucrania y en pleno esfuerzo de rearme con el fondo de 100.000 millones de euros anunciado por el canciller, Olaf Scholz, la declaración ha generado una acalorada discusión. ¿Debería volver la mili? ¿Sería una buena forma de compensar la progresiva pérdida de efectivos de la Bundeswehr (ejército alemán)?
Alemania selló en 2011, después de 55 años de reclutamiento forzoso, el final del servicio militar obligatorio en tiempos de paz —que en realidad está suspendido indefinidamente, porque sigue recogido en la Ley Fundamental en caso de ataque—, y desde entonces la cuestión salta a la actualidad de manera periódica. La vuelta de la mili tiene defensores, sobre todo entre algunos políticos conservadores y miembros del ejército, que aseguran que Alemania no podría defenderse con una fuerza activa de menos de 200.000 soldados y apuestan por incrementar rápidamente el número de personas con formación militar, aunque sea básica.
Sin embargo, ninguno de los grandes partidos defiende formalmente la vuelta al sistema anterior, y tampoco los expertos lo ven viable: “No creo que se restablezca la mili: costaría mucho dinero y necesitaría personal que ya no tenemos. En general, hay consenso en el ámbito político en que volver a lo que había no es factible, y no es el objetivo”, señala al teléfono Pia Fuhrhop, investigadora en el ámbito de la defensa en el Instituto Alemán de Asuntos Internacionales y de Seguridad (SWP).
Pese a ello, el debate público ha resurgido con fuerza porque los tiempos de guerra en Europa han devuelto la defensa nacional al primer plano. Después de décadas de infrafinanciación, el ejército alemán está en una situación calamitosa. El teniente general Alfons Mais lo describió con crudeza a los pocos días de empezar la invasión: “La Bundeswehr, el ejército que tengo el deber de comandar, se encuentra poco menos que con las manos vacías”. Desde entonces, las Fuerzas Armadas se han convertido en la prioridad de la zeitenwende, o cambio de era, el nombre que describe el giro de 180 grados en las políticas de defensa y seguridad de Alemania.
Mejorar el estado de la Bundeswehr es vital, pero el Gobierno se está tomando su tiempo. Eva Högl, la delegada parlamentaria para las Fuerzas Armadas, presentó hace unos días su informe anual: una detallada enumeración de 172 páginas que se detiene en todas las carencias. “Empezaré por la cuestión del material y lo resumiré en una frase: la Bundeswehr tiene demasiado poco de todo, y tiene aún menos desde el 24 de febrero de 2022″, dijo durante la presentación del esperado recuento. Y todavía dio un dato más que deja en mal lugar a la coalición liderada por Scholz: todavía no se ha gastado “ni un solo euro” del fondo de 100.000 millones aprobado por los diputados en junio del año pasado.
Falta de personal
Hay muchos déficits —Högl reveló que fallan “la formación, los ejercicios y el equipamiento sobre el terreno”— pero los expertos destacan uno: “Necesitamos urgentemente más personal”, apunta Gary S. Schaal, copresidente del Instituto Alemán de Defensa y Estudios Estratégicos (GIDS). La Bundeswehr cuenta actualmente con 183.277 soldados, frente a los alrededor de 500.000 que tenía en las décadas de los ochenta y noventa del siglo pasado. “Necesitamos llegar a entre 220.000 y 250.000 para situarnos en los objetivos que nos marca la estructura de la OTAN”, añade. Como Pistorius, Schaal cree que el abandono de la mili en 2011 fue un error, pero por el modo en que se hizo: “No hubo ninguna estrategia detrás. El motivo fue simplemente ahorrar costes y recortar presupuesto”, dice en entrevista telefónica.
