Ir al contenido
_
_
_
_

Groenlandia exige a Trump “respeto” ante sus elecciones más decisivas

El interés del presidente estadounidense en la anexión de la isla y el auge del independentismo marcan los comicios parlamentarios de este martes en el territorio autónomo de Dinamarca

Decenas de personas hacen cola para votar, este martes en Nuuk (Groenlandia).Foto: Mads Claus Rasmussen (via REUTERS) | Vídeo: EPV
Carlos Torralba (enviado especial)

La independencia de Dinamarca ha sido un tema recurrente en todas las elecciones parlamentarias celebradas en Groenlandia en las últimas décadas, pero nunca un asunto tan dominante como en las de este martes, que han generado una atención mediática internacional sin precedentes tras la insistencia de Donald Trump en anexionar la gigantesca isla ártica a Estados Unidos. El primer ministro groenlandés, Múte Egede, exigió el lunes al presidente estadounidense que trate a su pueblo con “respeto”, poco después de que el republicano afirmara estar dispuesto a “invertir miles de millones de dólares” en este territorio autónomo del reino de Dinamarca. “Vamos a generar muchos puestos de trabajo y vais a ser muy ricos”, publicó Trump en un mensaje en Truth, la red social de su propiedad. La respuesta del gobernante groenlandés es la más rotunda expresada hasta ahora ante el desafío del líder estadounidense.

El interés de Trump en la mayor isla del mundo —de enorme valor geoestratégico, vastos recursos naturales y tan solo 57.000 habitantes— no es nuevo. En su primer mandato en la Casa Blanca canceló un viaje oficial a Copenhague después de que la primera ministra danesa, Mette Frederiksen, se negara en redondo a negociar una posible venta de Groenlandia. Ahora el mandatario estadounidense ha vuelto a la carga, con un discurso mucho más agresivo y amenazante. “Apoyo firmemente el derecho de Groenlandia a determinar su propio futuro”, publicó Trump el lunes.

En los últimos meses, el presidente estadounidense ha reiterado que la anexión de Groenlandia es una “necesidad absoluta”, ha amenazado a Dinamarca —su aliado en la OTAN— con aranceles específicos a los productos daneses si se niega a vender la isla, y no ha descartado el uso de la fuerza militar. “Os vamos a proporcionar seguridad. Vais a ser muy ricos. Juntos llevaremos a Groenlandia a cotas que no podéis ni imaginar”, se dirigió Trump a los groenlandeses la semana pasada en un discurso en el Congreso de Estados Unidos.

Filas de votantes, este martes en un centro deportivo de Nuuk (Groenlandia).
Filas de votantes, este martes en un centro deportivo de Nuuk (Groenlandia).Evgeniy Maloletka (AP)

El interés que han despertado en medio mundo estos comicios se refleja en las decenas de periodistas extranjeros que desde hace unos días recorren las calles de Nuuk, la capital. “Siempre he tenido la sensación de que Groenlandia no le importaba a nadie. Ahora siento que somos el epicentro mundial”, resume a la entrada de un supermercado Iluuna Olsen, una camarera de 34 años. Para evitar injerencias electorales, el Gobierno groenlandés prohibió en febrero la financiación extranjera de los partidos.

El primer ministro de Groenlandia, que aspira a la reelección, ha criticado en varias ocasiones la actitud de Trump, aunque nunca de manera tan firme como este lunes. “Las cosas que suceden en el mundo ahora mismo me preocupan mucho. Hay un orden mundial que se tambalea en muchos frentes (...) y un presidente en EE UU muy impredecible que hace que la población groenlandesa se sienta insegura. Merecemos que se nos trate con respeto” y Trump “no lo ha hecho desde que asumió el cargo”, afirmó Egede en unas declaraciones a la televisión pública danesa.

Las amenazas de Trump han avivado como nunca el sentimiento independentista en Groenlandia. De los seis partidos en liza, solo uno aboga por mantener el statu quo. El resto respalda la autodeterminación, aunque con profundas diferencias en torno a cuándo debe iniciarse el proceso y sobre cómo debería ser la futura relación con Dinamarca —y con EE UU— de una Groenlandia independiente.

Los únicos dos sondeos publicados reflejan que los dos partidos en la coalición de gobierno —el izquierdista Inuit Ataqatigiit, del primer ministro Egede, y el socialdemócrata Siumut— conservarán la mayoría en la Cámara, pero los analistas daneses subrayan que las encuestas son poco fiables en un territorio con una población tan escasa y dispersa.

