Zelenski sanciona a Poroshenko por “ayudar” a Rusia y desata la batalla política en Ucrania
El conflicto entre el presidente ucranio y el líder opositor se produce bajo la presión de Trump por convocar elecciones
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“El escándalo del año para esconder la presión de Donald Trump”. “Tras el ataque a la oposición, Volodímir Zelenski inicia la temporada electoral”. “¿Se está preparando Zelenski para las elecciones con las sanciones contra Petró Poroshenko?”. Estos son algunos titulares con los que la prensa ucrania está informando de una noticia que compite en relevancia en Kiev con las negociaciones para terminar la guerra entre el presidente estadounidense y el líder ruso, Vladímir Putin. Se trata de un decreto firmado el jueves por el presidente ucranio que impone sanciones draconianas contra Poroshenko, su predecesor y líder del principal partido de la oposición. Analistas próximos al Gobierno y sus críticos coinciden en que la decisión de Zelenski abre la batalla interna después de tres años de unidad política frente a la invasión rusa, con unas futuras elecciones en el horizonte.
La Rada, el Parlamento ucranio, fue el jueves escenario de imágenes esperpénticas cuando los diputados de Solidaridad Europea, el partido de Poroshenko, forzaron la suspensión del pleno haciendo un escrache al presidente de la cámara con pancartas que lucían lemas como “Ucrania no es Rusia” o “El país es rehén de unos incompetentes. Es hora de que pasen cuentas”. Los representantes de Solidaridad Europea han vuelto a forzar la suspensión del pleno de este viernes. Servidor del Pueblo, la formación de Zelenski, ostenta la mayoría absoluta parlamentaria.
“Se han aplicado contra mí sanciones inconstitucionales y motivadas políticamente. Zelenski ha dado un golpe colosal a la unidad interna, la principal arma contra el agresor”, manifestó Poroshenko desde Kiev. Vitali Klitschko, alcalde de la capital ucrania y rival de Zelenski, publicó un mensaje similar en sus redes sociales: “Cuando se añade una lucha política dentro del país a la lucha contra un enemigo externo, pierde la democracia y el país en su conjunto”.
El Gobierno de Zelenski inició antes de la guerra una investigación contra Poroshenko por supuesta colaboración con el enemigo ruso. Se le acusa de tres actos de traición y de beneficiarse a costa de los “intereses nacionales” de Ucrania: haber sido miembro del Partido de las Regiones, partido prorruso hoy desaparecido, y de haber sido ministro durante la presidencia de Viktor Yanukóvich, el jefe de Estado depuesto en 2014 durante la revolución del Maidán; haber permitido durante su presidencia (2014-2019) acuerdos para adquirir carbón a los separatistas prorrusos de Donbás; y haber mantenido dos fábricas de su mayor empresa, el productor de dulces Roshen, en la península de Crimea cuando ya había sido anexionada ilegalmente por el Kremlin.
El Consejo de Seguridad Nacional, controlado por Zelenski, dictó esta semana las 17 sanciones en contra del expresidente. Estas incluyen el bloqueo de sus activos empresariales, la prohibición de realizar operaciones comerciales nacionales o internacionales, prohibición de realizar transferencias económicas al extranjero, prohibición de tener licencias de radio-televisión [Poroshenko ha sido propietario de canales de televisión], prohibición de comprar terrenos o la retirada de sus condecoraciones públicas, entre otras medidas.
Zelenski explicó el jueves que estas penas pueden levantarse si Poroshenko retorna las sumas millonarias que amasó cooperando con Rusia, según el Consejo de Seguridad Nacional. “Debe rendir cuentas cualquiera que haya socavado la Seguridad Nacional de Ucrania y ayudado a Rusia”, dijo el miércoles el presidente.
La dureza de estas medidas ha soliviantado no solo a los seguidores de Poroshenko, también a parte de la ciudadanía más crítica con Zelenski. El líder de Solidaridad Europea se ha significado desde las movilizaciones europeístas de Maidán como el principal representante del nacionalismo conservador ucranio. La población le dio la espalda en las presidenciales de 2019 porque lo vinculaban a un sistema de corrupción que Zelenski prometió enterrar. Pero a lo que la opinión popular no ha ligado a Poroshenko es a ser un colaborador de la ocupación rusa, más bien lo contrario.
“El objetivo de la operación contra Poroshenko es dividir a la sociedad y prevenir una unidad que se oponga a la capitulación de Ucrania bajo el plan de Trump”, escribió este viernes Serhii Marchenko, uno de los comentaristas destacados de Espreso TV, medio próximo al expresidente. “Ha quedado cristalino que el plan de Trump para terminar la guerra es la rendición de Ucrania”, proseguía Marchenko, “y para que haya aceptación del plan, Zelenski necesita un país fragmentado”.
Elecciones futuras
Marchenko también subraya que Poroshenko no es un rival político para Zelenski, algo que confirman las encuestas: el líder de Solidaridad Europea es un político del pasado. Roman Kravets, uno de los periodistas estrella del diario Pravda, también ha escrito que es improbable que Poroshenko pueda regresar a la primera línea política, pero remarca que lo sucedido “enfada a parte de la población”.
Marchenko cita tres nombres que están en boca de muchos ante unas hipotéticas elecciones presidenciales: el excomandante del ejército ucranio Valeri Zaluzhni, el jefe de los servicios de inteligencia del ministerio de Defensa, Kirilo Budánov, y la celebridad de televisión Serhii Pritula. Ninguno de los tres ha mostrado de momento disposición a enfrentarse en unas presidenciales. Zaluzhni, hoy embajador en Londres, es con diferencia el personaje mejor valorado por la sociedad ucrania, según los estudios demoscópicos.
Ucrania pospuso en 2024 las elecciones presidenciales y legislativas porque no se pueden llevar a término mientras esté en vigor la ley marcial. Trump ha exigido a Zelenski que celebre los comicios, pero lo cierto es que pocos en Ucrania creen que sea posible o una buena idea. Está el riesgo que supone convocar a masas de personas, sea a un colegio electoral o a un mitin, en un país atacado a diario con misiles y drones. Organizar el voto del millón de hombres sirviendo en las Fuerzas Armadas, muchos de ellos combatiendo, también es complejo, como lo es preparar de qué manera pueden participar en las elecciones los millones de refugiados en el extranjero o los ciudadanos bajo ocupación rusa.
Dos encuestas del pasado noviembre, una del centro Razumkov y otra del grupo Rating, indicaban que más del 60% de la ciudadanía se opone a celebrar elecciones mientras haya una guerra en marcha. Zelenski ha reiterado en los últimos días que sería bueno llamar a votar a la población en 2025, pero que esto solo es posible cuando se levante la ley marcial o cuando termine la fase activa de la guerra.
Lo que es seguro, según explicó en Radio Svoboda el politólogo Petro Oleschuk, es que las sanciones contra el conglomerado empresarial de Poroshenko limitarán seriamente la financiación de Solidaridad Europea, el mayor partido de la oposición, de cara a unos futuros comicios.
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