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Guerra de Rusia en Ucrania
Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

La oposición a Putin tras la incursión ucrania en Rusia: entre el apoyo a Kiev y el ‘patriotismo’

Voces liberales en el exilio culpan al Kremlin de la entrada de las tropas de Zelenski en Kursk, mientras que el único partido pacifista legal del país pide oponerse a “las autoridades, pero no al pueblo”

El presidente de Rusia, Vladímir Putin, preside una reunión con miembros del Consejo de Seguridad en una residencia a las afueras de Moscú, el 16 de agosto.
El presidente de Rusia, Vladímir Putin, preside una reunión con miembros del Consejo de Seguridad en una residencia a las afueras de Moscú, el 16 de agosto.Alexei Babushkin (via REUTERS)
Pilar Bonet

La incursión de Ucrania en el occidente de Rusia confronta a los rusos con nuevas facetas de la guerra que su país libra en el territorio de su vecino eslavo. La entrada de las tropas de Kiev en la provincia de Kursk ha desatado las emociones tanto en el seno de la oposición liberal que apoya a Ucrania desde su exilio en países de Occidente, como en personajes de talante democrático que permanecen en Rusia con las limitaciones que ello comporta. En este último grupo, suenan voces que anteponen el futuro de la “patria” ―aunque su dirigente pueda ser “un caníbal”―, al derecho internacional y a la causa justa.

En las redes sociales, desde el extranjero y desde la misma Rusia, liberales y conservadores rusos (críticos todos ellos con el régimen en distinto grado) intercambian hoy sin deslindar sentimientos, razonamientos y reproches mutuos. En otra categoría distinta a estos dos contingentes están los sectores más nacionalistas y militaristas rusos, que apoyan a Putin y presionan para que haga uso del arma nuclear táctica.

“La guerra desatada por Putin contra Ucrania es delictiva y ahora esta guerra vuelve a Rusia, lo que es legítimo. Quien siembra viento, recoge tempestades”, señalaba el Consejo del Foro Rusia Libre (RL), una organización a la que pertenece el exmagnate del petróleo, Mijaíl Jodarkovski, el ajedrecista Gari Kaspárov, y los economistas Serguéi Guríev y Vladislav Inozémtsev, entre otros exiliados. “Todas las víctimas y la destrucción causadas por esta guerra, incluido el territorio de la Federación Rusa, son una prueba directa de la política delictiva de Putin”, afirmaba un comunicado de RL.

“Apoyamos a Ucrania en esta guerra desde el mismo principio” y “consideramos al ejército ucranio como nuestro aliado natural en la lucha contra la tiranía de Putin”, afirmaba el documento. Para Ucrania, proseguía RL, esta guerra es “defensiva y justa”. “Los ucranios luchan por su libertad e independencia, por su derecho a existir en la Tierra como Estado y como nación, y tienen derecho a defenderse como mejor les parezca, respetando las leyes y costumbres de la guerra”, añadía.

A los habitantes de Kursk víctimas de la contienda, RL les expresaba sus “condolencias” y les recalcaba que el “verdadero culpable” de sus males es “el dictador ruso”. Pero los vecinos de la localidad de Sudzha esperaban ayuda de Putin, pues, según decían ante las cámaras, ellos habían “apoyado” la operación militar especial (eufemismo oficial ruso para la guerra) y al ejército ruso. Aquellos rusos que abandonaban sus hogares fronterizos no establecían una relación causa-efecto entre la invasión de Ucrania y la respuesta de Kiev.

Rusos en armas contra Putin

En la oposición rusa a Putin, una cosa son los intelectuales y políticos liberales en el exilio y otra los rusos (una exigua minoría) que empuñan las armas junto a los ucranios. “El ejército ucranio desconfía de nosotros porque en el fondo no reconoce la existencia de rusos solidarios, que se arriesgan por Ucrania y por una Rusia libre”, señalaba a esta periodista una fuente relacionada con los voluntarios rusos en Ucrania, y proseguía: “Los políticos occidentales, por su parte, entienden mejor a nuestros liberales de salón, porque temen que relacionarse con nosotros les haga correr los riesgos de la desintegración del Estado ruso”.