Es tarde para dar marcha atrás a aquella decisión, coinciden los analistas. Por muchas razones. El ejército ya no dispone de cuarteles para alojar a miles de reclutas, ni de personal para entrenarles. Unas Fuerzas Armadas modernas, que manejan armamento de última generación, necesitan personal especializado, que no se forma en unos meses. Y hay también dudas legales. Antes las mujeres no estaban obligadas a hacer la mili. ¿Qué ocurriría ahora con la obligatoriedad? El partido liberal, que forma parte de la coalición de gobierno con socialdemócratas y verdes, argumenta incluso que el servicio militar obligatorio sería inconstitucional y que iría en contra de la legislación europea por violar los derechos civiles. “Los jóvenes ya han sufrido bastante con la pandemia”, ha dicho el ministro de Justicia, el liberal Marco Buschmann.
Por todo ello Schaal cree que el de la mili es “un debate fantasma” que opaca la verdadera discusión: cómo hacer que el ejército sea más atractivo para que hombres y mujeres consideren hacer carrera profesional en él. Fuhrhop apunta en la misma dirección, y hace hincapié en la necesidad de ofrecer incentivos a las mujeres, que suponen alrededor del 13% de los efectivos.
En Alemania todavía es posible hacer el servicio militar; es una de las opciones del sistema de voluntariado que sustituyó al antiguo reclutamiento y la prestación social sustitutoria. Unos 8.000 jóvenes eligen el ejército cada año, frente a los 40.000 que optan por instituciones sociales (sanitarias, educativas, medioambientales, servicios de emergencias…). “Supongamos que instauramos un año de trabajo obligatorio. Seguiríamos ofreciendo elegir entre el servicio militar y el social. ¿Qué nos hace pensar que su elección sería muy diferente en un entorno forzoso? No resolvería el problema”, constata la investigadora.
La reintroducción del servicio militar obligatorio no está en ningún programa electoral, y tampoco en los planes del Ministerio de Defensa de Pistorius, asegura un portavoz, pero sí hay propuestas para imponer un año de servicio obligatorio de trabajo en beneficio de la sociedad. Lo contemplan, por ejemplo, los democristianos de la CDU desde su último congreso, en septiembre pasado. El servicio podría prestarse en las Fuerzas Armadas o en hospitales, residencias de mayores u organizaciones sin ánimo de lucro, explican desde el partido líder de la oposición.
Factible o no, la recuperación de la mili divide a la ciudadanía, aunque se trate más de una discusión teórica que de una propuesta que esté sobre la mesa. La mayoría de los alemanes (61%) estarían a favor de reintroducir el servicio militar obligatorio, según una encuesta de Ipsos publicada a principios de marzo. El 43% asegura que debería aplicarse tanto a hombres como a mujeres, mientras que solo un 18% preferiría que solo hicieran la mili los hombres. Solo tres de cada 10 ciudadanos (29%) se manifiestan completamente en contra de recuperarla.
300.000 millones para el ejército
El fondo de 100.000 millones de euros que anunció Olaf Scholz en su histórico discurso tras la invasión rusa de Ucrania se queda muy corto para corregir las décadas de desidia con las Fuerzas Armadas alemanas. Según expertos militares que citó Eva Högl, se necesita una “suma total de 300.000 millones de euros” para garantizar que el ejército esté en pleno funcionamiento. “Por lo tanto, el presupuesto de defensa debe crecer de de manera constante y decidida hacia el objetivo del 2% del PIB que pide la OTAN en los próximos años, comenzando desde el 1,5% alcanzado en el año analizado [2022]”, aseguró la responsable parlamentaria de supervisar a la Bundeswehr.
Reponer las existencias de municiones y crear nuevos almacenamientos cuesta "decenas de miles de millones", añadió. Estas sumas no están incluidas en el fondo especial, sino que se financiarán con cargo al presupuesto ordinario de Defensa. La inflación, los precios en el mercado de la energía y de las materias primas y el aumento de la demanda internacional de equipos militares tras el inicio de la guerra de Ucrania han dado al traste con la previsión inicial. El gasto en Defensa tendrá que ser muy superior para conseguir su objetivo, destacó Högl.
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