En pocas elecciones parlamentarias del mundo cuenta tanto cada voto como en Groenlandia. Algo más de 40.000 personas están llamadas a las urnas para elegir a los 31 representantes del Inatsisartut (Parlamento groenlandés). Los colegios electorales estarán abiertos desde las 09.00 hasta las 20.00 (entre las 12.00 y las 23.00 en la España peninsular). No habrá sondeos a pie de urna y se prevé que el escrutinio concluya durante la madrugada del miércoles, aunque las condiciones meteorológicas adversas —la gran mayoría de vuelos de los últimos días se han cancelado— podrían retrasarlo.

Geográficamente parte de América del Norte, Groenlandia ha estado controlada por Copenhague desde la llegada de unos misioneros en el siglo XVIII. La isla se transformó en un territorio autónomo del reino de Dinamarca en 1979, y desde 2009 el Inatsisartut tiene la posibilidad de activar el proceso de autodeterminación, que tendría que ser respaldado en un referéndum y posteriormente aprobado por el Parlamento danés.

Múte Egede, en febrero en el Parlamento de Groenlandia.
Múte Egede, en febrero en el Parlamento de Groenlandia.Sarah Meyssonnier (REUTERS)

Los vínculos entre Nuuk y Copenhague se han deteriorado profundamente en los últimos años. La radio pública danesa desveló en 2022 que miles de mujeres groenlandesas, muchas de ellas menores de edad, fueron obligadas a utilizar un dispositivo intrauterino para prevenir embarazos en los años sesenta y setenta. Varios políticos groenlandeses, incluido el primer ministro, han descrito ese capítulo de la historia como “un genocidio”.

Hace menos de un mes, la televisión pública danesa estrenó un documental sobre la extracción, entre finales del siglo XIX y 1987, de criolita, un mineral raro usado para producir aluminio. El reportaje calculó en 400.000 millones de coronas danesas (54.000 millones de euros) los beneficios obtenidos por Copenhague con la criolita, pero generó furibundas críticas de economistas y políticos daneses que aseguraron que las cifras eran muy exageradas y no contemplaban los costes. Aun así, el documental provocó un auténtico revuelo en Groenlandia en plena campaña electoral.

Colas en un colegio electoral de Nuuk.
Colas en un colegio electoral de Nuuk. MADS CLAUS RASMUSSEN (EFE)

Dependencia económica

La economía groenlandesa se sostiene a través de una subvención anual de Dinamarca equivalente a más de 500 millones de euros que representa en torno a la mitad del presupuesto público. “Todos somos conscientes de que tenemos una enorme riqueza en esta tierra y que no hemos supuesto un gasto para el Estado danés. Sus subsidios no son más que un reembolso por la mina de criolita”, declaró Egede hace unos días.

Esa profunda dependencia económica de Copenhague es la principal razón por la que algunos partidos, como los dos gobernantes, defienden que debe desarrollarse la minería —solo hay dos minas activas—, la extracción de hidrocarburos, o el turismo, antes de poder emprender el camino a la autodeterminación. Otras dos formaciones, sin embargo, abogan por iniciar ya el proceso de independencia.

Según una encuesta de enero, el 56% de los groenlandeses es partidario de activar ya la ruptura con Dinamarca, frente a un 28% que asegura que rechazaría esa opción si se votara este año en un referéndum. Y solo un 6% de la población ve con buenos ojos una anexión a Estados Unidos.

La relación con Dinamarca y las amenazas de Trump han eclipsado por completo muchos de los principales asuntos que preocupan a la sociedad groenlandesa: el coste de la vida, la educación, la sanidad, la vivienda, el alcoholismo o la elevadísima tasa de suicidios. En una parada de autobús del centro de Nuuk, Aalipaak Ronsing, un jubilado, critica que el debate electoral haya girado tanto alrededor del independentismo. “Me da exactamente igual seguir siendo danés o no, lo que me importa es poder llegar sin apuros a fin de mes”, sentencia.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

¿Tienes una suscripción de empresa? Accede aquí para contratar más cuentas.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Sobre la firma

Carlos Torralba (enviado especial)
Es redactor de la sección de Internacional desde 2016. Se ocupa de la cobertura de los países nórdicos y bálticos y también escribe sobre asuntos de defensa. Es licenciado en Derecho por la Universidad de Valencia y Máster de Periodismo UAM-EL PAÍS.
Rellena tu nombre y apellido para comentarcompletar datos

Más información

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_