“Hay gente que piensa, escribe y habla en ruso, pero que se alegra de las acciones militares en la región de Kursk, de las víctimas entre los militares y la población civil” y que “espera volver a Rusia a bordo de tanques extranjeros”, escribió en su canal de Telegram Lev Schlosberg, uno de los dirigentes de Yábloko (el único partido pacifista legal en Rusia). Residente en la ciudad rusa de Peskov, Schlosberg denunció ya en 2014 el uso encubierto del ejército ruso en Ucrania y ha sido declarado “agente extranjero” por el Ministerio de Justicia de Rusia (lo que le priva de derechos cívicos).

“El alfa y la omega de la política nacional es el respeto a su pueblo, sea cual sea el estado en el que está ese pueblo y sea cual sea el Gobierno (hasta el más caníbal) en el poder. Una oposición responsable se opone a las autoridades, pero no al pueblo”, manifestó Schlosberg, quien, aludiendo a sus compatriotas liberales exiliados, arremetió contra “el partido de la sangre ajena, que ha traspasado todos los límites”.

“Los alemanes de la Alemania de Hitler, que deseaban la destrucción de la Wehrmacht, ¿ellos también habían traspasado todos los límites? ¿Acaso las tropas aliadas en 1944 en territorio de Alemania eran agresoras?, señalaba uno de los comentarios a la posición del político de Yábloko. “Si Putin no hubiera atacado Ucrania, no habría nada de esto. ¿Por qué escribir un texto tan hipócrita?”, le espetaba otro.

Una posición semejante a la de Schlosberg ha sido adoptada por Serguéi Markedónov, un reconocido experto en conflictos postsoviéticos. “Rusia necesita una oposición para que las autoridades no mientan y no roben” (…) pero esta oposición debe defender los intereses de su país y no los ajenos”, señalaba el experto en las redes sociales. “No desearé la derrota de mi país y de su ejército, con independencia de cuál sea mi actitud ante Putin”, porque “la derrota de mi país no será la derrota de Putin, sino el camino de la desintegración y la degradación de todos nosotros”, escribía. “Ya experimentamos la transformación de la guerra imperialista en guerra civil”, dijo, refiriéndose a la I Guerra Mundial y la llegada al poder de los bolcheviques, que tuvo un precio “demasiado alto” para Rusia. “Si los políticos rusos exiliados no tienen “empatía y simpatía” por el pueblo ruso, que se llamen a sí mismos políticos americanos y europeos y que digan sinceramente que están interesados en los fracasos y derrotas de Rusia”, señalaba Markedónov.

“La gente que se alegra de los asesinatos de los propios conciudadanos, de la toma de territorio del propio país” y quienes están “dispuestos a trabajar públicamente como administraciones de ocupación” (…) son descerebrados y no tienen ningún futuro dentro del país. Son gente tóxica que envenenarán la imagen y la reputación de cualquiera que se relacione con ellos”, sentenciaba a su vez el respetado politólogo Alexandr Kynev, que también secunda a Schlosberg. Kynev perteneció a Golos (una ONG de observación electoral prohibida ahora en Rusia) y varios de sus antiguos colegas están hoy en la cárcel o en el exilio.

El Consejo del Foro RL ha pedido a quienes deseen enviar ayuda humanitaria a los habitantes de Kursk que la canalicen a través del ejército ucranio “mientras no se formen estructuras de representación política de la resistencia rusa, capaces de asumir la responsabilidad por la organización de la vida en el territorio liberado del poder de Putin”. RL no aclaraba a qué “resistencia rusa” se refería.

En cuanto a la población rusa en general, los sondeos del centro Levada efectuados en julio revelaban que un 75% de los rusos seguía apoyando las acciones bélicas de su país en Ucrania frente a un 17% en contra. Otra encuesta realizada el 11 de agosto por el Fundación de la Opinión Pública de Rusia (FOM en sus siglas rusas) registra un fuerte incremento de la preocupación entre la ciudadanía, de tal modo que el contingente de quienes se sentían tranquilos para esa fecha (un 48%) había disminuido 11 puntos en relación con el 28 de julio y quienes estaban preocupados (un 45%) había aumentado 12 puntos.

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Sobre la firma

Pilar Bonet
Es periodista y analista. Durante 34 años fue corresponsal de EL PAÍS en la URSS, Rusia y espacio postsoviético.
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